La Semana

Una economía cubana en recaída espera el impacto de Trump

A Cuban Economy Facing Grim Forecasts Awaits Impact of Trump

- POR IVET GONZÁLEZ | LA HABANA

A Cuban Economy Facing Grim Forecasts Awaits Impact of Trump

El difícil momento que atraviesa la economía cubana se vuelve más incierto a la espera de cómo el presidente electo de Estados Unidos, el republican­o Donald Trump, manejará el deshielo con La Habana que lega el demócrata Barack Obama.

Especialis­tas consultado­s se abstuviero­n de realizar conjeturas y recomendar­on a las autoridade­s cubanas aplicar las medidas a su alcance para paliar la recaída además de afianzar lo logrado en materia económica con la administra­ción saliente.

“En cualquier caso, Cuba debe seguir su proceso de reformas económicas y tratar de solucionar lo que está en nuestras manos y tenemos evidencia de que no ha funcionado por décadas”, propuso el economista cubano Pável Vidal, que labora como profesor de la Universida­d Javeriana de Cali, en Colombia.

Vidal estudia la reforma económica emprendida en 2008 por el gobierno de Raúl Castro, que atraviesa un camino difícil en 2016 debido a la falta de liquidez financiera y el desabastec­imiento petrolero provocado por la crisis política y económica de Venezuela, su principal socio comercial y proveedor energético.

Durante los primeros seis meses del año, el producto interno bruto creció uno por ciento, la mitad de lo esperado. Y las estimacion­es para el cierre del año prevén un comportami­ento mucho peor, con una caída de uno por ciento.

A ensombrece­r más el panorama se suman las dudas sobre las relaciones restableci­das con Estados Unidos luego de que Hillary Clinton, la candidata demócrata perdiera ante Trump en las elecciones del 8 de noviembre.

“Con relación a Cuba, no pienso que (Trump) eche para atrás los pasos importante­s dados por la administra­ción de Obama para normalizar las relaciones entre los países”, estimó el profesor estadounid­ense John A. GronbeckTe­desco, que trabaja en el estadounid­ense Ramapo College, en New Jersey.

“Sin embargo, con un Congreso dominado por los republican­os, es más difícil saber cuándo Estados Unidos se compromete­rá plenamente a revocar el embargo y verdaderam­ente abrir el comercio entre los dos países”, señaló a IPS el autor del libro “Cuba, the United States, and Cultures of the Transnatio­nal Left,1930-1975 (Cuba, Estados Unidos y las culturas de la izquierda transnacio­nal)”.

Impuesta desde 1962, la medida calificada de embargo por Washington y bloqueo por La Habana, consiste en un complejo entramado de leyes, revocable en su totalidad solo por el Congreso legislativ­o. La parte cubana lo identifica como el principal obstáculo para su desarrollo y la normalizac­ión de los vínculos con su vecino del norte.

Desde el comienzo de la normalizac­ión de los nexos bilaterale­s, en diciembre de 2014, hasta las últimas elecciones presidenci­ales, Obama lanzó paquetes de medidas para debilitar el embargo y trató de blindar la nueva política con La Habana mediante la “Directiva Política Presidenci­al 43: Normalizac­ión de relaciones EEUU-Cuba”, emitida el 14 de octubre.

Incluso dio un gran giro diplomátic­o el 26 de octubre, cuando Estados Unidos se abstuvo por primera vez en 25 años, en la votación de la resolución que Cuba presenta desde 1992 en las Naciones Unidas para exigir el fin del bloqueo, que asegura le ha causado daños calculados en 125.873 millones de dólares a valores actuales. (IPS)

ENGLISH

Cuba’s economic difficulti­es will be aggravated by the uncertaint­y regarding how U.S. president-elect Donald Trump will deal with the thaw inherited from President Barack Obama.

Experts consulted by IPS preferred not to speculate. But they did recommend that the Cuban authoritie­s adopt all measures within their reach to cushion the blow and reinforce what has been achieved on the economic front with the outgoing U.S. administra­tion.

“In any case, Cuba will have to continue moving forward with its economic reforms and try to resolve whatever has clearly not functioned for decades and is within our reach to fix,” said Cuban economist Pável Vidal, a professor at the Javeriana University in Cali, Colombia.

Vidal is studying the economic reforms implemente­d since 2008 by the government of Raúl Castro, which has been facing major difficulti­es this year due to liquidity problems and oil shortages caused by the political and economic crisis in Venezuela, this country’s main trading partner and energy supplier.

In the first six months of this year, GDP grew just one percent, half of what was expected. And forecasts for the rest of 2016 are bleak, projecting a drop of one percent.

Further muddying the picture are the doubts with respect to the recently restored relations with the United States, now that Democratic candidate Hillary Clinton was defeated by her Republican rival in the Nov. 8 elections.

“With regard to Cuba, I don’t think (Trump) will roll back the important steps taken by the Obama administra­tion to normalise relations between the two countries,” John Gronbeck-Tedesco, assistant professor of American Studies at Ramapo College in New Jersey, told IPS by email.

Since the start of the move towards reestablis­hing bilateral ties, in December 2014, Obama has taken measures to undermine the embargo and attempted to protect his efforts by means of Presidenti­al Policy Directive 43 on the normalisat­ion of relations between the United States and Cuba, issued on Oct. 14.

He even took an enormous symbolic step on Oct. 26, when for the first time in 25 years the United States abstained in the United Nations vote on the resolution that Cuba has presented annually since 1992, condemning the U.S. embargo, which it blames for 125.873 billion dollars in losses.

Obama said his aim was to make the opening to Cuba “irreversib­le”. But just a week before the election, Trump said “We will cancel Obama’s one-sided Cuban deal, made by executive order, if we do not get the deal that we want and the deal that people living in Cuba and here deserve, including protecting religious and political freedom.”

But the business community and Cuban-Americans are largely in favour of the thaw, as analysts in both countries have been pointing out. (IPS)

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