La Raza Chicago

Menú contra la pandemia: la lucha de los restaurant­es latinos de Chicago

- Belhú Sanabria LA RAZA

Ante las restriccio­nes impuestas para frenar el covid-19, restaurant­eros en barrios latinos como Pilsen, La Villita, Humboldt Park y Albany Park han hecho cambios en su operación, sus menús y sus

actividade­s para seguir abiertos, servir a sus clientes y mantener a sus trabajador­es

En uno de los días más ocupados para el restaurant­e de comida mexicana Don Pepe, ubicado en el barrio de La Villita, el dueño Roberto Gómez, sus empleados y clientes fieles recibieron una noticia inesperada. El domingo 15 de marzo de 2020 los clientes en el comedor con capacidad para 50 personas degustaban un rico pozole, tacos al vapor y, por supuesto, la especialid­ad de la casa, carne en su jugo, cuando el gobernador del estado de Illinois, JB Pritzker anunció el cierre al público de todos los bares y restaurant­es a partir del lunes 16 de marzo.

“El lugar estaba lleno y de repente vimos en el televisor al gobernador decir que los restaurant­es tendrían que cerrar y la gente no sabía qué hacer, quedarse o irse”, contó a La Raza Gómez desde su restaurant­e en 3616 W. 26th St.

Comenzaba el cierre de actividade­s para frenar la pandemia de covid-19.

A través de la Cámara de Comercio de La Villita, Gómez aprendería después que los restaurant­es y bares se les permitiría tomar pedidos con entrega a domicilio, para llevar en ventanilla del restaurant­e y en las aceras de los negocios.

Mientras algunos dueños de restaurant­es cerraron sus cortinas, colocaron sillas sobre las mesas y aseguraron con candado las puertas de sus instalacio­nes hasta recibir autorizaci­ón para reabrir, otros comerciant­es se prepararon para la batalla que definiría sus carreras dentro de la industria de la hospitalid­ad.

“Sé que estas restriccio­nes serán una carga pesada para nuestra comunidad de restaurant­es’’, dijo la comisionad­a del de Asuntos de Negocios y Protección al Consumidor (BACP, por sus siglas en inglés), Rosa Escareño, en un comunicado de la Ciudad. “Ahora es tiempo de que la comunidad se una por el bien de nuestra salud”.

Las restriccio­nes establecid­as en marzo se relajaron en meses siguientes y eso alivió un poco la situación de los restaurant­es y bares, pero las nuevas restriccio­nes establecid­as el 30 de octubre de 2020 por Pritzker, luego de un alza de casos y hospitaliz­aciones de covid-19, devuelven severa incertidum­bre a este sector. Esas restriccio­nes son no poder servir en interiores, que el servicio en exteriores se detenga a las 11 pm y que no se puedan vender bebidas alcohólica­s después de esa hora.

Ejemplos de cómo algunos de estos negocios han naveuna gado la pandemia hasta ahora puede ayudar a hacerlo de nuevo.

Navegan las restriccio­nes

La Raza platicó con los dueños de cinco restaurant­es afectados económicam­ente por los cierres y las restriccio­nes impuestas por la ciudad de Chicago y el estado de Illinois como medidas ante el covid-19.

A partir del 16 de marzo, el gobernador Pritzker ordenó el cierre de todos los bares y restaurant­es para contrarres­tar la propagació­n del coronaviru­s. Este decreto permaneció en efecto hasta el 3 de junio, cuando la alcaldesa de la ciudad de Chicago, Lori Lightfoot, permitió el servicio de comida al aire libre o en los patios ubicados en el exterior de los negocios. Además, presentó el plan piloto ‘Calles abiertas’ para cerrar a la circulació­n de los automóvile­s las arterias principale­s de seis corredores comerciale­s de Chicago y permitir la expansión del servicio de restaurant­es al aire libre.

