El miedo a Keiko Fujimori, la clave de las elecciones en Perú
Miles de peruanos se lanzaron a las calles de Lima y otras ciudades en protesta contra el probable triunfo en la segunda vuelta electoral, de Keiko Fujimori, la hija del expresidente Alberto Fujimori, quien cumple 25 años de cárcel por corrupción, homicidio y secuestro.
De ganar el balotaje la candidata, como adelantan las últimas encuestas aunque reduciendo su ventaja, Perú tendría desde el 28 de julio el cuarto mandato presidencial fujimorista (1990-2000), un régimen signado por la violación de derechos humanos y el rompimiento institucional mediante un llamado autogolpe.
“Un triunfo de Keiko Fujimori representa para la democracia peruana, a nivel simbólico, un ejercicio de masoquismo indigno de quienes ya sufrieron el crimen y el horror del gobierno de su padre...Su elección supondría el respaldo de un proyecto que vulneró todos los principios democráticos”: Julio Arbizu.
El 31 de mayo, y en otras dos ocasiones anteriores, multitudes de manifestantes en Lima y en las principales ciudades del país expresaron su rechazo a la candidatura de Keiko Fujimori, en protestas similares a las que afrontó como informal primera dama durante el proceso de reelección de su padre por tercera vez, en 2000.
Keiko Fujimori, de 41 años, disputa la jefatura de Estado con el banquero, Pedro Pablo Kuczynski, de 77, primer ministro y ministro de Economía del gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006). Los dos repiten como candidatos, tras quedar ella segunda y el tercero en los comicios de 2011, donde triunfo el nacionalista Ollanta Humala.
En los últimos sondeos, Fujimori mantiene una ligera ventaja sobre Kuczynski, lo que podría cambiar debido a crecientes denuncias de corrupción y otras irregularidades de la candidata de la derechista Fuerza Popular, que agrupa a los herederos de Alberto Fujimori, de 77 años y recluido desde 2007 en una cárcel acondicionada en un cuartel de la Policía Nacional, en el este de Lima.
Desde el año pasado, Keiko Fujimori buscó proyectar una imagen alejada de las prácticas autoritarias de su padre, en una estrategia salpicada de ofertas populistas, destinada a neutralizar el voto antifujimorista que la llevó a la derrota en 2011.
Pero durante la campaña iniciada en enero, la candidata ha enfrentado un crescendo de acusaciones de financiamiento de origen sospechoso, manipulación de los medios, imputaciones falsas en agravio de sus opositores y otras prácticas indebidas que recordaron la actuación de su padre. (IPS)