De maquillaje a piñatas
ne como enfoque empoderar a los emprendedores que viven en vecindarios de escasos recursos, para hacer crecer sus negocios y transformar sus comunidades.
En Sunshine Enterprises desarrollan un programa llamado Academy Business Community (CBA), en el que imparten cursos sobre presupuesto, contabilidad, mercadotecnia, recursos humanos, planeación estratégica, flujo de efectivo, estrategia de precios y creación de crédito.
“Al terminar las clases, el estudiante va a contar con un entrenador de negocios por 90 días, para que acompañe al emprendedor en su caminar como empresario. Y si es que va abrir un negocio, que lo haga con un buen plan y vaya alcanzando sus metas poco a poco”, dijo José Torres, coordinador de admisiones del programa CBA.
De los ocho grupos de estudiantes emprendedores que tiene Sunshine Enterprises, uno recibe clases en español y lo conforman 17 hispanos, la mayoría inmigrantes. 13 son mujeres.
“Cada día son más los inmigrantes que están abriendo sus propios negocios y generando fuentes de trabajo y me da gusto ver que las mujeres están siendo muy emprendedoras”, dijo Torres.
Rebeca Fernández, gerente de programa bilingüe de Rogers Park Business Alliance (RPBA), dice que la pandemia ha afectado a los negocios ya sea porque han bajado sus ventas o no han tenido ventas. Destaca también que la comunidad de negocios ha sido afectada por la falta de conocimiento de finanzas y sobre cómo encontrar capital. Se ha visto afectada por no tener los recursos o la educación en manejo de tecnología –cómo abrir un e-mail o abrir una cuenta de Facebook para promover su negocio– y en mercadotecnia, cómo poder hacer llegar sus productos a las personas ahora que todo se hace por internet.
En respuesta al desconocimiento en el proceso de crecimiento de un negocio surgió el programa Business Accessibility Toolkit (BAT), el cual nació de la necesidad de los negocios locales de fortalecerse y salir adelante en medio la pandemia. Además de en inglés y español, se planea impartir este programa en otros idiomas. Fernández señala que también hay otros programas que se ofrecen de forma distinta en grupo y con periodos más largos de tiempo y sesiones de entrenamiento para negocios.
“Nos están buscando para asesorarlos con todo lo que van a necesitar para salir adelante”, explica Fernández a La Raza. “Me sorprende que nuestra comunidad latina de negocios se haya visto resiliente, se ha adaptado y algunos de ellos se están reinventando… Hay que buscar estrategias para reinventarse, asesorarse o buscar información, siempre hay que tener un plan de salida, un plan de emergencia”.
De maquillista a fabricante de piñatas
Camilo Santafe tiene una maleta llena de paletas de maquillaje de todos los colores y de las marcas más reconocidas, que lleva cuando maneja su automóvil rumbo al domicilio de las clientas que lo llaman porque quieren que
“Prieto y Santafe empezaron a mirar tutoriales en YouTube sobre cómo hacer piñatas y se percataron de que les era fácil elaborarlas”.
las maquille para matrimonios, quinceañeras y fiestas sociales que se realizan en Chicago y suburbios.
Edgar Muñoz es su nombre de pila pero prefiere que lo llamen por su sobrenombre Camilo Santafe, que es como todas sus amistades y clientas lo conocen.
Este emprendedor, residente del barrio de West Lawn en el suroeste de Chicago, no trabaja para un salón de belleza sino de manera independiente, en el ramo del maquillaje a domicilio, desde hace siete años.
Dice que los fines de semana inicia su jornada de trabajo temprano, tipo “maratón”, sin descanso, desde las 6 am hasta las 6 pm.
Santafe, originario de San Juan de Los Lagos, Jalisco,
México, asistió al seminario porque quería ser sacerdote, pero por discrepancias con las autoridades eclesiásticas donde estudiaba como seminarista fue expulsado. Tiempo después encontró su pasión: el maquillaje.
Santafe es de la idea de que a través de la pintura se trabaja el área emocional de las personas. “Despiertas sus sentimientos, sus emociones, se sienten bonitas. Por medio del maquillaje también sanas, le das paz a la gente, das alegría, sacas lo más bonito de ella. Siempre lo he visto como algo más espiritual y emocional, no tanto como algo físico o monetario”.