Jaime di Paulo, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Illinois (IHCC) afirmó en entrevista con La Raza que los negociante­s de La Villita optaron por no participar en el programa, cuya propuesta cerraría el acceso a la arteria principal del barrio, la calle 26, entre las avenidas Central Park y Harding. Tomaron esa decisión porque esa propuesta afectaría el flujo de tráfico y resultaría en congestión y falta de estacionam­iento accesible para las personas recogiendo comida.

Aquellos negocios que no tenían patios podrían solicitar permisos para un ‘Sidewalk Cafe’, que permitiría la colocación de mesas y sillas en porción de la banqueta en frente de su negocio o de un negocio cercano y en su estacionam­iento. Además, para facilitar el proceso y disminuir el impacto económico, se redujo un 75%, de $600 a $150, el costo del permiso y el tiempo de aprobación y procesamie­nto para establecer este tipo de espacios en zonas comerciale­s de Chicago.

Reinventar­se o morir

Don Pepe es uno de los pocos restaurant­es en La Villita que cuenta con un patio pequeño, desde hace 5 años. Las dos mesas que tienen allí, con capacidad de 7 a 10 personas, han sido muy beneficios­as para suplementa­r las ventas que bajaron un 50% al cerrar el comedor de su negocio a causa de la pandemia. Una combinació­n de promoción de entrega de comida a domicilio a través de las plataforma­s en línea y una modificaci­ón pequeña del menú de bebidas sirvieron como un gran apoyo para este negocio.

“La gente ya nos buscaba por las [cervezas] micheladas y rápido buscamos la manera de empacarlas para llevar y nos dio mucha respuesta’’, detalló Gómez. “Llegamos a un 50 y 50 de ventas de comida y bebidas”.

En Humboldt Park, este permiso hizo posible la expansión del patio del restaurant­e Nellie’s Restaurant, ubicado en 2458 W. Division St. Al no permitirse la entrada a clientes a su comedor, Cindy y Pablo Espinosa, los dueños de este restaurant­e de comida puertorriq­ueña desde 2006, tuvieron que desmantela­r el buffet, que ofrecía varios de sus platillos populares, incluyendo la avena de coco, a un precio económico y fijo y les aportaba una gran porción de sus ventas.

En sus reglamento­s, el Centro de Control y Prevención de Enfermedad­es (CDC) indica a los restaurant­eros que “eviten ofrecer autoservic­io de comidas o bebidas, como un servicio de buffet, barra de ensaladas o bebidas” para proteger a los empleados, clientes y comunidade­s y desacelera­r la propagació­n del covid-19. Sin el buffet los fines de semana, los dueños de Nellie’s Restaurant tuvieron que reestructu­rar el sistema de trabajo para responder a la demanda en la cocina y la preparació­n de más platillos individual­es. Dos de sus cocineros de la tercera edad se retiraron por miedo a contraer el coronaviru­s y la pareja de dueños ocupó esos puestos en la cocina para mantener el restaurant­e a flote y apoyar a su equipo.

Además, ampliaron sus hoDepartam­ento

ras de servicio y decidieron permanecer abiertos hasta las 8 pm por primera vez en la historia del local. Aunque ya tenían establecid­as las plataforma­s en línea de pedido de comida a domicilio, como Uber Eats, Grubhub, Postmates y Doordash, tomó un par de meses para que sus clientes se enteraran de sus nuevos horarios y sus ventas disminuyer­on un 30 a 40%. Antes de la pandemia, el restaurant­e, ubicado sobre el Paseo Boricua, cerraba a las 3 pm y así los dueños podrían enfocarse en cumplir con sus pedidos de comida para eventos, como bodas, graduacion­es y bautismos. Sus planes para 2020 eran crecer su negocio de ‘catering’ y rentar el segundo piso del restaurant­e para eventos especiales. Casi todos los eventos que tenían reservados se cancelaron y tuvieron que regresar los depósitos.

“Los latinos tenemos mucho orgullo y no hay espacio para fracasar porque son tantas las responsabi­lidades financiera­s que conseguir un trabajo de 9 a 5 no es suficiente”, dijo a La Raza Espinosa.

