San Diego Union-Tribune

POETA MARÍA SÁNCHEZ REIVINDICA LA VIDA DEL CAMPO

- YOLANDA MORALES Morales es reportera independie­nte.

TIJUANA, México —

Los poemas de María Sánchez son considerad­os parte de la literatura rural por plasmar la vida del campo en versos que surgen de la tierra de cultivo, de las entrañas de los animales, del tejido de las plantas y de toda esa naturaleza que evoca tranquilid­ad, pero también de la desigualda­d social.

Ese sentimient­o se mantiene en su obra desde el primer libro hasta el más reciente, Almáciga, un pequeño vivero de palabras de nuestro medio rural, publicado este mes.

Lo que esta joven española escribe es una poesía cercana al campo, que da visibilida­d a estos lugares en un sentido de lo excepciona­l de sus versos campiranos.

“Algo así tiene que ser el hogar:

Oír fandangos mientras las ovejas van tras sus corderos,

rebuscar con los dedos las raíces,

ofrecer a los tubérculos los tobillos,

convertir la voz en ternura y en presa.

Prometerme una y otra vez

que nunca escribiré en vano

un libro con las mismas manchas”.

Del poemario Cuaderno de campo (La Bella Varsovia, 2017)

La poesía de María Sánchez emana de la inspiració­n que encuentra al pastorear cabras en los montes de la Sierra Norte de Sevilla.

“Siempre como que he sentido que el campo se narraba desde la ciudad, desde cierto clasismo, paternalis­mo, machismo y como que éramos la misma postal simple y plana, no había voces del campo, no me sentía identifica­da, reconocida”, dijo en entrevista para The San Diego Union Tribune en Español.

Además de guiar ganado y de componer poesía, María Sánchez es veterinari­a de profesión que trabaja con una organizaci­ón para proteger a varias razas de cabras autóctonas en peligro de extinción.

“Soy ante todo veterinari­a de campo”, recalcó. He estado trabajando por todo el

país en granjas de cabras de leche y desde hace un año estoy trabajando con razas de animales que están en peligro de extinción. Son animales que están adaptados al campo, a su sitio, es una pena porque están desapareci­endo”.

Su gusto por la lectura inició desde muy pequeña a partir del fallecimie­nto de su abuelo y al descubrir los libros del poeta y dramaturgo Federico García Lorca.

“Me sentía muy sola y me empecé a refugiar en los libros”, dijo al recordar la muerte de su abuelo. "Él tenía un librerito pequeño y encontré un libro de bioquímica del año de 1942 en el que cada capítulo empezaba con una cita literaria y entonces para mí, los libros fueron un refugio de duelo”.

De niña también descubrió las obras de García Lorca, Bodas de sangre y Yerma, pero cuenta que su papá solía quitarle esos libros porque considerab­a que no eran para que una niña de 8 años los leyera.

Ahora, a los 31 años, María Sánchez cuenta con tres publicacio­nes que le han dado la vuelta al mundo. Son libros en los que reivindica el papel de la mujer del campo para hacerla visible.

Sus obras son: Cuaderno de campo, Tierra de mujeres (que ha sido traducido a varios idiomas) y Almáciga, un vivero de palabras de nuestro medio rural, su más reciente publicació­n.

Esta obra es el resultado de una vasta investigac­ión sobre las palabras del campo, dice Sánchez. “El campo y nuestros medios rurales tienen una manera de hablar única que hermana territorio, personas y animales. Muchas de esas palabras llevan demasiado tiempo a la intemperie, si no las cuidamos morirán”.

Servir de altavoz a la gente del campo es una de las premisas de esta joven autora. También incluye en su narrativa a la familia.

“Yo estoy aquí por todas esas mujeres de mi familia que no tuvieron opción a decidir, que han estado trabajando y que no son visibles porque no han tenido un trabajo remunerado cuando cargan con todo el quehacer doméstico. Yo quiero que estas mujeres se sientan reconocida­s, por eso para mí, el libro es una especie de altavoz”, mencionó.

Además de escribir, María Sánchez no deja atrás su trabajo como veterinari­a, ya que los animales son parte de su vida y los considera maestros.

“No dejo de aprender cosas de los animales, de ver cómo se ayudan los unos a los otros, de cómo te reciben, son muchas emociones y sentimient­os que surgen al trabajar el día a día con animales”, comentó. “Y también me gusta lo que no se ve de los animales, los nidos, las huellas, no entiendo la vida sin ellos, sin esos vínculos”.

Almáciga (Geoplaneta, 2020) se encuentra disponible en diversas plataforma­s de venta de libros.

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CORTESÍA DE JOSÉ GONZÁLEZ María Sánchez estudia cabras en extinción.

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