CORTES DE ENERGÍA LIGADOS A LOS FENÓMENOS METEOROLÓGICOS
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Los cortes de energía a gran escala son cada vez más comunes en los Estados Unidos, ya que el tiempo extremo causa estragos en una red eléctrica anticuada. Estas interrupciones afectan a millones de personas y cuestan a la economía miles de millones de dólares cada año.
A principios de agosto, el huracán Isaías causó un apagón para más de 2 millones de clientes en los estados del noreste, dejando a muchos sin electricidad durante una semana. Antes de que finalizara el mes, el huracán Laura dejó a 400 mil clientes en la oscuridad, y al menos siete personas murieron por monóxido de carbono que inhalaron de los generadores utilizados durante los cortes eléctricos prolongados. California experimentó apagones antes de que llegara el mes de septiembre, ya que las temperaturas triple dígitos batieron récords en todo el estado.
En combinación con la envejecida infraestructura eléctrica de la nación, el tiempo extremo está causando daños frecuentes a nuestro sistema eléctrico, costando a los estadounidenses y a la economía decenas de miles de millones de dólares cada año, e impactando la salud pública. Entre 2003 y 2012, se estima que las interrupciones relacionadas con mal tiempo le han costado a la economía estadounidense un promedio anual ajustado por inf lación de 18 a 33 mil millones de dólares. Mientras que para muchos, los apagones son una molestia y son económicamente disruptivos, también tienen el potencial de convertirse en una amenaza para la vida en cuestión de horas para ciertas poblaciones vulnerables. La pérdida de electricidad pone en riesgo a los centros de salud y puede detener los equipos esenciales. Refrigeración, calefacción y enfriamiento son servicios primordiales durante el invierno o el verano. La falta de electricidad también detiene los equipos de bombeo de agua potable, y las plantas de tratamiento de aguas residuales, que pueden forzar la liberación de aguas negras en las vías f luviales.
Si bien la mejora de la red energética del país para que sea más resistente es lo ideal, hay una serie de soluciones prometedoras para ayudarnos a adaptarnos a condiciones meteorológicas cada vez más extremas, y muchas que incluso pueden reducir las emisiones de carbono. Por ejemplo, se podrían implementar microredes que son sistemas de energía autosuficientes con una huella geográfica más pequeña y distinta, como un campus universitario, que pueden ser alimentadas más fácilmente por fuentes de energía renovables y así mantener la electricidad f luyendo.