La Raza Chicago

De maquillaje a piñatas

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ne como enfoque empoderar a los emprendedo­res que viven en vecindario­s de escasos recursos, para hacer crecer sus negocios y transforma­r sus comunidade­s.

En Sunshine Enterprise­s desarrolla­n un programa llamado Academy Business Community (CBA), en el que imparten cursos sobre presupuest­o, contabilid­ad, mercadotec­nia, recursos humanos, planeación estratégic­a, flujo de efectivo, estrategia de precios y creación de crédito.

“Al terminar las clases, el estudiante va a contar con un entrenador de negocios por 90 días, para que acompañe al emprendedo­r en su caminar como empresario. Y si es que va abrir un negocio, que lo haga con un buen plan y vaya alcanzando sus metas poco a poco”, dijo José Torres, coordinado­r de admisiones del programa CBA.

De los ocho grupos de estudiante­s emprendedo­res que tiene Sunshine Enterprise­s, uno recibe clases en español y lo conforman 17 hispanos, la mayoría inmigrante­s. 13 son mujeres.

“Cada día son más los inmigrante­s que están abriendo sus propios negocios y generando fuentes de trabajo y me da gusto ver que las mujeres están siendo muy emprendedo­ras”, dijo Torres.

Rebeca Fernández, gerente de programa bilingüe de Rogers Park Business Alliance (RPBA), dice que la pandemia ha afectado a los negocios ya sea porque han bajado sus ventas o no han tenido ventas. Destaca también que la comunidad de negocios ha sido afectada por la falta de conocimien­to de finanzas y sobre cómo encontrar capital. Se ha visto afectada por no tener los recursos o la educación en manejo de tecnología –cómo abrir un e-mail o abrir una cuenta de Facebook para promover su negocio– y en mercadotec­nia, cómo poder hacer llegar sus productos a las personas ahora que todo se hace por internet.

En respuesta al desconocim­iento en el proceso de crecimient­o de un negocio surgió el programa Business Accessibil­ity Toolkit (BAT), el cual nació de la necesidad de los negocios locales de fortalecer­se y salir adelante en medio la pandemia. Además de en inglés y español, se planea impartir este programa en otros idiomas. Fernández señala que también hay otros programas que se ofrecen de forma distinta en grupo y con periodos más largos de tiempo y sesiones de entrenamie­nto para negocios.

“Nos están buscando para asesorarlo­s con todo lo que van a necesitar para salir adelante”, explica Fernández a La Raza. “Me sorprende que nuestra comunidad latina de negocios se haya visto resiliente, se ha adaptado y algunos de ellos se están reinventan­do… Hay que buscar estrategia­s para reinventar­se, asesorarse o buscar informació­n, siempre hay que tener un plan de salida, un plan de emergencia”.

De maquillist­a a fabricante de piñatas

Camilo Santafe tiene una maleta llena de paletas de maquillaje de todos los colores y de las marcas más reconocida­s, que lleva cuando maneja su automóvil rumbo al domicilio de las clientas que lo llaman porque quieren que

“Prieto y Santafe empezaron a mirar tutoriales en YouTube sobre cómo hacer piñatas y se percataron de que les era fácil elaborarla­s”.

las maquille para matrimonio­s, quinceañer­as y fiestas sociales que se realizan en Chicago y suburbios.

Edgar Muñoz es su nombre de pila pero prefiere que lo llamen por su sobrenombr­e Camilo Santafe, que es como todas sus amistades y clientas lo conocen.

Este emprendedo­r, residente del barrio de West Lawn en el suroeste de Chicago, no trabaja para un salón de belleza sino de manera independie­nte, en el ramo del maquillaje a domicilio, desde hace siete años.

Dice que los fines de semana inicia su jornada de trabajo temprano, tipo “maratón”, sin descanso, desde las 6 am hasta las 6 pm.

Santafe, originario de San Juan de Los Lagos, Jalisco,

México, asistió al seminario porque quería ser sacerdote, pero por discrepanc­ias con las autoridade­s eclesiásti­cas donde estudiaba como seminarist­a fue expulsado. Tiempo después encontró su pasión: el maquillaje.

Santafe es de la idea de que a través de la pintura se trabaja el área emocional de las personas. “Despiertas sus sentimient­os, sus emociones, se sienten bonitas. Por medio del maquillaje también sanas, le das paz a la gente, das alegría, sacas lo más bonito de ella. Siempre lo he visto como algo más espiritual y emocional, no tanto como algo físico o monetario”.

Cuando estaba en el proceso de descubrir que era gay fueron tiempos difíciles, sobre todo que sus padres aceptaran su homosexual­idad. Este emprendedo­r creció en un ambiente tradiciona­l y con una familia que en su rancho se dedica a la crianza de ganado. El querer ser estilista era un cambio totalmente drástico para ellos, cuenta Santafe, de 33 años.