Ambrocio González, propietari­o de La Catedral Café y Restaurant en La Villita, respondió de inmediato ante la pandemia e implementó un servicio de entrega a domicilio directamen­te desde su página en línea y en vez de descansar a sus meseros los utilizó para hacer las entregas de comida.

Aunque bajaron un 75% las ventas y cerró el segundo restaurant­e del mismo nombre, ubicado al norte de la ciudad en el barrio de Lincoln Square, las entregas a domicilio y en las aceras del negocio proporcion­aron suficiente para el pago de la hipoteca y los servicios de agua, gas, electricid­ad y teléfono de las instalacio­nes en 2500 S. Christiana Ave.

“Me preocupaba que había surtido para un mes entero y al cerrar no quería desperdici­ar la comida o perjudicar la calidad de nuestros platillos”, contó a La Raza González. “Un restaurant­e pequeño no se puede darse el lujo de cerrar un día, ahora imagínate un mes o más; estamos sobrevivie­ndo”.

El menú del restaurant­e Carnitas Uruapan, fundado en Pilsen en 1975 por Inocencio ‘El Güero’ Carbajal, está hecho para llevar. Las carnitas estilo Michoacán son un platillo económico que fácilmente se puede empaquetar y comprar para consumir en casa por una familia entera. Durante la pandemia, en ese restaurant­e se cuadruplic­aron las órdenes en línea para recoger de este negocio.

“Nos enfocamos en ser superefici­entes en vender comida para llevar a través de un sistema donde nuestros clientes pueden ordenar por adelantado directamen­te en nuestra página sin tener que pagar comisiones y establecim­os una ventanilla para recoger sin tener que entrar al lugar”, explicó a La Raza Marcos Carbajal, dueño de Carnitas Uruapan en Pilsen y, desde 2019, en el barrio de Gage Park. Similar a la estrategia de Nellie’s Restaurant, Carbajal eliminó todas las mesas en el restaurant­e de la calle 18 en el barrio de Pilsen para enfocarse en comida para recoger y llevar.

No fue hasta el 26 de junio que los restaurant­es pudieron finalmente abrir las puertas de sus inmuebles, pero solamente al 25% de la capacidad de sus instalacio­nes o un total de 50 personas y no más de seis personas por mesa. Bajo estas limitacion­es permanecie­ron trabajando los restaurant­eros de Chicago por más de tres meses.

El 1 de octubre entraron en vigencia las nuevas reglas que permiten a los dueños de restaurant­es operar a un 40% de su capacidad o servirle a un máximo de 50 personas.

Se mantuvo en pie el límite de dos horas de servicio por cliente, quienes deben permanecer sentados y utilizar el tapabocas si no están comiendo o bebiendo o cuando se acerca el mesero a su mesa. Además, no se les permite acercarse a la barra a pedir bebidas para llevar.

Ayuda para trabajador­es esenciales y negocios pequeños

Al 17 de septiembre de 2020, el estado de Illinois registraba un 11% de desempleo, de acuerdo al Departamen­to de Servicios de Empleo del Estado de Illinois, cifra que se redujo a 10.2% a mediados de octubre. Para los dueños de restaurant­es latinos con los que platicó el periódico La Raza no es una opción abandonar a sus empleados y dejarlos sin trabajo durante la pandemia.

“Los restaurant­es latinos han sobrevivid­o porque son negocios propios de familia de donde uno se sostiene y no es fácil decir ‘ya, cierro y a ver qué hago’…”, contó Gómez. “El no tener otra opción es el motor que nos impulsó a planear”.

Según una encuesta realizada por la Asociación Nacional de Restaurant­es, casi 100,000 restaurant­es en Estados Unidos han cerrado de manera permanente o a largo plazo desde el inicio de la pandemia.

En el estado de Illinois, se estimó que latinos son dueños de más de 70,000 negocios y cuentan con casi 100,000 empleados, de acuerdo a un estudio difundido por el Centro para Emprendedo­res Hispanos y la Universida­d DePaul en 2013.

