EL RINCONCITO un restaurante a fuerza de voluntad
El Rinconcito es una de las más famosas taquerías de Tulsa emplazada en la 31 y Garnett, y en medio de la pandemia su dueño, Rafael Hernandez, intenta mantenerla a flote a pesar de la falta de clientes.
La industria gastronómica ha sido una de las más afecadas por la cuarentena y si bien hay delivery de comida, nada es lo que era; pero Rafael considera que es sólo un traspie, y que la voluntad será el secreto para salir adelante.
“Hay buenas y malas en la vida y a ambas hay que hecharle ganas”, dice Rafael con honestidad brutal. Es que cada quien mide la realidad según sus experiencias personales y cuando la vida te da golpes desde el comienzo, las batallas se hacen más fáciles de pelear. “Uno viene de no tener nada, y acá, de repente, tienes la posibilidad de tener algo y eso se cuida”, explicó Rafael, quien va a trabajar aún sin clientes.
Rafael nació en un pueblito de Michoacán con “puras iglesias”, y 20 años atrás tomó la determinación de salir de su pobreza para siempre. Caminó durante dos días por las montañas con su hijo para llegar al estado de California, de allí se movíió a Arizona y finalmente desembarcó en Tulsa donde abrió dos taquerias. Cuando llegó a la ciudad tuvo que remar contracorriente y la fuerza de voluntad lo hizo salir airoso. “Llegué y la pasé mal porque justo habían aprobado la ley 1804 y todo el mundo se fue, me quede solo”, confesó.
Hoy, con sus dos negocios constituidos, Rafael está sólo otra vez, con sueldos que pagar y algún que otro delivery por hacer. “Ya hablé con el banco y con mi contador y no hay nada que puedan hacer”, explicó afligido.
Pero a pesar de la bronca, Rafael sabe que tiene lo importante, su negocio y su familia, y la voluntad de hierro para salir adelante. “Ahora estamos mal, pero todo sube y baja”, dijo. “La clave es ser constante, constante, estemos bien o mal, hay que ir a trabajar” (La Semana)