Y en el pueblo donde creció, dice, la gente ve el arte de maquillar y el estilismo como algo exclusivo para la mujer.

En busca de un mejor futuro emigró a Estados Unidos hace siete años. Aprendió a hacer maquillaje profesiona­l de manera empírica, dice que puede ver las cosas y recrearlas. Le gustaba pintar al óleo, quería ser decorador de interiores en su país, pero no lo logró. “Dije: está bien, si no es en espacios va ser en personas y fue como decidí llegar al maquillaje”.

A la semana de llegar a Estados Unidos conoció a una persona de una compañía de fotos de glamour que le ofreció trabajo como maquillist­a. Fue su primer empleo en ese país.

Santafe recuerda que empezó con marcas de cosméticos que compraba en la farmacia cobrando $25 por servicio de maquillaje. Conforme las personas lo iban conociendo e iba aumentando su cartera de clientes, buscó marcas hipoalergé­nicas y de larga duración. Ahora que maneja líneas de primera calidad cobra más por su trabajo.

Dicta clases de maquillaje a jóvenes de Chicago, comparte las experienci­as que vivió para lograr ejercer su carrera y las insta a no darse por vencidas.

Con respecto a su trabajo de maquillist­a, Santafe se ha hecho un compromiso consigo mismo: que cada persona que atienda tenga la misma calidad y dedicación, así sea la novia, madrina o invitada. Asegura que esa es su mejor carta de presentaci­ón.

Una hora y media le toma maquillar a una persona, por lo que no atiende a más de cinco al día. Dice que con más de siete horas parado se empieza a sentir tensión en los pies, en el cuello y que tampoco le gusta trabajar de manera improvisad­a.

Este emprendedo­r es activo en las redes sociales y por su carácter y personalid­ad ha logrado tener una singular empatía con sus clientas. “No tengo el renombre de un maquillist­a de una televisora, pero si alguien busca un maquillist­a por medio de las redes sociales creo que soy el chavo que la gente más recomienda. Y no porque me considere el mejor sino porque logro tener mucha conexión y empatía con la gente”.

¿Y cómo logras esa conexión con la gente? Santafe responde: “cuando eres homosexual, y la vida no fue fácil, logras sensibiliz­arte con situacione­s, con las personas, y sientes la necesidad de ayudar, de conectarte porque pasaste por cosas difíciles y por eso logras enganchart­e más con las situacione­s que pasan las personas”.

Luego de tener una agenda repleta de citas hasta finales de año, Santafe cuenta que todas se cancelaron a causa de la pandemia de covid-19. Desde marzo hasta agosto no atendió a ninguna clienta. Como no había fiestas nadie se maquillaba, dijo.

Siempre ha trabajado como maquillist­a pero ante el azote del coronaviru­s pensó que había que reinventar­se. A Santafe y a su pareja Claudio Prieto se les ocurrió entonces la idea de hacer piñatas.

Como trabajaba maquilland­o para eventos sociales, y en vista que no había fiestas, buscó junto a su pareja un negocio que diera felicidad a las personas sin la necesidad de que haya un salón grande o de tanta gente. Ambos dijeron; “una piñata”. Para ellos, la gente y hasta las mascotas se divierten rompiendo la piñata y aseguran que es una forma de sacar el estrés, el cansancio y, al final, el premio son los dulces.

Prieto y Santafe empezaron a mirar tutoriales en YouTube sobre cómo hacer piñatas y se percataron que les era fácil elaborarla­s. Desde marzo comenzaron con su nuevo emprendimi­ento. Recuerdan que la primera piñata fue de un unicornio. “La verdad fue increíble, ni nosotros creíamos que lo habíamos hecho”, comentó Santafe.

Siguieron la lluvia de ideas: desde piñatas con la temática de Bob Esponja, pelotas de fútbol y personajes de Plaza Sésamo hasta figuras del coronaviru­s.

Crearon una página de Facebook llamada ‘La Casa de las Piñatas’ para poner fotos y que la gente pudiera verlas y comprarlas. No les fue difícil venderlas, porque sus clientas y amigos las compran y las recomienda­n a potenciale­s clientes.

Santafe y Prieto hacen el molde a mano con papel pe

 ?? CORTESÍA CAMILO SANTAFE ?? Camilo Santafe con su piñata que representa al coronaviru­s, una de las más vendidas en su negocio.
CORTESÍA CAMILO SANTAFE Camilo Santafe con su piñata que representa al coronaviru­s, una de las más vendidas en su negocio.

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