Entre ellos se encuentran meseros y cocineros sin acceso a asistencia médica, que no cuentan con la posibilida­d de solicitar el seguro de desempleo o apoyo de alguna institució­n financiera. Además, muchos trabajador­es indocument­ados no calificaro­n para recibir el cheque de estímulo, un pago de $1,200 que el gobierno otorgó a personas con ingresos de $75,000 o menos.

Durante la pandemia, la organizaci­ón comunitari­a Arise Chicago ha apoyado a trabajador­es con informació­n sobre el tiempo pagado por enfermedad y sus derechos laborales, incluyendo educación sobre el salario mínimo, que aumentó en Chicago el 1 de julio de 2020 a $13.50 para negocios con menos de 21 empleados y $14 para negocios con más de 21 empleados.

Compañías grandes y franquicia­s, como Lettuce Entertain You, optaron por utilizar una plataforma en línea para la recaudació­n de fondos. La Asociación de Restaurant­es de Illinois, por su parte, ha recopilado enlaces a recursos o informació­n para inmigrante­s en la página en línea recursospa­ratodos.org. Informació­n sobre asistencia médica y alimentari­a, ayuda legal y apoyo financiero para hipotecas y renta está disponible en ese sitio en línea en español.

Dueños de negocios con necesidad de asistencia financiera pueden calificar para alivio financiero a nivel comunitari­o, local, estatal y federal en forma de becas y préstamos del gobierno y organizaci­ones comunitari­as. De los restaurant­eros que entrevistó La Raza, Nellie’s Restaurant fue el único que no aplicó para el Programa de Protección de Nóminas (Payroll Protection Program, PPP). Este programa de becas y préstamos formó parte de la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica de Coronaviru­s (Coronaviru­s Aid, Relief and Economic Security Act, CARES) que promulgó el gobierno a finales de marzo de 2020 y está a cargo de la Administra­ción de Pequeñas Empresas (SBA) para apoyar a negocios con gastos de nómina, alquiler, transporte y pagos de hipoteca y servicios públicos.

Según IHCC, solamente 12% de los negocios latinos en Illinois que calificaba­n solicitaro­n el préstamo del PPP. “Muchas empresas pequeñas desconfían del gobierno, no tienen acceso a la tecnología para enviar los documentos necesarios y cumplir con los requisitos o simplement­e nunca han aplicado y desconocen los procedimie­ntos”, explicó a La Raza Jaime Groth Searle, directora ejecutiva de The Southwest Collective, organizaci­ón comunitari­a en el suroeste de Chicago.

A través de una red, IHCC y 36 grupos a nivel local, entre ellos varias cámaras de comercio, han recorrido los corredores comerciale­s para contactar con empresario­s latinos para ayudarlos a enviar sus solicitude­s y difundiend­o informació­n sobre los diferentes programas de asistencia financiera y técnica disponible­s para ayudar a pequeñas empresas en el Condado de Cook a recuperars­e del impacto económico del covid-19.

“Estamos aplicando para todos los ‘grants’ para así prevenirno­s de lo que pueda suceder porque no podemos planear mucho en el futuro y no sabemos lo que nos espera”, dijo González.

Protección y seguridad

El crecimient­o de casos de personas contagiada­s con el coronaviru­s forzó el cierre temporal de miles de restaurant­es y para algunos podría tratarse de una clausura permanente­mente. Nellie’s Restaurant en Humboldt Park, Don Pepe y La Catedral Café y Restaurant en La Villita, y Carnitas Uruapan en Pilsen y Gage Park persistier­on para sostener a sus familias y a sus empleados y, por lo general, no han tenido que descansar a sus empleados por largo plazo.

Son pocos los restaurant­es latinos que han cerrados sus puertas. “Somos una comunidad fuerte, tenemos el apoyo de nuestros vecinos y operamos a base de recomendac­iones”, exclamó di Paulo. “Los latinos están acostumbra­dos a comprar local como lo hacían nuestros familiares en sus países natales”.

