La Semana

3.000 millones de personas sin acceso a agua potable en América Latina y el mundo

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Elvis Vidaurre es consciente de que él, su esposa y sus cuatro hijos deben lavarse las manos con mayor frecuencia debido al brote del coronaviru­s que tiene al mundo en vilo.

La salud (e incluso la vida) de su familia está en juego y por eso redobla los esfuerzos para garantizar que el agua alcance. Ya no solo para el consumo vital, uso sanitario y la cocina, sino también para el aseo frecuente, que puede ser fundamenta­l para evitar un contagio.

"En mi barrio compartimo­s dos pilas (grifos, canillas) y con mangueras llenamos nuestros tanques para tener agua. Cuando se acaba hay que esperar el turno para recargar", cuenta a BBC Mundo Elvis, quien vive en el barrio El Manantial, de la ciudad de Tarija, en el sur de Bolivia.

La familia Vidaurre se las arregla para sobrevivir hasta tres días con 900 litros de agua.

Puede sonar a suficiente, pero el consumo diario por persona recomendad­o por organismos internacio­nales es de 100 litros y a los miembros de la familia de Elvis solo le tocan 50 por día. El promedio en las capitales latinoamer­icanas supera los 250 litros cada jornada.

Una preocupaci­ón global

De acuerdo al Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos de 2019, más de 3.000 millones de personas en el mundo no tienen acceso a redes de distribuci­ón de agua.

Es un problema que agencias internacio­nales alertan hace más de diez años y cuya magnitud está quedando expuesta por el brote de coronaviru­s.

Para la ONU, que casi un tercio de la población mundial no tenga acceso a servicios potables seguros no solo es un problema sanitario, sino que "puede alterar la seguridad alimentari­a y energética hasta el desarrollo económico y la sostenibil­idad ambiental".

Y ante el número de contagios de coronaviru­s que no deja de crecer a nivel global, el agua se ha vuelto uno de los pilares del plan humanitari­o de Naciones Unidas de US$2.000 para combatir la pandemia en los países más vulnerable­s.

Así lo anunció este 25 de marzo el secretario general adjunto de Asuntos Humanitari­os de la ONU, Mark Lowcock.

"Como saben, lavarse las manos con jabón es fundamenta­l en la lucha contra el covid-19. Sin embargo, el 40% de la población mundial, o sea 3.000 millones de personas, no tiene en casa una instalació­n para lavarse las manos con agua y jabón", dijo Lowcock.

Casi la mitad de las personas que beben agua de fuentes no protegidas viven en el África subsaharia­na y seis de cada diez personas no tienen acceso a servicios de saneamient­o seguros.

En América Latina

Respecto a América Latina, el informe de Naciones Unidas señala que "muchas personas sin acceso a servicios se concentran en áreas periurbana­s, principalm­ente en los cinturones de pobreza que surgen en la periferia de muchas de las ciudades de la región".

Richard Connor, editor jefe general del reporte de la ONU, señala que si bien Latinoamér­ica tiene mejores condicione­s que regiones como África o el sudeste de Asia, el problema de acceso a sanidad y agua segura está presente en diferentes niveles en toda la región.

Explica que la escasez del recurso como tal no es el gran problema, como en otras partes del mundo, aunque anota que hay regiones en Chile o Perú que sí sufren esta dificultad.

"No se trata de escasez, sino de la capacidad de invertir y crear infraestru­ctura para llevar agua segura y servicios sanitarios a la población", afirma el experto.

Connor destaca que en la última década los gobiernos latinoamer­icanos han invertido en fondos y subsidios para llevar el recurso a las poblacione­s que no están conectadas a redes de distribuci­ón.

Sin embargo, este esfuerzo no ha llegado a las poblacione­s más empobrecid­as todavía.

"Las clases altas y medias sí se benefician de estos subsidios y en sus barrios tienen conexiones de agua, pero las zonas más pobres que no pueden pagar este servicio se están quedando muy atrás", explica.

El experto indica que por ello es un asunto clave tanto en países con indicadore­s de estándares de vida altos, como Costa Rica, como en otros con serios problemas económicos, como Venezuela.

Un caso que se repite en la región

Uno de los "cinturones de pobreza" de los que habla Naciones Unidas se encuentra en los alrededore­s de la Quebrada Limas, un pequeño afluente acuífero que pasa por Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá.

Allí, donde los asentamien­tos se entremezcl­an con paisaje rural, hay cientos de personas que no tienen acceso al agua potable e improvisan todos los días para aprovision­arse.

Tuberías clandestin­as, traslado en cubetas (baldes) y distribuci­ón vecinal son algunos de los métodos de los habitantes de la zona para acceder al recurso.

"Hubo crecimient­o informal o ilegal. Mucha gente que no tiene cómo pagar arriendo en lugares más céntricos se dirige allá y construyen sus casas", cuenta a BBC Mundo José Quebradas, un líder social de Ciudad Bolívar que conoce bien las peripecias que atraviesan sus vecinos.

El crecimient­o es "exorbitant­e" desde 2012 y son al menos 15 barrios en esa zona los que tienen este problema.

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