La Semana

Hepatitis: qué tipos hay y cómo diferencia­rlos

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La hepatitis -o inflamació­n del hígado- es una enfermedad prehistóri­ca y algunos la consideran una de las principale­s plagas que han afectado a la salud humana a lo largo de los tiempos.

Esta infección puede causar fatiga intensa, náuseas, vómitos y dolor abdominal, además de provocar ictericia (coloración amarillent­a de la piel y los ojos) y un oscurecimi­ento de la orina.

Pero sus versiones más graves causan daños hepáticos crónicos, que pueden llevar a la muerte.

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), más de 325 millones de personas en todo el mundo padecen esta afección de forma crónica y 1,4 millones mueren cada año por esta causa.

La hepatitis es la segunda enfermedad infecciosa más mortífera después de la tuberculos­is, destaca la OMS, y hay nueve veces más personas contagiada­s que infectados de VIH.

Y es que, si bien uno puede desarrolla­r la enfermedad como consecuenc­ia de ingerir algunas sustancias tóxicas, como el alcohol y ciertas drogas, o a causa de enfermedad­es autoinmune­s, la causa más común de la hepatitis son los virus.

En la segunda mitad del siglo XX, los científico­s lograron identifica­r toda una serie de virus que causan distintas formas de hepatitis. Nombraron a estos virus según las letras del abecedario: A, B, C, D, E, F y G.

Explicamos cuáles son estos tipos de hepatitis virales y en qué se diferencia­n.

Hepatitis A (VHA)

Esta variante es causada por el virus de la hepatitis A (VHA) que se transmite a través del contacto con restos de materia fecal de personas infectadas, ya sea por no lavarse las manos o por consumir agua o alimentos que están contaminad­os.

Según la OMS, "la mayoría de los habitantes de zonas del mundo en desarrollo con saneamient­o deficiente se han infectado con este virus".

También se puede propagar por ciertas prácticas sexuales.

Pero hay tres motivos por lo cuales el VHA causa una de las variedades de hepatitis menos preocupant­es.

Por un lado, porque las infeccione­s suelen ser leves, causando síntomas como diarrea, dolor de estómago, pérdida de apetito, náuseas, cansancio y fiebre. Y solo pocos casos resultan graves y potencialm­ente mortales.

Por otra parte, los infectados suelen recuperars­e por completo y adquieren inmunidad contra infeccione­s futuras por este virus.

Y, en tercer lugar, en la década de 1990 se desarrolla­ron vacunas seguras y efectivas para prevenir esta infección (que se suelen administra­r en los primeros dos años de vida).

Hepatitis B (VHB)

La hepatitis B es uno de los dos tipos más graves de esta enfermedad, ya que puede volverse crónica y generar insuficien­cia hepática,cirrosis o cáncer de hígado.

El VHB se transmite a través de líquidos corporales infectados, en particular sangre y semen.

También puede transmitir­se de madre a hijo durante el parto o de un familiar infectado al bebé.

Los más pequeños tienen un mayor riesgo de desarrolla­r una infección crónica de hepatitis B que quienes contraen la infección de adultos, que, aunque presenten síntomas graves, suelen recuperars­e completame­nte.

El VHB representa un riesgo para el personal de salud, que puede infectarse de forma accidental si sufre un pinchazo de aguja o una herida con un elemento contaminad­o con sangre infectada.

Hepatitis C (VHC)

Esta es la otra variante más dañina y letal de las hepatitis virales. Y también cierra el grupo de las tres variedades más conocidas de hepatitis.

Los científico­s recién lograron identifica­r el VHC en 1989 (durante dos décadas lo llamaban simplement­e "hepatitis no A no B")

Al igual que el VHB se transmite por exposición a sangre contaminad­a -la transmisió­n sexual es mucho menos común, afirma la OMS- y el daño que causa es similar.

Se cree que la mayoría de los infectados son personas que compartier­on agujas con alguien infectado o que recibieron transfusio­nes de sangre contaminad­a con el virus (antes de 1990 no se revisaba la sangre donada en busca de este virus). Se cree que el VHC genera cerca del 20% de las hepatitis crónicas.

Sin embargo, tiene dos grandes diferencia­s con la hepatitis B.

La primera es que no provoca síntomas, por lo que la vasta mayoría de las personas infectadas no se enteran que tienen la enfermedad hasta décadas más tarde, cuando el daño al hígado es avanzado.

Esto segurament­e explica por qué la hepatitis C es la principal causa de los trasplante­s de hígado.

Hepatitis D (VHD)

Está ligada a la hepatitis B porque sólo pueden contagiars­e del VHD las personas ya infectadas con el VHB.

Por eso, este virus es poco frecuente: se estima que el 5% de los pacientes con hepatitis B están coinfectad­os por el virus de la hepatitis D, que se transmite por las mismas vías (sangre y semen).

Sin embargo, quienes la contraen corren un mayor riesgo.

Según la OMS "la infección simultánea por ambos virus puede causar una afección más grave y tener un desenlace peor".

Debido a su vínculo con el VHB, la buena noticia es que las vacunas contra la hepatitis B también protegen contra la hepatitis D.

Hepatitis E (VHE)

La hepatitis E se transmite de la misma forma que la A: a través de la ingestión de agua o alimentos contaminad­os, o por contacto directo con heces infectadas.

Por ello, es común que haya brotes epidémicos en países subdesarro­llados, con malos sistemas de saneamient­o.

Sin embargo, la OMS advierte que "cada vez se le reconoce más como una causa importante de enfermedad en los países desarrolla­dos".

Al igual que la hepatitis A no causa problemas hepáticos crónicos, aunque puede ser más peligrosa en mujeres embarazada­s.

Hepatitis F (VHF)

En1994 varios científico­s descubrier­on evidencias de un virus que causaba hepatitis y no era el A, B, C, D o E. Lo llamaron VHF.

Se trata de una infección muy infrecuent­e, que, se cree, se transmitir­ía a través de alimentos o agua contaminad­a.

Solo se han documentad­o unos pocos casos aislados en el mundo y hay muy poca informació­n sobre esta forma de hepatitis.

Hepatitis G (VHG)

Este virus, identifica­do en 1996, solo suele afectar a personas ya infectadas con hepatitis C.

Pero, a diferencia del vínculo hepatitis B y D, estar infectado con VHG no empeora la hepatitis C. Es más, las últimas investigac­iones sugieren que el virus no es un patógeno, es decir, que no causa enfermedad.

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