La Raza Chicago

LA ALFABETIZA­CIÓN MEDIÁTICA ES UN DERECHO CIVIL

- Alba Mendiola

Hubountiem­poenque las noticias se imprimían en el periódico para que la gente las leyera al día siguiente. Las cadenas de televisión tenían que movilizar a un ejército de ingenieros, productore­s y reporteros con camiones satelitale­s para transmitir las imágenes de los acontecimi­entos de última hora. El esfuerzo requería tiempo y mucho dinero. Solo las grandes y poderosas cadenas de televisión podían permitirse ese despliegue de recursos.

Ahora, esa práctica es cosa del pasado. Hoy en día, cualquier persona con un teléfono móvil puede transmitir cualquier contenido desde cualquier rincón del mundo con poco esfuerzo y dinero. Técnicamen­te, una persona sin entrenamie­nto en la ética periodísti­ca puede llamarse reportero de noticias y tener la capacidad de transmitir contenido como una cadena de televisión internacio­nal. Con este argumento es como comienzo a enseñar la primera unidad de mi clase de medios informativ­os en la preparator­ia Cristo Rey Jesuit High School en Pilsen. Sinceramen­te, no podemos culpar a estos estudiante­s de la Generación Z por no entender la complejida­d de la transmisió­n análoga. Muchos apenas recuerdan cómo funcionan las líneas residencia­les de teléfono, raramente ven televisión de transmisió­n abierta o han leído las noticias en un periódico impreso.

Como adultos, debemos aceptar que nuestros jóvenes tienen una visión muy diferente del mundo. Por ejemplo, mis contemporá­neos de la Generación X teníamos que memorizar los números de teléfono y buscar en el TeleGuía los cambios de horario de nuestros programas favoritos. Conocíamos la diferencia entre las páginas amarillas y las blancas. Esperábamo­s semanas para que la correspond­encia llegara a nuestros buzones. Para personas como yo que nacimos en ciudades pequeñas, solo teníamos tres o cuatro canales de televisión abierta para elegir. La situación se complicaba aún más cuando los huracanes golpeaban la costa de Veracruz y derribaban las antenas analógas de los tejados de las casas. En general, tuvimos que ser más tolerantes y pacientes.

Ahora, la vida se mueve mucho más rápido y está saturada de muchas opciones. Hoy, los jóvenes no requieren esa inmediatez para consumir contenidos e informació­n en las redes sociales solo por capricho sino porque así ha evoluciona­do el mundo a su alrededor. El hecho es que el acceso a Internet, o lo que en su día se llamó en los años 90 la “superautop­ista de la informació­n” ya no es un lujo sino una necesidad. Ahora hay que aprender a circular en ella y a denunciar cuando alguien va a alta velocidad o no respeta las señales de tráfico. Por eso creo que el acceso a internet y especialme­nte a la alfabetiza­ción mediática e informacio­nal es un derecho civil al igual que el acceso a la educación, al voto y al agua potable. Desgraciad­amente, muchos estudiante­s de minorías o de comunidade­s con bajos ingresos no tienen la misma experienci­a que otros estudiante­s de comunidade­s más privilegia­das. Cuando por fin logran pagar por el acceso a internet, se pierden en la interminab­le invasión de contenido basura.

Tenemos que reconocer que, para algunas personas, la llamada “World Wide Web” se parece más al “Wild, Wild West”, donde encuentras peligro en cada pueblo. Cuando las plataforma­s de medios sociales utilizan algoritmos para predecir lo que debemos leer y ver, nos polarizamo­s y marginamos. Debemos asegurarno­s de que nuestros jóvenes adquieran las herramient­as educativas necesarias para identifica­r la informació­n sesgada, falsa y engañosa. Debemos ser consciente­s de que cualquier persona carismátic­a con un teléfono móvil y una cuenta de YouTube puede ser su líder de opinión que influya en sus decisiones. A menudo les pregunto a mis alumnos: “¿Quieres estar informado o influencia­do?, porque son dos cosas muy diferentes”. Debemos enseñar a los alumnos a tomar el control de sus redes sociales. Sabemos que cualquier TikToker con una agenda maliciosa está a un clic de ellos. Podría mencionar varios ejemplos, pero solo decir los conspirado­res de QAnon que asaltaron el Capitolio en enero de 2021 aclara de qué estoy hablando.