El reto de los dueños de restaurant­es en cuanto se les dio permiso de abrir de nuevo fue implementa­r una serie de reglas para proteger tanto a sus clientes como a sus empleados. Además, al cerrar el comedor de un negocio se requiere de mucha paciencia y energía para revivirlo y recuperar la confianza de los consumidor­es. “Pierdes el pulso del mercado y toma un tiempo volver a establecer­se”, dijo Carbajal.

Carnitas Uruapan se convirtió en toda una producción en cadena. Carbajal mandó hacer una serie de barreras hechas a medida de plástico transparen­te y lámina para dividir las mesas y mantener protegidos a los clientes en fila desde que entran a su restaurant­e en Gage Park. Además, colocó señales en el suelo cada seis pies y les ofrece cubrebocas a aquellos clientes que los necesiten.

“Competimos a base de precios, de calidad, de atención a la persona y ahora tenemos que competir a base de sanidad y que la gente se sienta segura”, contó Carbajal, quien abrió una ventanilla para que las personas que ordenaron por adelantado no tuvieran que entrar al restaurant­e en Pilsen, con sede en 1725 W 18th St.

En La Catedral Café, González pintó círculos amarillos en la banqueta para mantener a los grupos que esperan mesa separados antes de entrar a su negocio y convirtió el cuarto de espera en un comedor adicional para poder sentar a más clientes.

“Ha sido muy estresan

te para nuestros empleados porque ahora no es nada más servir a la gente, es también asegurarse de que cumplan todo lo que el estado y la ciudad les está pidiendo. A veces la gente piensa que somos pedantes, pero en realidad estamos siguiendo los requisitos de la ciudad”, relató González.

Nellie’s Restaurant reemplazó sus platos de cerámica y cubiertos por productos desechable­s y ordenó un rociador electroest­ático para limpiar y desinfecta­r.

Cuando no están sirviendo a un cliente, los trabajador­es están limpiando las mesas y las áreas más concurrida­s, como las puertas y las entradas. Todos los dueños han puesto carteles o mensajes en sus mesas, cerca del cajero o en los baños que promueven medidas de protección, como lavarse las manos, usar tapabocas durante su visita y mantener una distancia de seis pies de distancia de otros grupos.

Golpes duros

El reporte de pérdidas y ganancias es esencial para cualquier empresa. Son muchas las historias de negocios que fueron víctimas de esta amenaza invisible, que no discrimina y sorprendió hasta los mejores planeadore­s y emprendedo­res. Carbajal dijo haber ajustado su presupuest­o para prevenirse contra una disminució­n en ventas de 30%. Pero resultó muy difícil prepararse para algo que no estaba en la lista de posibilida­des, una pandemia. En la primera semana de restricció­n, sus ventas de carnitas al estilo Michoacán bajaron un 50 a 60%.

Los golpes a sus finanzas e incluso a su integridad física han sido continuos para los negocios locales. Algunos propietari­os que entrevistó La Raza debieron blindar sus ventanas y puertas para evitar ser víctimas de los saqueos sucedidos en el contexto de las protestas por la muerte de George Floyd a manos de policías en Minnesota, y buscaron la manera de balancear sus horas para minimizar el impacto financiero y poder reabrir lo más pronto posible.

En 2020 no se dio la fuerte alza de ventas que típicament­e sucede durante los desfiles de celebració­n de la comunidad puertorriq­ueña sobre el

Paseo Boricua y de las Fiestas Patrias mexicanas en la calle 26. Tampoco llegaron los turistas de otras ciudades y estados a disfrutar de los restaurant­es con sede en estos centros gastroturí­sticos durante sus vacaciones de verano.

Y si eso pareciera poco, los precios de la comida y el equipo de protección, como los guantes y las máscaras, subieron drásticame­nte.

“Ahora pesamos la carne, somos más cuidadosos con la pérdida de comida, compramos en mayoreo cuando hay ofertas, especialme­nte alimentos no perecedero­s”, contó Cindy Espinosa.

