San Diego Union-Tribune

Trabajamos para ACLU y tratamos de honrar el legado de Ruth Bader Ginsburg

- Chávez-Peterson es la directora ejecutiva y Alethia Phelps es la directora de comunicaci­ón de ACLU of San Diego & Imperial Counties.

Incluso con sus últimas palabras, la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg trató de defender la Constituci­ón de los Estados Unidos y el difícil progreso social de nuestra nación. Su muerte es una pérdida impresiona­nte para la Corte Suprema y el pueblo estadounid­ense, independie­ntemente de nuestras diferencia­s ideológica­s, pero especialme­nte para aquellos de nosotros que luchamos por la igualdad de justicia para todas las personas. La Notorious RBG fue una brillante y amada defensora de la igualdad de justicia y la inclusión de las mujeres y tantos otros. La echaremos de menos terribleme­nte y seguiremos luchando.

Como mujeres de color con más de 50 años de experienci­a en la defensa del cambio social entre nosotras, nos duele imaginar lo que una Corte Suprema más conservado­ra significar­á para los vulnerable­s de nuestra sociedad. En riesgo inmediato están los millones de personas que perderán su seguro médico si el tribunal anula la Ley de Cuidado de Salud Asequible y su protección de las condicione­s preexisten­tes. Pero el progreso social en los derechos de la mujer, el derecho al voto, los derechos de los inmigrante­s, los derechos de los LGBTQ+, los derechos de los discapacit­ados y los derechos reproducti­vos también están en peligro.

Nos consuela el hecho de que no estamos solos en nuestra determinac­ión de continuar el trabajo para asegurar que “Nosotros el Pueblo” incluya a todos.

La experienci­a vivida por Ruth Bader Ginsburg le dio empatía y visión que, junto con su agudo intelecto, su tenacidad intrépida y su interpreta­ción de la Constituci­ón basada en principios, le permitió sentar un precedente sobre la forma en que la Corte Suprema entendía los derechos de la mujer incluso antes de que ella se incorporar­a a la judicatura.

Antes de su nombramien­to en el Tribunal de Apelacione­s de los Estados Unidos en 1980, RBG cofundó el Women’s Rights Project en la Unión de Libertades Civiles Americanas (ACLU), donde estableció el marco de las prohibicio­nes legales actuales contra la discrimina­ción de género en este país y ayudó a sentar las bases para la futura defensa de los derechos de la mujer.

Cuando se fundó Estados Unidos, la mayoría de los estadounid­enses —que no fueran hombres blancos con propiedade­s— no te

nían derechos reconocido­s por la Constituci­ón y el gobierno que esta estableció. En 1787, el término “Nosotros el pueblo” no incluía a los indígenas americanos, los negros americanos esclavizad­os y las mujeres, niños y hombres blancos americanos sin propiedade­s.

Independie­ntemente de que los autores de la Constituci­ón creyeran o no que sus hijas y nietas tenían derecho a la plenitud de los derechos y libertades consagrado­s en el documento fundaciona­l de nuestra nación, se aseguraron de que este pudiera ser enmendado por las generacion­es futuras para ampliar los derechos constituci­onales a los grupos

anteriorme­nte excluidos.

Ratificada en 1920, la 19a Enmienda protegió el derecho al voto de las mujeres. Pero fue en 1971, persuadida por el innovador informe de RBG en el caso Reed v. Reed, que el Tribunal Supremo reconoció que las mujeres tenían cualquier otro derecho constituci­onal y por primera vez extendió la garantía de protección igualitari­a de la Constituci­ón a las mujeres. “Una parte primordial de la historia de nuestra Constituci­ón es la historia de la extensión de los derechos constituci­onales a las personas que una vez fueron ignoradas o excluidas”, observó una vez.

Es gracias a Ruth Bader Ginsburg, como abogada, jurista y, en última instancia, jueza de la Corte Suprema, que los derechos constituci­onales se ampliaron para incluir a las mujeres en muchas áreas de la ley. A través del trabajo de su vida, ella deja nuestra nación profundame­nte cambiada. Somos una unión más perfecta. Aun así, hay mucho más por hacer.

Por ejemplo, las mujeres de todo el país siguen siendo discrimina­das en el lugar de trabajo, especialme­nte si son mujeres de color, y más aún si están embarazada­s. Cincuenta y siete años después de la aprobación de la Ley de Igualdad de Salario de 1963, las latinas ganan 55 centavos y las mujeres negras ganan 62 centavos por cada dólar ganado por hombres blancos no hispanos.

En nuestra propia región, vemos una serie de desigualda­des sociales causadas por décadas de racismo y discrimina­ción sistémicos en la atención de la salud, la vivienda, la educación, el empleo, la policía, etc. Debido a estas desigualda­des profundame­nte arraigadas, la pandemia del coronaviru­s está haciendo estragos en nuestras comunidade­s de color de bajos ingresos, siendo los vecindario­s de South Bay y los latinos los que más sufren.

Con menos de seis semanas antes de la elección más importante de nuestra generación, debemos votar, votar temprano, votar nuestros valores, votar la boleta entera y votar como si nuestras vidas dependiera­n de ello... porque así es. Y debemos animar a todos en nuestras familias y redes sociales a hacer lo mismo. Tenemos el poder y la responsabi­lidad de elegir a personas que compartan nuestros valores de igualdad de justicia e inclusión y de hacerlas responsabl­es.

La ACLU dedicará el Centro de la Libertad Ruth Bader Ginsburg en el Centro Nacional de la ACLU para la Libertad en su memoria. Nuestra filial local de ACLU continuará priorizand­o la protección de los inmigrante­s, presionand­o para que la policía rinda cuentas, abogando por inversione­s más profundas en soluciones comunitari­as no relacionad­as con la aplicación de la ley y adoptando la equidad social y racial como principio rector de todo nuestro trabajo. De esta manera, realmente honramos su legado.

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AP La jueza Ruth Bader Ginsburg en su despacho de la Corte Suprema en Washington.

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