Y CÓMO PODRÍA INFLUIR EN LA PROPAGACIÓN DE ENFERMEDADES
Los microbios son el grupo verdaderamente dominante de las formas de vida. Estos pedazos invisibles de materia biogénica han estado controlando los asuntos de la Tierra durante miles de millones de años.
Es por eso que un grupo de científicos, tras haber secuenciado el genoma de seis especies de murciélagos, espera poder usar esa información para abrir caminos para el tratamiento de esta y futuras pandemias.
Las plantas y los animales aparecieron como subproductos de las fusiones microbianas relativamente recientes en la historia de nuestro planeta.
Entender a los microbios no es fácil. Nos llevó un buen tiempo aprender sobre la existencia del microbioma humano, la colección de virus, bacterias y hongos dentro y fuera de nuestro cuerpo que nos conecta con el resto de la nube microbiana que existe en todos los lugares donde hay vida.
Ahora estamos aprendiendo que hay incluso un microbioma en el cielo. Estos son microbiomas que son arrastrados y acaban habitando las zonas bajas de la atmósfera.
Esto incluye la tropósfera media y alta, a altitudes de entre 8 km y 12 km sobre el suelo, y a la baja estratósfera a altitudes de hasta 15 km.
Además, al unirse a los sistemas de viento planetario, estas formas de vida crean carreteras microbianas en el cielo que las transportan por todo el mundo. Cientos de miles por metro cúbico
Científicos reportaron por primera vez la existencia de bacterias en el cielo en un par de estudios pioneros publicados en 2013 y 2018.
Estos no eran microorganismos aislados encontrados por casualidad. Eran comunidades bacterianas que se extendían por el cielo en grandes cantidades, con alrededor de cientos de miles de bacterias por cada metro cúbico de aire en la tropósfera.
Entre el 60% y el 100% de las bacterias en las muestras estaban vivas. Típicamente, viven en el cielo por más de cinco días.
Un análisis de su material genético confirmó la presencia de decenas de especies de bacterias diferentes.
Sin embargo, las comunidades bacterianas troposféricas eran menos complejas que algunas de los hábitats terrestres. Organismos adaptados
Pero las bacterias no son la única forma de vida diminuta en el cielo. Sabemos
que este microbioma incluye virus e incluso hongos.
La parte baja de la atmósfera parece estar llena de microbios. Estos microbios están bien adaptados a su nuevo ambiente.
Solo las bacterias que cuentan con mecanismos para lidiar con la radiación ultravioleta, falta de agua y elevados niveles de oxidantes peligrosos como el ozono sobreviven el viaje al cielo, donde se alimentan de compuestos de carbono presentes en la atmósfera.
Dado este entorno hostil, investigar el comportamiento bacteriano en el cielo podría ser útil para comprender la supervivencia microbiana en el espacio.
Las bacterias también crecen activamente en las nubes y juegan un papel importante en los procesos detrás de la química atmosférica de la Tierra.
Por ejemplo, algunas bacterias en el aire estimulan al agua presente en el aire para que se congele.
Esto puede ocurrir de forma similar a cómo algunas bacterias en las plantas usan proteínas específicas para que se forme hielo y dañe las hojas, así pueden infectar a la planta.
Las bacterias en el aire y las partículas de hielo que algunas de ellas pueden transportar pueden convertirse en los núcleos necesarios para formar nubes.