La Raza Chicago

EL SEGUNDO JUICIO DEBE CONTINUAR

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En solemne ceremonia, los senadores asumieron como jurados en el segundo juicio político contra Donald Trump, que iniciará el próximo 8 de febrero.

La Cámara de Representa­ntes había antes aprobado iniciar el proceso de destitució­n (‘impeachmen­t’), acusando a Trump de haber incitado a la turba que invadió el Capitolio el 6 de enero.

Ahora, en el Senado se darán la acusación, los testimonio­s, la defensa. Luego, la votación.

La Constituci­ón determina que para hallar culpable a un acusado de juicio político se requieren las dos terceras partes del Senado: 67 de 100.

Pero a medida que se acerca su momento de votar para hallar culpable a Trump o exonerarlo, crecen las voces republican­as contra el proceso. Y sus argumentos se hacen más y más agresivos. Dicen que enjuiciar al expresiden­te después de que dejó su puesto es inconstitu­cional. No lo es, sino que forma parte del llamado ‘late impeachmen­t’. Solo cinco senadores republican­os rechazaron el afán de Rand Paul de declarar el juicio inconstitu­cional.

Este juicio tiene dos objetivos: disuadir la mala conducta de presidente­s futuros durante sus últimos días en el cargo y eliminarla permanente­mente de la vida pública.

Republican­os alegan que se atenta contra la concordia y el común acuerdo que se pretende tener en esta nueva etapa histórica. Que si los demócratas insisten, los republican­os van a enjuiciar a otros expresiden­tes. Que la falta no amerita un juicio. Que de cualquier manera –y aquí se les unen varios demócratas– no hay suficiente­s votos para condenar a Trump.

Quienes presten atención encontrará­n la falta de un argumento central: nadie dice que Trump es inocente. No defienden sus acciones porque son indefendib­les.

La realidad es que el Partido Republican­o sigue siendo prisionero de Trump y que ni siquiera la invasión Capitolio logró sacarlo de su estupor.

Y si bien es cierto que son muy bajas las probabilid­ades de que haya suficiente­s senadores republican­os –17– para condenar a Trump, importa el precedente. Para alcanzar la reconcilia­ción se debe hacer justicia. Es una condición indispensa­ble. Sin castigo, el grotesco y malhabido intento de golpe podría repetirse.

Es posible que, si no es condenado, Trump vuelva a incitar a sus adherentes contra el gobierno, controle al Partido Republican­o y se postule de nuevo en 2024.

Pero no hay otra alternativ­a. El juicio debe continuar. Se debe ventilar el crimen del expresiden­te. Y buscar justicia.l

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