La estrategia racial de Trump está más viva que nunca
Trump's racial strategy of "them against us" is more alive than ever
El domingo, el presidente Donald J. Trump conminó a congresistas demócratas progresistas a regresar “a los países infestados de crimen de donde vinieron”. Aunque Trump no las nombra, se refería a las cuatro congresistas electas en los comicios intermedios de 2018: Alexandria Ocasio Cortés, nacida en Nueva York y de ascendencia puertorriqueña; Ayana Pressley, de Massachusetts; Ilhan Omar, de Minnesota; y Rashida Tlaib, de Michigan. Solo Omar es inmigrante y llegó aquí como refugiada de Somalia a los 10 años de edad. Es ciudadana estadounidense.
Es obvio que para Trump ser estadounidense equivale a ser blanco. Y es esa premisa la que mueve su estrategia de campaña, ahora de reelección, así como su estrategia política y sus decisiones de política pública, especialmente en materia migratoria. De hecho, Trump lleva semanas anunciando el inicio de redadas en varias ciudades del país para detener a inmigrantes con órdenes finales de deportación, acción que para Trump es un capítulo más del reality show que es su presidencia, para infligir terror entre la comunidad inmigrante y demostrar ante sus seguidores que está cumpliéndoles lo prometido. De hecho, para garantizarles que su plan de promover división guiará su campaña de reelección.
El domingo afirmó que las congresistas demócratas progresistas deben “regresar” a los países de “donde vinieron”, aunque ese país sea Estados Unidos. “Regrésate a tu país” es la frase preferida de los prejuiciosos, y muchos hemos sido el objetivo, sobre todo al hablar español en público, aunque seamos ciudadanos estadounidenses. ¿Qué pueden esperar entonces los inmigrantes al interior del país y los migrantes que arriban a la frontera o que ya están detenidos y hacinados en condiciones infrahumanas?
Si su gobierno ni siquiera tiene compasión
con niños y bebés migrantes detenidos en insalubres condiciones documentadas por el Inspector General del propio Departamento de Seguridad Interna (DHS), ¿hay quien todavía ponga en duda que el único objetivo de Trump es explotar políticamente la divisiva estrategia de “ellos contra nosotros” cimentada en el nativismo, el prejuicio y el racismo?
Y claro está, sus cómplices le siguen el juego. Solo hay que remitirse a la visita del vicepresidente Mike Pence a la frontera el pasado viernes. Mientras las cámaras de la prensa que cubre al vicepresidente mostraron las terribles condiciones de hacinamiento e insalubridad y los propios reporteros indicaron que la pestilencia era abrumadora y que incluso algunos agentes portaban máscaras debido al mal olor, Pence trató de minimizar las condiciones y, claro está, culpó a los demócratas por la falta de fondos para abordar la crisis. Incluso tachó de “deshonesto” un video de CNN del hacinamiento.
Solo había que ver el rostro de Pence al observar a los migrantes enjaulados. Parecía que quería salir corriendo. Pero tenía que completar la visita para hacer creer que hay compasión, cuando en realidad Trump está utilizando la crisis humanitaria con fines electorales. La imagen de rostros morenos hacinados le sirve a Trump en sus planes de promover miedo y prejuicio entre sus huestes.
Me pregunto dónde Pence esconde su Biblia y los preceptos religiosos que tanto defiende, cuando le hace el trabajo sucio a Trump. Pence cumplió su cometido y dio la espalda al problema.
Pero el daño infligido, sobre todo el daño psicológico a los niños, ya está hecho.
Porque si algo ha demostrado Trump y su gobierno es que la crueldad y el prejuicio no tienen límites, así se trate de niños, o de expresidentes, o de congresistas que no llenen el molde racial que el presidente defiende. La estrategia electoral del “ellos (los de color) contra nosotros (los blancos)”, sigue vivita y coleando en los planes de reelección de Trump. (America’s Voice)
ENGLISH
On Sunday, President Donald J. Trump challenged progressive Democratic members of congress to return "to the crime-infested countries infested from which they came." Although Trump does not name them, he referred to the four House members elected in the interim elections of 2018: Alexandria Ocasio Cortés, born in New York and of Puerto Rican descent; Ayana Pressley, from Massachusetts; Ilhan Omar, of Minnesota; and Rashida Tlaib, from Michigan. Only Omar is an immigrant and arrived here as a refugee from Somalia at 10 years of age. She is a citizen of the United States.
It is obvious that for Trump to be American means to be white. And it is this premise that moves his re-election campaign strategy, as well as his political strategy and public policy decisions, especially on immigration matters. In fact, Trump has been announcing the beginning of raids in several cities across the country to arrest immigrants with final orders of deportation, an action that for Trump is another chapter of the reality show which is his presidency, to inflict terror among the immigrant community and demonstrate to his followers that he is fulfilling what he promised. In fact, to assure you that his plan to promote division will guide his re-election campaign.
On Sunday, Trump affirmed that progressive Democratic representatives must "return" to the countries “where they came from,” even if that country is the United States. “Go back to your country” is the preferred phrase of the prejudiced, and many of us have been its target, especially when speaking Spanish in public, even if we are American citizens. What can immigrants then hope for in the interior of the country and migrants who arrive at the border or who are already detained and crowded in subhuman conditions?
If your government does not even have compassion for migrant children and babies detained in unhealthy conditions documented by the Inspector General of the Department of Homeland Security (DHS), is anyone still questioning that Trump's only goal is to politically exploit the divisive strategy of “them against us” based on nativism, prejudice and racism?
And of course, his accomplices follow suit. Just refer to the visit of Vice President Mike Pence to the border last Friday. While the press cameras covering the vice president showed the terrible conditions of overcrowding and unhealthiness and the reporters themselves indicated that the pestilence was overwhelming and that even some agents wore masks due to the bad smell, Pence tried to minimize the conditions and, of course, blamed the Democrats for the lack of funds to address the crisis. He even labeled as “dishonest” a CNN video of overcrowding.
You only had to see Pence's face when he observed the caged migrants. It seemed like he wanted to run away. But he had to complete the visit to make people believe that there is compassion, when Trump is actually using the humanitarian crisis for electoral purposes. The image of crowded dark faces serves Trump in his plans to promote fear and prejudice among his base.
I wonder where Pence hides his Bible and the religious precepts that he defends so much, when he does dirty work for Trump? Pence did his job and turned his back on the problem.
But the damage inflicted, especially the psychological damage to children, is already done.
Because Trump and his government have shown us anything, it is that cruelty and prejudice have no limits, whether they are children, or former presidents, or congressmen who do not fit the racial mold that this president defends. The electoral strategy of “them (the colored ones) against us (the whites)” continues to thrive in Trump’s reelection plans. (America’s Voice)