VICTORIA PARA LOS DERECHOS CIVILES
Algunos conservadores y portavoces evangélicos expresaron sorpresa y desilusión de que la Suprema Corte de Justicia haya decidido por 6-3 que es ilegal despedir a una persona porque sea homosexual, bisexual o transgénero, como lo era hasta ahora en 26 estados.
El tribunal determinó que las personas LGBTQ están protegidos por la sección VII de la ley de Derechos Civiles de 1964 que prohíbe la discriminación sobre la base de sexo.
Sorprende a los paladines de la discriminación que a los cuatro jueces considerados liberales se unieran Neil Gorsuch, nominado por Trump y ultraconservador, y quien escribió la opinión de la mayoría, y el presidente de la corte John Roberts, otro conservador.
Sorprende porque esperaban que los jueces accedieran a la enorme presión ejercida por políticos, organizaciones e iglesias conservadoras. Y ahora vociferan a voz de cuello su indignación y desencanto.
Pero poco antes de publicarse la decisión judicial, se dio a conocer una nueva regla ejecutiva de Trump que pretendía remover las protecciones existentes para la gente LGBTQ en materia de atención médica y seguro de salud. La administración dice que la prohibición de discriminación sexual en la Ley de Atención Médica Asequible (Obamacare) no aplica para personas transgénero.
Asevera que la discriminación sexual aplica solamente por ser hombre o mujer y no sobre la base de orientación sexual o de identidad de género, lo que abre peligrosamente la puerta a una reanudación de la discriminación oficial y crónica.
Esta última ofensiva antigay de Trump será seguramente invalidada en tribunales ahora que existe un precedente de la Corte Suprema.
Pero sería ingenuo pensar que no seguirá intentando. Es decir que la lucha está lejos de terminar. Además, que Gorsuch haya interpretado la ley como lo hizo no significa que de pronto es un paladín liberal.
Y en el tintero de la Corte esperan otros casos como la participación de atletas transgénero en eventos deportivos escolares, baños segregados por sexo y objeciones de empleadores religiosos a contratar gente LGBT. Cómo se decidan esos casos puede revertir el proceso. A pesar de ello, la decisión judicial actual es una indudable victoria.
En estos tiempos, los derechos LGBTQ son derechos civiles. Esta determinación judicial es una victoria para estos. Abre la puerta para mejorar las condiciones de más de ocho millones de empleados LGBTQ que hasta ahora eran vulnerables a la extorsión, explotación y discriminación en el empleo.
Es por eso que vemos con beneplácito la decisión judicial y esperamos que sea un paso más hacia una sociedad más justa y tolerante en donde se respeten los derechos de todas las personas y en donde se combata la discriminación, incluyendo también aquella contra los indocumentados.l
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