Algas ganan espacio alimentario en América del Sur
Las algas marinas, un alimento rico en nutrientes que estuvo presente en la dieta regular de varios pueblos originarios de América del Sur, aparecen ahora como una alternativa en la búsqueda de garantizar la seguridad alimentaria de América Latina y otorgar empleo a miles de habitantes de las zonas costeras de la región.
“Trabajo en las algas desde los cinco años. Ahora tengo 50. Tengo un patrón (jefe) a quien siempre le vendo y quien, según dice, las usa para hacer cremas y plástico”, contó a IPS la alguera Zulema Muñoz, en el pueblo costero de Matanzas, a 160 kilómetros al sureste de Santiago de Chile, sobre el océano Pacífico.
Las algas marinas se han utilizado como alimento humano desde la antigüedad, especialmente en China, la península de Corea y el Japón.
“Las algas necesariamente se deberán cultivar porque no podemos abastecernos solo de poblaciones naturales. La experiencia ya nos demuestra, y no solo en algas, que la sobreexplotación es un problema frecuente y frente al cual debemos encontrar alternativas sustentables”: Erasmo Macaya.
Al emigrar a otras regiones, los naturales de esos países han llevado su uso a sus nuevos países, por lo que pueden encontrarse productos a base de algas saladas, desecadas y frescas en casi todas las partes del mundo.
Según cifras de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cada año en el mundo se recogen unos 25 millones de toneladas de algas marinas y otras algas para su uso como alimento, en cosméticos y fertilizantes, además de procesarse para extraer espesantes o utilizarse como aditivo para piensos.
De acuerdo a la FAO, la acuicultura marina, especialmente de algas y moluscos, contribuye a la seguridad alimentaria y al alivio de la pobreza, pues la mayoría de sus productos se obtienen con actividades pesqueras que van de pequeña a media escala.
América Latina, una región de 625 millones de personas, con más de 34 millones de ellas padeciendo hambre según cifras de la propia FAO, países como Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Perú y Venezuela, han explorado la producción de algas marinas.
En Chile, “estudios llevados a cabo en Monte Verde (región de Los Lagos, 800 kilómetros al sur de Santiago), demostraron que allí, en uno de los primeros asentamientos humanos de América, las personas incorporaron en su dieta algas marinas”, explicó Erasmo Macaya, investigador principal del Laboratorio de Estudios Algales de la chilena Universidad de Concepción
Las algas marinas “también han sido fuente de alimentación para (los indígenas) lafkenches, quienes las utilizaron (y siguen utilizando) como parte de su dieta, principalmente el cochayuyo (Durvillaea antárctica), conocido como ‘ kollof’, y el luche (Pyropia/ Porphyra)”, añadió en diálogo con IPS desde la sureña ciudad de Concepción. (IPS)