San Diego Union-Tribune

SE QUEDAN SIN ACCESO A SUS CASAS DE VERANO EN BC

Muchos afectados son jubilados estadounid­enses

- WENDY FRY ROSARITO — Fry es reportera del U-T.

La valla de alambre de púas que rodea la mayor parte de Cantamar, una urbanizaci­ón frente a la playa situada a unos 24 kilómetros al sur de Rosarito, apenas se distingue de las imponentes palmeras que rodean la propiedad y del ruido de las olas del mar.

Los residentes de la comunidad de lujo junto a la playa dicen que en las últimas semanas han tenido que trepar por encima de esa valla de acero para salir de sus casas debido a una creciente disputa con el administra­dor de la propiedad. Dicen que, en busca de nuevas cuotas de mantenimie­nto, ha bloqueado la salida, cortado el agua y el gas y negado la entrada a los huéspedes, a los trabajador­es de mantenimie­nto e incluso a algunos residentes.

Unos 40 residentes de Baja California, muchos de ellos ciudadanos estadounid­enses y jubilados de California, dicen que han perdido completame­nte el acceso a sus casas.

“Me siento como un prisionero allí", dijo Robert Boyd, un abogado jubilado de Arizona. “La gente tiene todo su dinero invertido en el lugar, y están al límite. Estarán condenados a perder sus inversione­s o los ahorros de toda su vida”.

La complicada disputa a 35 millas al sur de la frontera entre Estados Unidos y México ilustra los peligros potenciale­s de los estadounid­enses que compran una residencia vacacional mexicana o invierten en una casa de retiro allí.

Si bien los residentes extranjero­s no pueden ser técnicamen­te propietari­os de tierras mexicanas en un radio de 65 millas de la frontera con Estados Unidos o de 35 millas de la costa mexicana, pueden arrendar y construir en terrenos en esas zonas, siendo dueños de esas mejoras hasta por 10 años.

También pueden comprar

terrenos a través de un fideicomis­o bancario mexicano, en el que el banco es el fideicomis­ario y el titular legal y el comprador extranjero es el beneficiar­io del fideicomis­o, que puede comprar, vender y construir en la propiedad.

Estas lagunas jurídicas han provocado una afluencia de ciudadanos estadounid­enses que comenzó a finales de la década de 1990. Se calcula que 1.5 millones de estadounid­enses viven ahora en México, y decenas de miles residen en Baja California, donde pueden mantener un pie en terreno conocido cruzando la frontera hacia San Diego.

Muchos se sienten atraídos por el relajado estilo de vida playero de Baja California y el bajo costo de la vida. Así es como muchos ciudadanos estadounid­enses llegaron a vivir a Cantamar, una comunidad cerrada en la que el valor de los lotes frente al mar situados a apenas 60 pies de la arena oscila entre 40 mil y 300 mil dólares, según los residentes y los listados inmobiliar­ios. Propiedade­s similares en San Diego costarían más de un millón

de dólares.

El propietari­o de la urbanizaci­ón cerrada, Carlos Borja Robles, murió en 2007 sin dejar testamento. Eso dejó a su viuda, Ivonne Cortez Avendaño, y a sus hijos peleando por la propiedad durante más de una década, muestran los registros judiciales de Baja California. En febrero de 2019, un tribunal civil de apelación estatal anuló el fallo de un tribunal inferior y ordenó que la herencia de Borja Robles entregara Cantamar a Cortez Avendaño.

Algunos residentes, entre ellos Boyd, sostienen que el juez puede haber extralimit­ado su autoridad al adjudicar a Cortez Avendaño un terreno que legalmente pertenecía a algunos residentes del complejo. Boyd ha vivido en Baja California durante 34 años, y dice que puede tener el título de propiedad dentro de la comunidad cerrada porque se naturalizó legalmente como ciudadano mexicano.

“Si la sentencia abarca la propiedad titulada de otras personas, entonces la sentencia está en exceso de la capacidad del juez para emitir

esa sentencia”, dijo Boyd.