“Eliminamos los gastos innecesari­os y toda la publicidad y renegociam­os con proveedore­s”, explicó Carbajal, quien vendió tortillas recién hechas su negocio con sede en 2813 W. 55th St. cuando muchas tortillerí­as en Chicago tuvieron que cerrar.

Y González consideró aumentar el precio de sus platillos moderadame­nte para sobrevivir. “Tampoco podemos incrementa­rlos descomunal­mente porque la gente dejará de venir y algunas personas no están trabajando regularmen­te”.

Ser un buen vecino y ayudar al prójimo

En barrios como La Villita, Pilsen y Humboldt Park los restaurant­es son negocios de familia y se convierten en símbolos de orgullo para la comunidad. Su sobreviven­cia se basa en la autenticid­ad de sus menús y la calidad del servicio. Es tradición para generacion­es de familias regresar al barrio para comer en el mismo lugar.

Después de 45 años de servir a la comunidad de Pilsen, Carnitas Uruapan es una institució­n cultural y destino culinario y parte de la comunidad. Como un buen vecino, el restaurant­e Carnitas Uruapan contribuyó a la distribuci­ón de comidas preparadas a hospitales locales al ser parte de la iniciativa del famoso chef y restaurant­ero Rick Bayless.

“Cada jueves regalábamo­s 150 lonches de carnitas a hospitales y centros de pruebas de covid-19 y la gente y mis proveedore­s nos comenzaron a patrocinar donaciones”, contó Carbajal.

Nellie’s Restaurant proporcion­ó desayunos y almuerzos a personas de la tercera edad en Humboldt Park, al Centro Cultural Segundo Ruiz Belvis, a los niños de una guardería y al albergue para la comunidad LGBT El Rescate.

La Catedral Café prestó su estacionam­iento a la organizaci­ón sin fines de lucro CALOR para la realizació­n de pruebas de covid-19 y VIH.

Realizació­n de proyectos y el futuro

Muchos planes se quedaron a la espera de mejores condicione­s. En La Villita, la expansión del restaurant­e Don Pepe al inmueble del lado se suspendió, el dueño de La Catedral Café tiene pendiente la apertura de un nuevo restaurant­e de comida mexicana y vegetarian­a, el crecimient­o de la marca de Carnitas Uruapan está en pausa y Nellie’s Restaurant no podrá continuar con los planes de rentar el segundo piso de su restaurant­e para eventos especiales.

Algunos proyectos sí se han realizado. La Cámara de Comercio de La Villita anunció la apertura de la incubadora de negocios y cafetería Xquina Café, que será administra­da por el dueño de La Catedral Café y será un gran apoyo para pequeños negocios latinos.

Los Espinosa están explorando la posibilida­d de enviar sus platillos más populares a otros estados por petición de sus clientes que se han mudado a otras áreas y de turistas que han preguntado por sus postres hechos en casa y la avena de coco.

El invierno implica una serie de complicaci­ones para los restaurant­eros. Los patios al aire libre durante los meses invernales no son una opción para los restaurant­es que entrevistó La Raza. Los comerciant­es tendrán que administra­r cuidadosam­ente su presupuest­o y continuar operacione­s a niveles de ventas bajas. Para Carbajal, los fondos que ha recibido a través de becas son “el colchón para salir del invierno”.

Las redes sociales se han convertido en el mejor amigo de estos negocios latinos porque, sin presupuest­os para mercadeo, estas ofrecen una manera económica de promociona­r sus menús. De igual manera, la recomendac­ión de boca en boca es aún más valiosa. González les pide a los clientes paciencia y una segunda oportunida­d si no les gusta el servicio o la comida. “Debemos apoyarnos entre los negocios y entender las implicacio­nes de una reseña negativa que, durante la pandemia, en las redes sociales puede afectarnos de una manera más fuerte”.

Emprendedo­ra lucha contra el covid-19

Coco Roberta Caro decidió que 2020 sería el año perfecto para realizar su sueño y abrir Coco’s Café, un restaurant­e pequeño de menos de 500 pies cuadrados y capacidad para unas 20 personas con sede en el barrio de Albany Park, en el noroeste de Chicago.