Cuando estaba en el proceso de descubrir que era gay fueron tiempos difíciles, sobre todo que sus padres aceptaran su homosexualidad. Este emprendedor creció en un ambiente tradicional y con una familia que en su rancho se dedica a la crianza de ganado. El querer ser estilista era un cambio totalmente drástico para ellos, cuenta Santafe, de 33 años.
Y en el pueblo donde creció, dice, la gente ve el arte de maquillar y el estilismo como algo exclusivo para la mujer.
En busca de un mejor futuro emigró a Estados Unidos hace siete años. Aprendió a hacer maquillaje profesional de manera empírica, dice que puede ver las cosas y recrearlas. Le gustaba pintar al óleo, quería ser decorador de interiores en su país, pero no lo logró. “Dije: está bien, si no es en espacios va ser en personas y fue como decidí llegar al maquillaje”.
A la semana de llegar a Estados Unidos conoció a una persona de una compañía de fotos de glamour que le ofreció trabajo como maquillista. Fue su primer empleo en ese país.
Santafe recuerda que empezó con marcas de cosméticos que compraba en la farmacia cobrando $25 por servicio de maquillaje. Conforme las personas lo iban conociendo e iba aumentando su cartera de clientes, buscó marcas hipoalergénicas y de larga duración. Ahora que maneja líneas de primera calidad cobra más por su trabajo.
Dicta clases de maquillaje a jóvenes de Chicago, comparte las experiencias que vivió para lograr ejercer su carrera y las insta a no darse por vencidas.
Con respecto a su trabajo de maquillista, Santafe se ha hecho un compromiso consigo mismo: que cada persona que atienda tenga la misma calidad y dedicación, así sea la novia, madrina o invitada. Asegura que esa es su mejor carta de presentación.
Una hora y media le toma maquillar a una persona, por lo que no atiende a más de cinco al día. Dice que con más de siete horas parado se empieza a sentir tensión en los pies, en el cuello y que tampoco le gusta trabajar de manera improvisada.
Este emprendedor es activo en las redes sociales y por su carácter y personalidad ha logrado tener una singular empatía con sus clientas. “No tengo el renombre de un maquillista de una televisora, pero si alguien busca un maquillista por medio de las redes sociales creo que soy el chavo que la gente más recomienda. Y no porque me considere el mejor sino porque logro tener mucha conexión y empatía con la gente”.
¿Y cómo logras esa conexión con la gente? Santafe responde: “cuando eres homosexual, y la vida no fue fácil, logras sensibilizarte con situaciones, con las personas, y sientes la necesidad de ayudar, de conectarte porque pasaste por cosas difíciles y por eso logras engancharte más con las situaciones que pasan las personas”.
Luego de tener una agenda repleta de citas hasta finales de año, Santafe cuenta que todas se cancelaron a causa de la pandemia de covid-19. Desde marzo hasta agosto no atendió a ninguna clienta. Como no había fiestas nadie se maquillaba, dijo.
Siempre ha trabajado como maquillista pero ante el azote del coronavirus pensó que había que reinventarse. A Santafe y a su pareja Claudio Prieto se les ocurrió entonces la idea de hacer piñatas.
Como trabajaba maquillando para eventos sociales, y en vista que no había fiestas, buscó junto a su pareja un negocio que diera felicidad a las personas sin la necesidad de que haya un salón grande o de tanta gente. Ambos dijeron; “una piñata”. Para ellos, la gente y hasta las mascotas se divierten rompiendo la piñata y aseguran que es una forma de sacar el estrés, el cansancio y, al final, el premio son los dulces.
Prieto y Santafe empezaron a mirar tutoriales en YouTube sobre cómo hacer piñatas y se percataron que les era fácil elaborarlas. Desde marzo comenzaron con su nuevo emprendimiento. Recuerdan que la primera piñata fue de un unicornio. “La verdad fue increíble, ni nosotros creíamos que lo habíamos hecho”, comentó Santafe.
Siguieron la lluvia de ideas: desde piñatas con la temática de Bob Esponja, pelotas de fútbol y personajes de Plaza Sésamo hasta figuras del coronavirus.
Crearon una página de Facebook llamada ‘La Casa de las Piñatas’ para poner fotos y que la gente pudiera verlas y comprarlas. No les fue difícil venderlas, porque sus clientas y amigos las compran y las recomiendan a potenciales clientes.
Santafe y Prieto hacen el molde a mano con papel pe