RICKY MENDOZA: UN BOXEADOR CON LOS PIES EN LA TIERRA
Ganar es siempre satisfactorio, pero no siempre lo es todo. Como bien saben los atletas las lecciones más importantes de la vida se aprenden con las derrotas, y esta historia se repite en el caso del boxeador Tulsano Ricky Mendoza, a quien le hubiera encantado ganar su primera pelea oficial, pero sabe que la experiencia vale más que el título. Mendoza es un boxeador amateur de 25 años, oriundo de Tulsa, que la semana pasada participó del torneo de box amateur más grande del país: el torneo Ringside, que contó con representantes de todos los estados y 9 extranjeros y se llevó a cabo en Independence, Mo. En su primer pelea oficial la joven promesa se enfrentó a Lewis Redmond, campeón este 2017 en el Golden Gloves de Kansas City, con 7 peleas invictas. “Pelear frente a una multitud y hacerte amigo del miedo, eso es una gran cosa”, dijo Mendoza. “Ricky me impresionó realmente entrando en este torneo”, admitió Aaron Sloan, el entrenador de Mendoza y dueño del gimnasio Engine Room Boxing gym. “El sabía que iba a tener que enfrentarse a boxeadores más experimentados, pero se entrenó mucho y entiende que en el box amateur lo que cuenta es la experiencia, y quedándonos en casa sin pelear no hacemos nada. Peleó muy bien y va a ser un boxeador excelente”. Para prepararse para el torneo Mendoza corría todas las mañanas antes de ir a su empleo, donde trabaja como técnico quirúrgico, luego iba al gimnasio unas cuatro veces a la semana para entrenar. Si bien Mendoza boxea en el Engine Room desde hace dos años, la primera vez que se calzó los guantes fue cuando adolescente en su ciudad natal, Los Angeles. “Era un chico problemático, me iba bien en la escuela pero siempre andaba en cosas complicadas”, recuerda el boxeador. El pastor de Mendoza le presentó a Lilly Urquidez Rodriguez, una boxeadora pionera en la profesión que tenía un gimnasio de entrenamiento en el que Mendoza entrenó alrededor de un año, tiempo en el que aprendió a amar el deporte y que dejó una huella en su vida que perduró por siempre. Según Mendoza, Rodriguez tenía una historia muy similar a la suya. “Me introdujo en este mundo del box y me hizo sentir que ahí pertenecía. Me decía que si trabajaba duro podría convertirme en alguien en este deporte”, explicó Mendoza. “Me enseñó lo que es la disciplina, era genial”, agregó. Cuando Rodriguez falleció Mendoza perdió la conexión con el gimnasio y eventualmente dejó el box. Años después terminó el secundario y comenzó a estudiar en un terciario local pero perdió el foco de su carrera y decidió cambiar, mudándose a Tulsa donde vivía su padre. “Decidí que lo mejor para mi era salir de donde estaba y focalizarme en mi mismo porque si seguía con la misma rutina no iba a llegar a ningún lado”, confesó Mendoza. “Quería probarme a mi mismo que podía ser independiente, aprender cosas nuevas de mi, como persona. Ya pasaron cinco años y sigo aquí”. Mendoza decidió retomar el deporte que ama hace dos años con la intención de ponerse en forma. Rápidamente volvió a retomar sus estudios y empezó a dividir sus días entre estudio, trabajo y entrenamiento, porque siempre quiso convertirse en anestesista enfermero certificado. “Quiero tener una carrera, una educación pero al mismo tiempo quiero boxear”, dijo Mendoza. “Mi abuela siempre me dijo ‘Puedes hacer lo que quieras si pones empeño, dedicación y eres persistente’”, recordó el boxeador con una pausa y una sonrisa. “Me dijo que yo era bastante testarudo, pero que es una cualidad que puedo explotar a mi favor”. (La Semana)