JURADO DECLARA INOCENTE A EL TEQUILA
Un jurado determinó el pasado viernes en la Corte Federal de Tulsa que Carlos Aguirre y su empresa Restaurantes El Tequila LLC no violaron voluntariamente las leyes laborales de los Estados Unidos. No obstante, el proceso continúa pues aún está en firme la sanción de $1.75 millones de dólares por pagos pendientes y compensación de daños. Este monto habría sido de $3 millones si el veredicto hubiese sido condenatorio.
La investigación del Departamento de Trabajo se inició hace tres años a raíz de la acusación de un exempleado por supuestas irregularidades en pago de sueldos mínimos, horas extras y el manejo de registros escritos. El Tequila cuenta actualmente con casi cien trabajadores hispanos en las sedes de Broken Arrow, Owasso y Tulsa.
No ha sido una semana fácil para Carlos Aguirre, su esposa Ana Patricia Herrera, el personal de los restaurantes, sus familiares y amigos, ni para la comunidad hispana en general. Él mismo se sorprende por la incómoda situación y en ocasiones no se explica por qué debió vivirla, aunque su envidiable fe y el apoyo incondicional de su esposa le permitieron afrontarla con fortaleza. Todos los días de la semana pasada debió asistir a la Corte Federal y soportar un duro proceso de continuas incertidumbres en el que incluso se especuló con el cierre de sus restaurantes.
El batallar ha sido parte de la vida de Carlos Aguirre. Nacido en Jalisco, fue el segundo de nueve hijos de una familia muy pobre. Desde los siete años trabajó en labores de rancho como la recolección del estiércol requerido en la construcción. A los dieciséis años vino a los Estados Unidos y durante nueve años trabajó sin descanso como mesero y cocinero. Ya desde esos días les decía a sus compañeros que algún día él tendría su propio restaurante.
Después de ahorrar $25.000 se asoció con un primo para montar un restaurante en South Carolina. Tras la exitosa experiencia decidió abrir en Tulsa el primer Tequila (81 & Memorial), y posteriormente otros tres. ‘Montarlo’ no es una tarea que suela contratar, ya que él mismo - con empleados y amigos- se encarga de todos los detalles de construcción, electricidad, carpintería, pisos y acabados.
Trabajar es su constante, nos narró una de sus empleadas. “Suele llegar a los restaurantes, ponerse el mandil y atender mesas o lavar platos con una sencillez ejemplar”. Y su laborar ha sido tan obsesionado que solo hasta hace unos años empezó a disfrutar de algo para él evidentemente desconocido: ‘vacaciones’.
Es un hombre metódico y profundamente religioso. Se levanta a las cinco de la mañana, lee la Biblia durante una hora, va luego al gimnasio y regresa a preparar el desayuno. Después atiende asuntos de trabajo desde su casa, para luego salir a recorrer los restaurantes según las prioridades de atención.
Los relatos de las personas consultadas nos permiten concluir que su estilo es muy paternalista. “Jamás ha despedido a un empleado, ni siquiera a algunos que ha sorprendido en situaciones indelicadas”, puntualiza su esposa: “Es de los que siempre dan una nueva oportunidad”.
Aunque no es muy amigo de la vida social, Carlos Aguirre apoya distintas causas de nuestra comunidad, auxilia necesidades económicas de sus empleados, favorece la iglesia y ampara dos fundaciones infantiles en México y Guatemala.
Con el anterior perfil, es de extrañar que deba afrontar este espinoso proceso ante la justicia. Reconoce que en El Tequila se cometieron errores administrativos pero nunca malintencionados. Derivado de esta experiencia recomienda a otros colegas empresarios: guardar registros de todas sus operaciones, evitar la informalidad de los acuerdos verbales, y no dejar toda la responsabilidad de las cifras en cabeza del Contador, porque ante la ley solo responde el representante legal. (La Semana)
“Jamás ha despedido a un empleado, ni siquiera a algunos que ha sorprendido en situaciones indelicadas” “Es de los que siempre dan una nueva oportunidad”