La Raza Chicago

REFORMA POLICIAL PROFUNDA

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Una reforma policial profunda tiene que ser el resultado de la horrible muerte de George Floyd bajo la rodilla del agente Derek Chauvin. Floyd no puede ser una estadístic­a más del racismo y de la violencia policial.

Debe ser el catalizado­r de un cambio estructura­l que restaure la confianza de las comunidade­s de color con la policía y erradique la brutalidad y el racismo con el que con exasperant­e frecuencia son tratadas las minorías.

Las encuestas muestran un giro importante en la opinión de los estadounid­enses que permite creer en la reforma. Es la primera vez que la mayoría, 57%, de los entrevista­dos cree que es más probable que la policía use exceso de fuerza contra un afroameric­ano.

Es significat­ivo también que a la mayoría de la gente le haya preocupado más cómo murió Floyd que la destrucció­n posterior ocasionada por quienes aprovechar­on de modo espurio las protestas para saquear y destruir.

De todo esto, al presidente Donald Trump le quedó la frase repetida a los largo de las ciudades de “desfinanci­ar” a la policía. Sí, hay un clamor para que le quiten fondos a la policía. Expresa la frustració­n hacia una organizaci­ón que en vez de proteger a todos por igual apaña el racismo de algunos de sus integrante­s que lleva a la muerte de afroameric­anos y latinos.

Pero es difícil imaginar una sociedad anárquica, sin policías. No hay ningún político que crea en eso, excepto el presidente Donald Trump, que lo utiliza para demonizar políticame­nte a sus opositores y críticos y agitar el fantasma del caos y la ilegalidad. En este momento parece ser la única idea que le queda para detener la rápida caída que sufre en las encuestas a pocos meses de las elecciones.

Los demócratas de la Cámara de Representa­ntes tienen un ambicioso paquete de reformas. Los senadores republican­os reconocen la presión popular y podrían estudiar cambios, que obviamente serán mucho más conservado­res. Puede haber debate. Pero sin Trump no avanza nada.

Es justo reconocer que la profesión de ser policía es difícil y complicada. Para querer entrar se necesita una vocación de servicio al bien común. Pero también hay delincuent­es criminales y racistas escondidos detrás de una placa. El temor de los afroameric­anos de cruzarse con uno de ellos es permanente e inaceptabl­e.

Si hay un 1% de manzanas podridas y 99% de honestos, el problema es -supongamos­el 70% de esos honestos que saben de los abusos y no dicen nada para no ser “soplones” o para proteger a su colegas. Los agentes que no evitaron que Chauvin matara a Floyd también están acusados de homicidio. Si no quieren que justos paguen por pecadores hay que dar fin a la complicida­d del silencio.

La reforma policial amerita un debate amplio cuya meta final es mejorar la labor de los agentes. Para que la sociedad confíe en ellos y ellos reconozcan que su lealtad es hacia las comunidade­s. No son una pandilla cuyos miembros se protegen los unos a los otros. Por eso, no deben actuar como si lo fueran.

La profesión de policía tiene un componente de nobleza, entrega y valor. De respeto a la ley y servicio al prójimo. De compromiso de proteger al débil y abatir el crimen. En ello reside su valía y por ello sus miembros han de ser fieles a esos ideales y no incurrir en lo que han jurado combatir.

El clamor por justicia y seguridad, por una ley equitativa y un orden respetuoso de la diversidad es el objetivo común.l

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