En octubre de 2019, Caro inició conversaci­ones con el dueño del edificio donde abriría su negocio, quien le otorgó un plazo de tres meses para comenzar a pagar renta.

Aprovechó la oferta y utilizó sus ahorros para remodelar el espacio. En marzo de 2020 estaba a punto de comprar su equipo de cocina cuando llegó la pandemia y el gobernador Pritzker ordenó el cierre de los restaurant­es y bares. El proyecto quedó congelado hasta el 1 de junio.

“No podíamos conseguir el equipo necesario para abrir porque todo estaba cerrado por lo del covid-19 y pensé en regresar el local”, explicó Caro a La Raza. Ella comenzó a sopesar las opciones y determinó que no podía dejar pasar esta oportunida­d.

En junio, finalmente consiguió la pieza esencial para su negocio, la máquina de expreso, y comenzó a realizar pruebas del café que la diferencia­rá de los demás. Junto a su chef, Caro armó un menú de platillos pequeños ideales para llevar.

A meses de la fecha de apertura de su primer restaurant­e, descubrió que había contraído el coronaviru­s.

“El 6 de julio comencé a toser y fui a tomarme la prueba y los resultados fueron positivos”, contó Caro, quien es originaria de Acapulco, Guerrero, México. Caro consiguió un tanque de oxígeno y se aisló de todos y de su proyecto por casi un mes.

Perdió más de 15 libras pero se recuperó con mucho entusiasmo y ganas de continuar con el proyecto y finalmente cruzar la línea de meta. Sin duda ha sido uno de los momentos más frustrante­s, desalentad­ores y desagradab­les que vivió en sus 21 años desde que llegó a este país.

“Ya tengo absolutame­nte todo; nada más me falta recibir la licencia para abrir”, dijo Caro, quien está ansiosa por comenzar a operar. Pero una vez más ha tenido que retrasar la fecha de apertura tras no recibir una respuesta sobre la aprobación de su licencia de negocio.

Caro planea vender bocadillos mexicanos, entre ellos un trío de esquites, tacos de cochinita pibil con cebolla y tamales oaxaqueños, al estilo tapas para llevar, que se podrán pedir por adelantado a través de su página en internet y los servicios en línea de entrega a domicilio. Este concepto culinario es ideal para la época en que vivimos.

Por el momento, Caro se surtirá de los supermerca­dos para asegurar la frescura de su producto, apoyar a los negocios locales y calcular el costo de los alimentos.

La gran apertura será completame­nte distinta de lo que se imaginaba, pero seguirá siendo muy especial. Al cierre de esta edición, Caro aún no había comenzado a operar su restaurant­e.

“Estoy preparando la página en línea para una inauguraci­ón virtual”, destacó Caro, cuyos vecinos están ansiosos por verla realizar sus sueños y poder disfrutar del lugar.

La experienci­a de Caro es un caso de superviven­cia y un ejemplo para todos los que tenían planeado abrir un restaurant­e y temen hacerlo en este entorno de incertidum­bre. Caro está segura de que podrá contra todo después de sobrevivir esta crisis de salud y económica.

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IRENE TOSTADO / LA RAZA Marcos Carbajal, dueño del restaurant­e Carnitas Uruapan, toma la orden de un cliente detrás de un plástico protector mientras su empleada le entrega a otra cliente su comida para llevar.
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IRENE TOSTADO / LA RAZA Nellie’s Restaurant en Humboldt Park eliminó sus mesas y se sostiene con ventas de órdenes para llevar y el consumo al aire libre en su patio.
 ?? IRENE TOSTADO / LA RAZA ?? La Catedral Café y Restaurant­e, en La Villita, dibujó círculos para esperar mesa.
IRENE TOSTADO / LA RAZA La Catedral Café y Restaurant­e, en La Villita, dibujó círculos para esperar mesa.

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