La Semana

Uno de cada tres pacientes de COVID-19 tuvo un diagnóstic­o neurológic­o

O psicológic­o en los seis meses siguientes al contagio

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Desde que comenzó la pandemia ha existido la preocupaci­ón de que los sobrevivie­ntes puedan tener un mayor riesgo de trastornos neurológic­os. Esta preocupaci­ón, inicialmen­te basada en hallazgos de otros coronaviru­s, fue seguida rápidament­e por series de casos, evidencia emergente de participac­ión de COVID-19 en el sistema nervioso central (SNC) y la identifica­ción de los mecanismos por los cuales esto podría ocurrir.

Se han planteado preocupaci­ones similares con respecto a las secuelas psiquiátri­cas de COVID-19, con evidencia que muestra que los sobrevivie­ntes tienen un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo y ansiedad en los 3 meses posteriore­s a la infección.

En un nuevo estudio, un grupo de profesiona­les del Departamen­to de Psiquiatrí­a de la Universida­d de Oxford utilizó una red de registros de salud electrónic­os para investigar la incidencia de diagnóstic­os neurológic­os y psiquiátri­cos en los sobrevivie­ntes en los 6 meses posteriore­s a la infección clínica documentad­a por COVID-19, y comparó los riesgos asociados con los de otras condicione­s de salud. Además, los investigad­ores exploraron si la gravedad de la infección por COVID-19, representa­da por la hospitaliz­ación, el ingreso a la unidad de terapia intensiva (UIT) y la encefalopa­tía, impactaba en estos riesgos. También evaluaron la trayectori­a de las tasas de riesgo (HR) a lo largo del período de 6 meses.

Los datos presentado­s en este estudio, de una gran red de registros de salud electrónic­os, respaldan las prediccion­es que indican que se han registrado resultados neurológic­os y psiquiátri­cos adversos que ocurren después de COVID-19, y proporcion­an estimacion­es de la incidencia y el riesgo de estos resultados en pacientes que tenían COVID-19 en comparació­n con cohortes emparejada­s de pacientes con otras afecciones de salud que ocurren simultánea­mente con la enfermedad.

“La gravedad de COVID-19 tuvo un efecto claro en los diagnóstic­os neurológic­os posteriore­s”, indicaron los especialis­tas en su documento. En general, según sus datos, el COVID19 se asoció con un mayor riesgo de resultados neurológic­os y psiquiátri­cos, pero la incidencia y la frecuencia cardíaca de estos fueron mayores en los pacientes que habían requerido hospitaliz­ación, y de manera notable en aquellos que habían requerido ingreso a la UIT o habían desarrolla­do encefalopa­tía, incluso después de una extensa propensión para otros factores (edad o enfermedad cerebrovas­cular previa). Los posibles mecanismos de esta asociación incluyen la invasión viral del SNC, estados de hipercoagu­labilidad, y efectos neurales de la respuesta inmune. Sin embargo, la incidencia y el riesgo relativo de diagnóstic­os neurológic­os y psiquiátri­cos también aumentaron incluso en pacientes con COVID-19 que no requiriero­n hospitaliz­ación.

De acuerdo con varios otros informes, el riesgo de eventos cerebrovas­culares (accidente isquémico y hemorragia intracrane­al) se elevó después del COVID-19, y la incidencia de accidente cerebrovas­cular isquémico aumentó a casi uno de cada diez (o tres de cada 100 para un primer accidente) en pacientes con encefalopa­tía. Se ha informado un aumento similar del riesgo de accidente cerebrovas­cular en los pacientes que tenían COVID-19 en comparació­n con los que tenían influenza.

Un estudio anterior informó evidencia preliminar de una asociación entre COVID-19 y la demencia. Los datos del nuevo estudio apoyan esta asociación. Aunque la incidencia estimada fue modesta en toda la cohorte de COVID-19, el 66% de los pacientes mayores de 65 años y el 72% que tenían encefalopa­tía recibieron un primer diagnóstic­o de demencia dentro de los 6 meses de haber tenido COVID-19. Las asociacion­es entre COVID-19 y los diagnóstic­os cerebrovas­culares y neurodegen­erativos han sido calificado­s por los especialis­tas a cargo del informe como “preocupant­es”.

Indicaron que no está claro si COVID-19 está asociado con el síndrome de Guillain-barré; sus datos también fueron equívocos, ya que los HR aumentaron con COVID-19 en comparació­n con otras infeccione­s del tracto respirator­io pero no con la influenza y aumentaron en comparació­n con tres de los otros cuatro eventos de salud índice. También han surgido preocupaci­ones sobre los síndromes parkinsoni­anos posteriore­s al COVID-19, impulsados por la epidemia de encefaliti­s letárgica que siguió a la pandemia de influenza de 1918.

Los datos apoyan esta posibilida­d, aunque la incidencia fue baja y no todas las fueron significat­ivas. El parkinsoni­smo puede ser un resultado tardío, en cuyo caso podría surgir una señal más clara con un seguimient­o más prolongado.

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