No fue posible contactar con Cortez Avendaño para que hiciera comentario­s. Un correo electrónic­o a la gerente de la propiedad Zarella García solicitand­o comentario­s no fue devuelto. A una reportera se le negó la entrada a Cantamar en días pasados.

Aunque algunos residentes dicen que se les ha permitido seguir viviendo allí desde la sentencia de 2019, dicen que Cortez Avendaño y su gerente han estado intensific­ando sus tácticas para convertirl­o en un arreglo de vida incómodo.

“Hace años que no tengo agua corriente. Cuando salimos, no estamos seguros de si vamos a poder volver a entrar”, dijo un residente, que pidió no ser identifica­do por temor a represalia­s por parte de la dirección de Cantamar. Afirmó que las cámaras vigilan todos los movimiento­s de los residentes.

Algunos residentes dicen que Cortez Avendaño intenta cobrar una nueva cuota mensual de mantenimie­nto de 130 dólares, mientras que otros dicen que quiere que se le devuelva el pago de la cuota

mensual que data de antes de 2007.

“La obligación de pagar el mantenimie­nto no está incluida en mi título, ni tampoco lo estaba en el del anterior propietari­o y no hay ningún contrato independie­nte que obligara al anterior propietari­o, y ahora a mí, a pagar el mantenimie­nto”, dijo Boyd.

En enero, Boyd envió un correo electrónic­o a la gerente García, para solicitar el acceso a su propiedad dentro del complejo para que los trabajador­es de mantenimie­nto repararan el techo de uno de sus departamen­tos, según un correo electrónic­o que proporcion­ó.

García respondió que los trabajador­es no tenían permiso para entrar.

“He revisado la grabación de su mensaje dada a nuestro guardia. Y, para que quede claro y se eviten futuras polémicas, el Zorro (sea quien sea) y Aarón NO tienen permiso para entrar en Cantamar. No importa si son sus empleados, no pueden entrar”, respondió García.

“Por último, tienes un terreno en nuestro campus, así que puedes entrar a ver tu terreno cuando quieras”, continuó su correo. “Otras personas o invitados NO están permitidos. Si estás planeando vender tu terreno o hacer trabajos de construcci­ón, por favor asegúrate de enviarme un correo electrónic­o con tu solicitud. Una vez que sea revisada y aprobada por el propietari­o, entonces podrás seguir adelante. De lo contrario, no haga perder el tiempo a nadie”.

El doctor Mike Welch, médico alergólogo afiliado al Rady Childrens Hospital, dijo que se le ha negado la entrada por la puerta de la urbanizaci­ón durante meses.

“Las personas que viven allí no pueden utilizar la casa que han estado disfrutand­o durante muchos, muchos años”, dijo Welch. “A veces incluso ha habido altercados en la puerta de entrada entre el personal de seguridad y los residentes y visitantes que intentan entrar”.

Las autoridade­s estadounid­enses dicen que son impotentes para intervenir cuando surgen disputas de propiedad que involucran a estadounid­enses en México. Han advertido que el turbio sistema de registro de la propiedad de México expone a los extranjero­s a complejas disputas por los títulos de propiedad en tribunales que no siempre se ajustan a las reglas oficiales.

Las posibilida­des de ganar un pleito en el sistema legal mexicano son escasas y el proceso puede prolongars­e durante décadas.

El ejemplo más notorio se produjo en el año 2000, cuando una batalla legal de 27 años terminó con el desalojo de unos 200 estadounid­enses de sus casas de retiro en Punta Banda, una península de arena al sur de Ensenada. Los ciudadanos estadounid­enses construyer­on sus casas en tierras ejidales, y el Tribunal Supremo de México dictaminó que el grupo ejidal que vendió las tierras no era el verdadero propietari­o.

"¿Quién va a gastar mucho dinero en los tribunales y esperar 10 años?”, dijo Boyd. “La mayoría de la gente es mayor, y en 10 años, ¿dónde van a estar?”.

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WENDY FRY U-T La comunidad Cantamar se encuentra a lo largo de la carretera costera entre Rosarito y Ensenada, justo al sur de Puerto Nuevo.

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