Unidos en Tulsa ayuda a los refugiados en la ciudad
La mayor parte de las noticias que refieren a los refugiados de Centro América en busca de asilo en Estados Unidos ha sido calamitosa, desde el uso de gas en la frontera con México hasta las muertes de dos pequeños niños en custodia del gobierno americano en Texas, la situación pareciera fuera de control. Pero un grupo de voluntarios de Tulsa están intentando hacer la diferencia en silencio en las vidas de los solicitantes de asilos de una manera inesperada e inspirante que pareciera cambiarlo todo.
Unidos en Tulsa es una organización de hispanos en Tulsa que se reunieron el año pasado con el fin de alimentar a las personas en situación de calle, llevándoles comidas preparadas a los desamparados del centro de Tulsa. Su fundador, Rodolfo Sanguilan que emigrar de México años atrás le dijo a LA semana que mientras estaban entregando alimentos en la estación del bus Greyhound, se dieron cuenta de que había muchas familias inmigrantes en la ciudad que estaban pasando por Tulsa y tenían necesidades que nadie parecía asistir.
“Comencé a preguntarle a las personas si estaban en la parada esperando conexiones, y después les preguntaba ‘¿Tienes hambre?’, y les ofrecía lo que teníamos preparado”, explico Sanguilan. “Muchos tenían vergüenza y no querían hablar al principio, y con el tiempo vimos que había fmilias enteras que no habían comido desde el día en el que se bajaron del bus o que los liberaron de los centros de detención”.
Sanguilan explicó que un encargado del bus Greyhound le contó que los colectivos llegan a Tulsa varias veces al día desde Texas y Arizona con 20 y hasta 40 inmigrantes que buscan llegar a ciudades más grandes como Chicago. Es una experiencia dura y solitaria para quienes no hablan español porque no hay empelados bilingües en la terminal de Tulsa. Unidos se organizó rápidamente para tener comidas listas para los pobres inmigrantes que bajan en la estación, y ropa para los niños.
“Esta gente está viajando con nada, no tienen idea de lo que les espera en su destino final”, le dijo un voluntario de Unidos a La Semana en una visita a la estación Greyhound el pasado lunes por la noche. “Los ayudamos para que no pierdan la conexión de su bus, y si las familias necesitan comida o ropa les damos lo que podemos mientras esperan aquí en Tulsa”.
Todas las donaciones de Unidos provienen de hispanos locales que expresan su solidaridad por medio del sitio Unidos en Tulsa en Facebook.
La Semana tuvo la oportunidad de dialogar con algunos de los inmigrantes que están de paso en Tulsa.
Revin Jonathan Raymundo Martinez viajó 25 días desde Guatemala hasta Estados Unidos con su niña de 7 años. “Lo peor fue el frío y el hambre”, confesó el hombre. Hoy tiene asilo político y quiere trabajar para conseguir un mejor futuro para sus hijos. “La gente de Tulsa se ha portado muy bonito con nosotros”, aseguró. “A mis compañeros que se cuiden mucho porque el camino es bastante difícil y es muy peligroso”, dijo sobre su viaje.
LA pequeña Alaisa Martinez de 12 años llegó a Tulsa con su papá Joel y su hermanita pequeña. “No quiero recordar inmigración, nos dejaron en un cuarto frio helado, sin nada rico para comer”, contó sobre su paso por inmigraciones.
“Si tuviera que volver a hacerlo lo haría, porque quiero graduarme de arquitecta”, le dijo a La Semana con convicción. Su padre aún espera resolver la situación de su esposa que sigue en Honduras, pero sabe que la meta es más grande que lo que deja atrás. “Vengo trabajar de lo que sea, quiero que sea un año mejor con un gran futuro para mis niños”.
Si quiere donar dinero o ayudar a distribuir alimentos en la ciudad a quienes menos tienen, envíe un mensaje a Unidos en Tulsa por su página de Facebook Unidos en Tulsa o llame a Rodolfo Sanguilan al 918-978-4810.
Mientras la Caravana comienza a llegar a destino, Tulsa se convierte en una ciudad de tránsito en la que una pequeña organización ofrece santuario y resguardo a quienes van en búsqueda de una vida mejor, demostrando que vivimos en una ciudad que premia a la diversidad y en la que la solidaridad nunca pasa desapercibida. (La Semana)