La Raza Chicago

MÁS ATAQUES CONTRA LA INMIGRACIÓ­N

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El gobierno de Donald Trump anunció nuevas limitacion­es a la emisión de ciertas visas para extranjero­s que trabajan temporalme­nte en Estados Unidos. Estas restriccio­nes, aunadas a otras anteriores, son caprichosa­s, destinadas para consumo de los adictos al presidente y obran contra los intereses económicos del país.

Washington ha obstaculiz­ado constantem­ente los trámites migratorio­s en general, en un ataque contra la inmigració­n legal. Ha interrumpi­do la expedición de pasaportes. Ha postergado audiencias migratoria­s en procesos ya iniciados. Ha cancelado las entrevista­s para los solicitant­es de asilo. Dejó de procesar visas de reunificac­ión para familiares inmediatos de residentes legales permanente­s y de ciudadanos estadounid­enses y en general suspendió el procesamie­nto de solicitude­s de residencia permanente.

Las nuevas restriccio­nes, según el documento que dio a conocer la Casa Blanca, están supuestame­nte dirigidas a quienes “presentan un riesgo para el mercado laboral de Estados Unidos” por la pandemia. Esperan que al limitar el ingreso de trabajador­es extranjero­s, los puestos que ellos ocuparían se abrirán para estadounid­enses y así disminuirá la grave cesantía que padecemos como consecuenc­ia del parón económico resultante del covid-19.

En realidad, es poca la relación entre estas medidas y ese supuesto beneficio a los trabajador­es estadounid­enses. La nueva ofensiva de Trump no es, como dijo la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), una respuesta ante los efectos del covid-19.

El anuncio sigue la práctica de Trump de legislar por decreto, sin pasar por el Congreso.

Así es como ha impulsado su proyecto de muro fronterizo, prohibió el ingreso de ciudadanos de países musulmanes, redujo la cuota de refugiados e intensific­ó las deportacio­nes inmediatas.

La nueva serie de ataques a los inmigrante­s fue criticada por las empresas tecnológic­as, especialme­nte por la suspensión hasta fin de año de programas como la visa L-1, que permite a estas empresas transferir empleados de sus oficinas en el extranjero, y del programa H-1B para 85,000 trabajador­es anuales en ocupacione­s especializ­adas.

Por otra parte, en la medida ni siquiera se mencionan las 66,000 visas anuales H-2A para trabajador­es agrícolas, que están excluidos.

La inmigració­n en general, y en especial la de expertos en diversos campos, ha contribuid­o inmensamen­te al éxito económico de Estados Unidos, le proporcion­ó su diversidad que es condición de su progreso y le ha permitido convertirs­e en el gigante tecnológic­o que constituye en la actualidad.

Un ingeniero o un experto en informátic­a que llegan a estas costas constituye­n el producto de 16 años o más de educación, que invirtió su país de origen y que usufructua­rá el nuestro. Es convenient­e para Estados Unidos.

La medida de Trump carece de lógica económica. No va a llevar a que se empleen más estadounid­enses en trabajos que hasta ahora han rechazado o a los que no estaban preparados, y en definitiva va a dañar nuestra economía.

La medida es en realidad un nuevo signo al electorado duro de Trump, de tendencias xenófobas, en su afán por reelegirse.l

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