San Diego Union-Tribune

NORA VARGAS ABRE BRECHA

Es la primera latina en ser supervisor­a del condado

- ALEXANDRA MENDOZA

ra.

Nora Vargas sabe lo que es ser la prime

Fue la primera latina en formar parte de la junta directiva del Sistema de Retiro de Maestros de California (CalSTRS), la primera ejecutiva latina en la organizaci­ón Planned Parenthood en la zona pacífico suroeste, la primera directora de la Oficina de Asuntos Migratorio­s de la Ciudad de Los Ángeles y la primera presidenta de la organizaci­ón Hispanas Organized for Political Equality ( HOPE) en San Diego.

Ahora, será la primera latina en representa­r al Distrito 1 de la Junta de Supervisor­es del Condado.

“Es un momento histórico para el condado de San Diego. Nunca ha habido un representa­nte latino. Para mí es muy importante porque quiero que nuestras comunidade­s sepan que alguien está abogando por ellos”, enaltece Nora Vargas en entrevista con el San Diego Union-Tribune en Español.

También será la primera inmigrante en el puesto.

Como muchos residentes en esta región fronteriza, la supervisor­a electa conoce lo que es una vida bilingüe, binacional y bicultural.

Vargas nació en la vecina Tijuana, Baja California y creció en el sur del Condado. Cursó la primaria en la escuela Héroe de Granaditas de Tijuana y posteriorm­ente, en la Escuela Secundaria 1, mejor conocida como la Poli.

Una vez en San Diego, cursó la preparator­ia en la Montgomery High School, posteriorm­ente fue a Southweste­rn College y a la Universida­d de San Francisco donde estudió Política con énfasis en Estudios de Paz y Justicia.

De ahí ha seguido una carrera enfocada en temas como derechos de la mujer, educación y salud pública. Fue vicepresid­enta de relaciones comunitari­as y gubernamen­tales con Planned Parenthood y

“absolutame­nte rias”.

“Esta ordenanza va a ayudar mucho a corregir muchas de las fallas de privacidad y libertades civiles que tenemos en nuestra ciudad, por lo que apoyo con entusiasmo esta ordenanza”, dijo. Unas 80 personas hablaron a favor de la ordenanza durante el comentario público.

El jefe de la policía de San Diego (SDPD), David Nisleit, también habló, diciendo que acogía con satisfacci­ón la supervisió­n de cómo la policía utiliza la tecnología. También dijo que le preocupaba que las ordenanzas fueran inicialmen­te redactadas con “poca o ninguna aportación” de las fuerzas del orden, los defensores de las víctimas, los grupos de vigilancia del vecindario y otros.

“No debemos olvidar que la gran mayoría de los sandieguin­os quieren que las fuerzas del orden y otros departamen­tos de la ciudad utilicen la tecnología para mantener segura a la comunidad”, dijo.

La ordenanza propuesta pide una revisión pública y la aprobación del Consejo de la Ciudad antes de que la ciudad pueda adquirir o instalar cualquier nueva herramient­a o tecnología de vigilancia, según un informe del personal de la ciudad. La ley cubriría todos los tipos de necesatecn­ología de vigilancia, incluyendo cámaras y software de reconocimi­ento facial.

Si la ciudad obtiene la aprobación para utilizar la vigilancia de cualquier tipo, el producto sería revisado anualmente para sopesar sus beneficios contra el costo de los derechos civiles.

Hay excepcione­s. Si surge una emergencia, la ciudad puede usar tecnología­s de vigilancia sin aprobación previa. Las emergencia­s, según el informe del personal, deben implicar un peligro inminente o la muerte, o lesiones físicas graves, o un peligro inminente de daños materiales importante­s.

Además, mientras la junta asesora se pone en marcha, la ciudad puede seguir utilizando la tecnología existente durante un año.

La segunda ordenanza crearía una Junta Asesora de Privacidad compuesta por expertos técnicos y miembros de la comunidad. La junta examinaría las propuestas de vigilancia y proporcion­aría asesoramie­nto y asistencia a la ciudad.

En su declaració­n, Montgomery Steppe dijo que las salvaguard­ias “fortalecer­án la fe de los residentes en el gobierno local y permitirán un diálogo público sólido”.

Todavía hay obstáculos. Seis sindicatos de empleados han invocado su derecho a revisar y proponer cambios a las ordenanzas antes de que vuelvan al consejo municipal para su aprobación final.

Los defensores de los derechos civiles locales presionaro­n por leyes de transparen­cia después de saber que San Diego había instalado farolas inteligent­es en toda la ciudad.

Presentada­s inicialmen­te al público en 2016 como luces de ahorro de energía y costos, las farolas inteligent­es también incluían sensores de alta tecnología equipados con cámaras, micrófonos y otra tecnología. La idea era recopilar datos sobre los movimiento­s del tráfico, el clima y más.

La existencia de las cámaras no era ampliament­e conocida, e inicialmen­te, ni siquiera la policía de San Diego sabía de ellas.

Pero una vez que la policía se enteró de ellas en 2018, aprovechar­on las imágenes para investigar crímenes graves o violentos. En un cambio de juego, las aclamaron como un elemento que ha ayudado a sus investigac­iones en varios casos, incluyendo el arresto de un hombre acusado de disparar a tres empleados de Church’s Chicken, matando a uno, en Otay Mesa el año pasado.

Después de que la gente se enteró de las cámaras el año pasado, los defensores de la comunidad se resistiero­n, haciendo temer que las libertades civiles pudieran ser abusadas o que las comunidade­s de color fueran objeto de vigilancia.

Una coalición siguió, y los miembros eventualme­nte ganaron su lucha para que la ciudad considerar­a una ordenanza. También ganaron un asiento en la mesa para redactarla.

Lilly Irani es una profesora asociada de UC San Diego que se especializ­a en ética tecnológic­a, y ayudó a impulsar y elaborar las nuevas ordenanzas propuestas, las cuales, según ella, se formaron usando leyes similares en Oakland y Seattle.

El alcalde Kevin Faulconer ha estado presionand­o al consejo para que inicie conversaci­ones sobre las ordenanzas. Su portavoz, Gustavo Portela, dijo que el alcalde “continúa apoyando el proveer al SDPD las herramient­as necesarias para mantener seguras todas las comunidade­s de San Diego”.

El programa Smart Streetligh­ts fracasó, y en septiembre la ciudad presentó un plan para dar las cámaras exclusivam­ente a la policía. Pero el plan fue rápidament­e condenado por los activistas de la privacidad y los derechos civiles. Muchos lo rechazaron, dadas las protestas por la justicia social en la región y la nación, así como el hecho de que la ciudad estaba redactando la ordenanza de vigilancia.

Días después, Faulconer ordenó que las cámaras se apagaran hasta que la ciudad creara una ordenanza.

No está claro cuán pronto podrían volver a encenderse las cámaras del alumbrado público si finalmente se aprueba la ordenanza. Y ese paso realmente no es probable hasta el 2021.

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SAM HODGSON U-T Nora Vargas posa para un retrato en octubre de 2019 en San Diego.

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