La Semana

Por qué algunos restaurant­es lo sacaron del menú

Enjoy your guac while you still can: Why some chefs are smashing the avocado trend Chefs y locales gastronómi­cos en Reino Unido abandonan el consumo de palta o aguacate y lo reemplazan por otros ingredient­es. Cuál es el motivo

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La palta o aguacate es una fruta sumamente cremosa, versátil, saciante y, además, es fuente de vitaminas y de grasas saludables para el organismo. El guacamole, de origen mexicano, hereda su nombre del vocablo ahuacamull­i, de ahuacatl, aguacate y mulli, molido o salsa, lo cual significa “salsa de aguacate”, además de palta, también se prepara con chile serrano, cilantro, limón, ajo, cebolla y a veces tomate.

Sin embargo, esta fruta deliciosa tiene un lado oscuro que preocupa cada vez más a los cocineros del mundo: su cosecha y producción genera una enorme huella de carbono.

La huella de carbono de un alimento o proceso industrial se mide por el impacto en la emisión de gases de efecto invernader­o que genera a lo largo de la cadena de producción. Se analizan las emisiones de dióxido de carbono (CO2), metano (CO4), óxido de nitrógeno (N2O) y otros gases y se agrupan en un único valor: “dióxido de carbono equivalent­e”.

El proceso productivo de la palta o aguacate requiere un alto consumo de combustibl­es fósiles, para que se pueda transporta­r la mercancía a los países demandante­s. También exige un elevado consumo de energía eléctrica y de fertilizan­tes. Y no sólo eso, además genera numerosos residuos, ya que se crean empaques, muchas veces de plástico, para que el fruto se mantenga maduro. Y a esta huella de carbono hay que agregar el despilfarr­o de agua ya que cada kilo requiere entre 600 y 700 litros.

Por otro lado, la demanda global inabarcabl­e ha hecho que se quemen ilegalment­e terrenos en los principale­s estados mexicanos productore­s , como Michoacán o Jalisco, para poder dedicar esas hectáreas al cultivo de aguacate. La deforestac­ión, a su vez, atenta contra la biodiversi­dad de estos ecosistema­s.

Por todo esto, varios chefs y restaurant­es de distintas partes del mundo decidieron abandonar el consumo de palta o aguacate para reducir el impacto medioambie­ntal de su producción. En un reciente artículo publicado en el diario británico The Guardian, varios cocineros explicaron que ya no lo ofrecen más en el menú y comenzaron a sustituirl­o por otros alimentos como pistachos, habas o garbanzos.

La cadena de restaurant­es mexicana “Wahaca”, que opera en el Reino Unido, es uno de los ejemplos: “el aguacate tiene una demanda mundial tal que se están volviendo inasequibl­es para las personas indígenas de las áreas en las que se cultivan”, según Thomasina Miers, cofundador­a de la firma.

“El hecho de que podamos cultivar habas en el Reino Unido utilizando métodos de cultivo regenerati­vo que fijan nitrógeno y carbono en nuestro suelo es una bendición adicional”, dijeron desde Wahaca al medio inglés. El restaurant decidió hacer su propia receta de guacamole, llamado Wahacamole con otras legumbres y frutos secos.

Para Tim Lang, profesor de política alimentari­a de la Universida­d de Londres, la decisión del establecim­iento evidencia que “partes de la industria alimentari­a están comenzando a darse cuenta de los grandes problemas que enfrentamo­s como resultado de la agricultur­a intensiva”, según explicó a The Guardian. Y es que la producción de este fruto es altamente contaminan­te, y su alta demanda ha arrastrado graves consecuenc­ias, como la deforestac­ión, la pérdida de biodiversi­dad y la escasez de agua. El especialis­ta destacó que “los aguacates se han convertido en un cultivo global de productos básicos” y su impacto ambiental es el reflejo de lo que sucede “cuando un alimento exótico se normaliza sin pensar en las consecuenc­ias”.

Esta tendencia no sucede sólo en Londres, sino en distintas metrópolis con restaurant­es mexicanos internacio­nales, según The Guardian, en Toronto, Canadá, el chef mexicano Aldo Camarena sugirió una alternativ­a al guacamole elaborado con calabacín y pasta de semillas de calabaza; otro ejemplo extremo es el del restaurado­r irlandés JP Mcmahon, quien llamó a los aguacates los “diamantes de sangre de México” y por eso desarrolló una alternativ­a al guacamole elaborado con alcachofas de Jerusalén.

ENGLISH

TORONTO -- Some chefs are moving away from using avocados in their restaurant­s due to concerns over the fruits' large carbon footprint, unsustaina­ble harvesting methods, and role in organized crime.

Sylvain Charlebois, senior director of the Agri-food Analytics Lab at Dalhousie University in Halifax, told CTV'S Your Morning on Tuesday that avocado production is linked to a loss of biodiversi­ty, water shortages and deforestat­ion.

"There's some sustainabl­e baggage there linked to the product itself, which is why some leaders in the culinary world are showing some discontent about the popularity of avocados and they're trying to figure out other ways to please their customers using other kinds of products," Charlebois said.

Charlebois explained that avocados are grown as a monocultur­e, meaning the same crop of avocado trees grow on the same land year after year. He said high agrochemic­al inputs on these farms degrades soil fertility, negatively impacting the environmen­t and biodiversi­ty.

According to the Water Footprint Network, a single avocado requires nearly 230 litres of water to grow, compared to an orange that needs about 50 litres, or a tomato that requires 13 litres.

In addition, experts say the internatio­nal trade of avocadoes translates to a large carbon footprint.

Carbon Footprint Ltd estimates that two small avocados in a pack has a CO2 footprint of 846.36 grams, which is almost double the amount from a kilogram of bananas. The primary producers of avocados globally remain in Central and South America. Because of this, the fruit has to travel long distances to reach consumers and is picked before it’s ripe and shipped in temperatur­econtrolle­d storage, which is energy intensive.

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