Se impone el arte por el arte en la elección del Nobel
La poeta Louise Glück recibió el Premio Nobel por sus catorce libros alejados de cuestionamientos sociopolíticos en los que se valoró “la belleza austera que hace universal la existencia individual”. Respetuosa de la tradición, la poeta y ensayista estadounidense a sus 77 años recibió también en febrero último el Premio Tomás Transtromer y en 1992 el Premio Pulitzer. Es la segunda poeta en ganar el Nobel y pasó a integrar el grupo de dieciséis mujeres galardonadas con el Nobel de Literatura.
La obra de Glück reclama belleza y candor al mundo a sabiendas de que no puede restituirlos, como dice en su poema “Octubre”.
Su primer libro, Fistborn data de 1968 y el más reciente, de 2017 es un ensayo: American Originality: Essays on Poetry.
Aunque su nombre no aparecía en la lista de los candidatos al Nobel, es muy reconocida
entre sus pares por el sustrato mítico de su obra, lo que constituye la fuerza de su universalidad.
La Academia Sueca ha consagrado una obra que no refiere a premisas sociales ni a reivindicaciones políticas.
El autor del artículo subraya su beneplácito por la fundamentación de este premio y cita a Mercedes Roffé, escritora y editora argentina que desde Nueva York escribe: “Una obra anclada en lo más perenne de la gran poesía y del arte en general”.
La obra de Glück abreva en la mitología griega y en la obra de poetas estadounidenses como Emily Dikinson, T.s.elliot, Robert Lowell, Mark Strand y William Carlos Williams y también en el psicoanálisis.
Sus libros traducidos al español son: El iris salvaje, Praderas, Averno, Ararat, y Las siete edades
Sus tópicos principales son la destrucción, los duelos, la desesperación y las pérdidas para la movilización de los cambios. No muestra matices feministas.
La recientemente escritora premiada está dedicada a escribir poesía y a dar clases sobre este género literario y según afirma: “Es lo único que quiero hacer”, aunque advierte que “Mucha gente no está ni remotamente interesada en la poesía”.