La Semana

México implora al cielo por unasolució­n a su crisis hídrica

- POR EMILIO GODOY | MÉXICO

En barrios como Tehuixtitl­a, en el sur de Ciudad de México, de la lluvia nace la alegría. Ese regocijo procede de un principio básico: la lluvia provee el agua para la ducha, para lavar los platos y la ropa e incluso para cocinar, trasvasada mediante sistemas de captación de agua de lluvia (SCALL).

“Cuando va a empezar a llover, nos ponemos contentos. Limpiamos y barremos para que no haya polvo en el techo y los canales, y el agua no se ensucie ni se atasque”, contó Gabino Martínez, habitante de Tehuixtitl­a, parte de la turística alcaldía de Xochimilco, una de las 16 demarcacio­nes que componen Ciudad de México.

Martínez, casado y padre de un hijo y dos hijas y quien se dedica al mantenimie­nto de viviendas, aún conserva un poco de agua de las precipitac­iones de noviembre último, y cuenta las semanas para que mayo arroje las primeras gotas, siempre y cuando la crisis climática no le rompa el pronóstico.

“Acá no se desperdici­a agua. Todo lo que guardamos, lo usamos”, aseguró Martínez, quien instaló su sistema en 2008 a un costo de unos 269 dólares y cuyo barrio fue el primero de Xochimilco en contar con SCALL, pues la red pública no llega a este sitio enclavado entre cerros.

Antes de la captura de agua de lluvia, los habitantes de Tehuixtitl­a, que hoy suman unos 2500 repartidos en 11 calles, recolectab­an en forma precaria el agua y la filtraban con tela de algodón. Además, compraban el líquido a camiones cisterna, conocidos localmente como pipas, y que luego acarreaban en bidones hasta sus hogares.

Los servicios de suministro solo eran un término en el diccionari­o. Mediante la organizaci­ón comunitari­a, han obtenido electricid­ad, teléfono e internet, fundamenta­l para trabajar y estudiar en estos tiempos de pandemia de covid.

El SCALL consta de un receptácul­o, llamado “Tláloc” por su parecido físico con la divinidad azteca de la lluvia, que filtra el agua del polvo. Luego pasa a un depósito de 5000 litros, para distribuir­se a la red de la residencia. Los captadores dejan pasar dos o tres aguaceros para que traiga menos impurezas.

La lluvia puede ayudar a este país latinoamer­icano de 126 millones de habitantes a enfrentar la crisis hídrica proyectada por los expertos a partir de 2030, mientras que actualment­e origina inundacion­es, deslaves y acaba generalmen­te en el desagüe.

La captación de las precipitac­iones reduce la necesidad de obtener o importar agua de fuentes convencion­ales, permite crear el abastecimi­ento en un punto exacto y no depende del sistema tradiciona­l.

Al mismo tiempo, puede contribuir a que México alcance el objetivo de agua limpia y saneamient­o para toda la población, el sexto de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que deben cumplirse para 2030.

La situación de Ciudad de México, conocida localmente como CDMX, con más de ocho millones de habitantes y más de 21 millones al englobar su zona metropolit­ana, es particular­mente delicada, pues se encamina al llamado “Día Cero”, cuando se quedaría sin el recurso suficiente para satisfacer sus necesidade­s.

La metrópoli es la tercera de las 33 divisiones administra­tivas de México con mayor estrés hídrico, detrás de los estados de Baja California Sur, un territorio árido del extremo noroeste del país, y de Guanajuato, situado en el centro-norte y tensado por las actividade­s agrícolas.

La sequía se ensaña este año con México, especialme­nte con la capital, cuya fuente principal –el sistema de presas Lerma–cutzamala, situado en el vecino estado de México–, se encuentra por debajo de la mitad de su capacidad.

Eso obliga al gobierno autónomo a racionar el agua, en una metrópoli ya presionada por la carencia del recurso. (IPS)

En la mayor urbe latinoamer­icana unas 15 0000 personas sufren altas precarieda­des hídrica y social, con base en marginació­n, acceso a agua y reparto del líquido, distribuid­as en ocho alcaldías del sur y sureste citadinos, según el estudio de 2019 “Captación de lluvia en la CDMX: Un análisis de las desigualda­des espaciales”, el último publicado hasta ahora.

Además, aproximada­mente 70 por ciento de los habitantes tiene agua durante menos de 12 horas diarias. (IPS)

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