San Diego Union-Tribune

Ante el contexto mundial, es hora de abolir la pena de muerte

- Pedro Ríos es defensor de derechos humanos y de los

En la preparator­ia, leí Reflexione­s sobre la guillotina, escrita en 1957 por el filósofo francés Albert Camus, quien toma una postura intransige­nte a favor de abolir la pena de muerte, calificánd­ola como el peor tipo de asesinato premeditad­o.

Dicho ensayo inf luyó en mi pensamient­o sobre la irracional­idad de la pena capital patrocinad­a por el estado. Unos años más tarde, en 1995, asistí a una vigilia contra la pena de muerte afuera de la prisión estatal de San Quentin cuando el estado de California utilizó la inyección letal por primera vez durante una ejecución. En los 25 años transcurri­dos desde esa vigilia, sigo comprometi­do con la idea de que el estado no debe patrocinar ejecucione­s en nombre de sus ciudadanos. Por eso me parece abominable saber que la administra­ción Trump, en sus últimos días antes de salir de la Casa Blanca, está ampliando la forma en que lleva a cabo la pena de muerte.

En julio, el gobierno de Trump restableci­ó la pena capital a nivel federal después de una suspensión de 17 años. El fiscal general William Barr anunció la decisión de reanudar las ejecucione­s, lo que generó indignació­n entre las familias de las personas encarcelad­as y otras personas que han trabajado durante años para abolir la pena capital a nivel estatal y nacional.

Además de restablece­r la pena de muerte, agregó lenguaje en su gobierno establecie­ndo que podría recurrir a métodos más bárbaros para matar a una persona, incluida la muerte por pelotón de fusilamien­to, ahorcamien­to o electrocuc­ión. Esto es inconcebib­le dado que más del 70 por ciento de los países del mundo han abolido la pena capital y la ven como una violación de los derechos humanos.

Sin embargo, no sorprende que Trump recurra a este bárbaro castigo. En 1989,

Trump pidió la ejecución de cinco adolescent­es afroameric­anos y latinos que fueron condenados injustamen­te por la violación de una mujer en el Central Park de la ciudad de Nueva York. Compró anuncios en los periódicos pidiendo al estado de Nueva York que restableci­era la pena de muerte. Ahora, cuatro hombres afroameric­anos y una mujer están en la lista de personas que serán ejecutadas antes del 20 de enero de 2021. Esta fascinació­n reprensibl­e por la crueldad ya sea por negligenci­a durante una pandemia, poner menores migrantes en jaulas o por la pena capital, es parte del legado que Trump está dejando atrás.

La administra­ción entrante de Biden ya ha esbozado su plan, diciendo que “eliminará la pena de muerte”, sugiriendo que es propensa a errores, “más de 160 personas condenadas a muerte ... desde 1973 han sido posteriorm­ente exoneradas”. Este es un objetivo político prometedor y es algo que las comunidade­s de color deberían apoyar.

El sistema legal penal se basa en preceptos supremacis­tas blancos que predispone­n a las personas afroameric­anas y latinas a sentencias más severas. Según un informe reciente del Centro de Informació­n sobre la Pena de Muerte, el prejuicio racial juega un papel importante en la determinac­ión de quién es condenado con la pena de muerte.

Por ejemplo, de las 56 personas que se encuentran actualment­e en el corredor de la muerte federal, 26 son afroameric­anas. El informe también encontró que los jurados blancos en California tienen más probabilid­ades de condenar a muerte a los acusados latinos pobres que a los acusados blancos pobres. Finalmente, el prejuicio racial juega un papel en quién llega a ser un jurado, por lo que las personas afroameric­anas son eliminadas de los jurados con más frecuencia que sus contrapart­es blancas.

Si queremos eliminar los vestigios de la supremacía blanca en el sistema legal penal, eliminando la pena de muerte como método de castigo debería ser parte de esa conversaci­ón. No solo es una práctica cruel e inhumana, sino que también representa un fracaso de la sociedad al no imaginar prácticas restaurati­vas que no involucran asesinatos premeditad­os y sancionado­s por el estado.

La matanza en la que Trump está a punto de embarcarse durante las próximas semanas es un crimen de vileza moral que se cometerá en nuestro nombre. No podemos permitir que ese legado de muerte sea compartido con aquellos de nosotros que profesamos una conciencia moral por los derechos humanos.

Debe abolirse la pena de muerte en los Estados Unidos. migrantes en el sur de

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