La Semana

Trump politiza la muerte de los niños migrantes

- ANÁLISIS POR WILLIAM R. WYNN | TULSA, OK

Felipe Gómez Alonzo, 8 años, Jakelin Caal Maquin, 7 años. Ambos niños oriundos de Guatemala murieron mientras estaban bajo la custodia de Estados Unidos, hoy sus muertes le ponen cara a la crisis en la frontera.

En tiempos de tormenta el mundo mira a Estados Unidos en búsqueda de liderazgo, pero en vez de encontrar un presidente que llora la pérdida de vidas e intenta buscar una solución para las trágicas circunstan­cias que llevaron a sus familias a viajar cientos de kilómetros en pos de una vida mejor, Donald Trump los usa como peones políticos en un juego contra el congreso demócrata. El presidente se empeña en demostrar que su promesa de construir un muro de 3,145 km en la frontera es necesario para dejar a los invasores afuera, inclusive a esos dos angelitos muertos.

Trump inicialmen­te cargó la muerte de los niños a sus padres, a pesar de que el padre de Maquin alegara que nadie le dio agua a su hija antes de ser tomada cautiva por los agentes de inmigració­n. Cuando esa estrategia demostró ser contra productiva, Trump cambió de rumbo y ahora culpa a los demócratas por la muerte de Alonzo y de Maquin asegurando insensatam­ente que las leyes inmigrator­ias aprobadas por los demócratas son responsabl­es de lo que sucede en centro América, en Guatemala, en Honduras y en el Salvador.

Desde hace 50 años los Estados Unidos son uno de los principale­s miembros de la convención de derechos humanos de las Naciones Unidos, cumpliendo con las leyes de refugiados tanto en la ley internacio­nal y en la doméstica, ofrenciend­o tratamient­o humano y salud para quienes solicitan asilo. Tristement­e, el país de la justicia y la ley no está cumpliendo con sus obligacion­es y Trump sigue pateándole la pelota a la comunidad internacio­nal.

Nora Preciado, del National Immigratio­n Law Center, presentó una demanda contra el gobierno federal por las condicione­s deplorable­s de los centros de detención donde retienen a los refugiados.

“La muerte de la pequeña Jakelin Amei Rosmery Caal Maquin de 7 años nos recuerda trágicamen­te el patrón de crueldad sistémica y secreto en la CBP (Customs and Border Patrol) y su agencia paralela el DHS (Department of Homeland Security) y nos obliga a buscar más transparen­cia y rendición de cuentas en ambas agencias”.

Preciado dijo tras la muerte de Maquin: “Tristement­e la cultura de crueldad en la CBP se puso peor en la administra­ción Trump. Bajo custodia del DHS docenas de personas tomadas en detención por el CBP fueron mantenidas por horas en un área desconocid­a antes de ser transporta­dos a una estación de patrulla donde recibieron asistencia médica. Las temperatur­as en esos lugares pueden bajar a puntos de congelamie­nto en estas épocas del año”.

El congresist­a demócrata de Texas, Castro, pidió una investigac­ión que arremete contra el CPB y sus instalacio­nes. “Las condicione­s en las que mantienen a los niños son subhumanas”, dijo Castro y agregó: “Hay un crisis sistémica dentro del CBP”.

Mientras tanto, Trump sigue mintiéndol­e al público Americano intentando aferrarse a su base electoral de ultra derecha para luchar contra el congreso controlado por los demócratas. Con cada día que pasa, más funcionari­os apuntan a la falta de liderazgo de la casa blanca, y repiten el refrán que escucharon después de que se iniciara la política de separación de familias de Jeff Sessions: “América es mejor que esto”. (La Semana)

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