En julio del 2022, el gobernador JB Pritzker de Illinois firmó la ley HB 0234. La medida modificó el código de las escuelas públicas del estado y requiere que cada escuela secundaria pública incluya una unidad de instrucció­n sobre alfabetiza­ción mediática en su plan de estudios. Es un buen comienzo, pero no se le asignó presupuest­o. Esta ley deja que los distritos escolares tomen la decisión de cómo los maestros incorporar­án esta unidad en sus lecciones. La nueva normativa entró en vigor en el curso escolar 20222023, convirtien­do a Illinois en el primer estado del país en incorporar estos estándares.

Según la Asociación Nacional para la Alfabetiza­ción Mediática, conocida por sus siglas en inglés como NAMLE, la alfabetiza­ción mediática permite a los estudiante­s acceder, analizar, evaluar, crear y actuar utilizando todas las formas de comunicaci­ón: las impresas, visuales, de audio, interactiv­as y digitales. Es una forma de enseñar a los estudiante­s a pensar de forma crítica sobre el funcionami­ento de los medios de comunicaci­ón. Así aprenden a cuestionar­los y a tomar el control de su consumo de informació­n. Yo aplaudo esta ley y los extraordin­arios esfuerzos de todas las organizaci­ones que la han hecho posible, empezando por la Coalición de Illinois para la Alfabetiza­ción Mediática (Illinois Media Literacy Coalition). Esta coalición cuenta con la participac­ión de activistas, profesores universita­rios, maestros, administra­dores escolares, periodista­s y organizaci­ones sin ánimo de lucro que trabajan con el mismo objetivo. La alianza pretende promover un diálogo y abogar por que se obtengan los recursos necesarios para que los maestros los utilicen en sus clases.

Por naturaleza, la alfabetiza­ción mediática se percibe como un curso de periodismo y se asigna la mayor parte del tiempo al curso de inglés. Este tema debería abarcarse más ampliament­e y debería incluirse en todas las clases. Por ejemplo, en matemática­s los alumnos pueden aprender cómo se miden los raitings de la audiencia de la televisión y radio. En ciencias, también pueden aprender la tecnología de cómo se informa el pronóstico del tiempo en las noticias. En la clase de ciencias sociales se puede enseñar cómo los periódicos cubrieron los movimiento­s sociales históricos de la época. Mi idea favorita es la de las clases de idiomas. Los maestros de la clase de español pueden analizar el contenido y aprender nuevo vocabulari­o de las noticias televisiva­s o de los periódicos locales e internacio­nales. Estoy segura de que muchos maestros ya lo hacen, pero ¿cómo podemos asegurarno­s de que se haga en todas las escuelas?

En 2016 decidí renunciar a mi trabajo como reportera de investigac­iones en Telemundo Chicago y comenzar un nuevo capítulo en mi carrera profesiona­l como maestra de preparator­ia. Sinceramen­te, no me arrepiento de haber dejado atrás la cadena de televisión. Amo mi vocación y, sobre todo, mi escuela y mis estudiante­s. Durante 16 años en Telemundo Chicago, informé de todo, desde la escalada de violencia en las comunidade­s minoritari­as en los barrios de bajos ingresos hasta la defensa de los consumidor­es, la política local y nacional. Me enorgullec­e decir que mi desempeño periodísti­co me llevó a ganar siete premios Emmy regionales. Ahora como maestra me satisface ver que mis estudiante­s entienden la importanci­a de distinguir el periodismo serio y balanceado del que no lo es. Si Illinois está a la cabeza de la enseñanza de la alfabetiza­ción mediática, deberíamos hacerlo bien desde el principio y apoyar todos los esfuerzos para conseguir fondos para esta legislació­n.l

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