San Diego Union-Tribune

MR. CHRISTMAS PONE LUZ A LAS FIESTAS EN KNOB HILL

Bill Gilfillen encendió su instalació­n de 100 mil foquitos

- PAM KRAGEN Kragen es reportera del U-T.

SAN MARCOS —

Para deleite de sus vecinos de San Marcos y de muchos seguidores de toda la región, Bill Gilfillen, de 83 años, y su famoso despliegue de luces Christmas on Knob Hill volvieron en la víspera de Acción de Gracias, después de tomarse una pausa pandémica el año pasado.

Durante el último mes, el jefe de la Navy retirado pasó nueve horas al día, todos los días, decorando su patio delantero, su casa y su tejado en 1639 Knob Hill Road para las fiestas. Como es tradición, la instalació­n se ilumina de 5 a 9 p.m. cada noche desde el 24 de noviembre hasta el 30 de diciembre.

Durante ese periodo de cinco semanas cada año, hasta 20 mil personas pasarán por la casa de los Gilfillen, llegando en auto desde Los Ángeles, Arizona y México, y en autobús desde las comunidade­s de adultos mayores de la zona. Muchos de los visitantes que vinieron de niños traen ahora a sus propias familias jóvenes.

El despliegue de Gilfillen incluye más de 100 mil luces navideñas parpadeant­es. Pero lo que hace única su decoración son las más de 100 esculturas iluminadas en el césped, los árboles y los tejados, que ha ido colecciona­ndo poco a poco durante los últimos 36 años.

Muchos de estos objetos tridimensi­onales, como un carrusel de osos de peluche giratorio y una pareja de pingüinos pescando junto a un iglú, tienen un aspecto y una sensación de antigüedad en comparació­n con la alta tecnología contemporá­nea de las luces láser y los adornos navideños inflables para el jardín.

Ese aire retro atrae a Gilfillen, que tiene una afinidad de toda la vida con las luces navideñas.

Creció en Grove City en Ohio, donde su familia era tan pobre a principios de los años 40 que él y sus hermanos pasaron varios años en

un orfanato gestionado por la iglesia porque su madre no podía permitirse cuidarlos. Caminar juntos por la nieve para admirar la decoración navideña de su ciudad natal cada año era el único regalo que los hermanos Gilfillen podían hacerse.

“Me encantaba ir a ver las luces. Me parecían preciosas”, dice. “Para mí, eso era la Navidad”.

Después de que él y su esposa, Elaine, se mudaran a la casa en la colina de Knob Hill a mediados de la década de 1980, puso una modesta exhibición de luces durante los primeros años. Después, tras recibir el reto de su familia de ir a lo grande, Gilfillen empezó a tomarse el proyecto más en serio. Con el paso de los años, el proyecto se convirtió en una afición de todo el año y llegó a ser conocido en la ciudad como Mr. Christmas.

Cada otoño, empieza a desempaque­tar los adornos y traza un plan para la disposició­n

de los artículos, con el cuidado de no repetir nunca el mismo diseño dos veces. Luego, a principios de enero, lo desmonta todo y lo guarda en un almacén y en algunos cobertizos del patio trasero. Es entonces cuando empieza a comprar un puñado de artículos nuevos para añadirlos a la exposición la siguiente temporada navideña.

La exposición se hizo tan popular con los años que los Gilfillen crearon un sitio web (christmaso­nknobhill.com) para mantener informados a los visitantes que llegan desde lejos sobre el horario de las luces y cómo llegar a la casa. Debido a la pandemia, el sitio web no se ha actualizad­o desde 2019.

Gilfillen dijo que estaba muy triste por cancelar Christmas on Knob Hill el año pasado, pero debido a las grandes multitudes que se reúnen fuera en las noches de invierno, estaba preocupado por crear un peligro

para la salud pública.

“No quería ser responsabl­e de que alguien se contagiara de COVID cuando viniera a ver las luces”, dijo Elaine Gilfillen.

En su lugar, el año pasado Gilfillen puso su decoración favorita —una escultura de Santa Claus sentado y brillante, actualizad­a con una mascarilla— en el techo con un cartel que decía que las festividad­es se cancelaban para 2020. Gilfillen dijo que se siente seguro decorando de nuevo este año, aunque pide a los visitantes que lleven mascarilla­s porque puede haber mucha gente en la acera.

Entre las muchas decoracion­es escultóric­as de este año hay un pelotón de soldaditos de plomo, bastones de caramelo iluminados, el reno Rudolph con una nariz roja brillante; una alineación de personajes de Star Wars, incluyendo a Yoda y el robot rodante BB-8; y una colección colgante de cerdos con

alas, tutús y disfraces de Santa Claus. Hay algunos personajes de Snoopy y Woodstock, varios Mickey Mouses y cebras iluminadas, flamencos, pingüinos, perros, ardillas, búhos y mucho más.

Una de las nuevas decoracion­es de este año es un cartel impreso que representa la filosofía de los Gilfillen de paz y buena voluntad para todos y la importanci­a de vacunarse. Incluye las líneas: “En esta casa, creemos que las vidas de los negros importan. Los derechos de las mujeres = derechos humanos. Ningún ser humano es ilegal. Abraza la ciencia. El amor es el amor”.

Aunque las luces volverán en estas fiestas, no lo hará otra de las caracterís­ticas populares de Christmas on Knob Hill. Por razones de seguridad de COVID, Gilfillen no se disfrazará este año de Santa Claus para sentarse en la entrada de la casa en las noches de diciembre para

aceptar los deseos de los niños y repartir bastones de caramelo.

Esto tiene sentido para Kristin Rossillo, que ha vivido en la calle de los Gilfillen durante los últimos cuatro años. Días antes de que comenzara la exposición, pasó por la casa de los Gilfillen con sus hijos, Adelaide, de 5 años, y Remington, de 2, mientras Gilfillen realizaba una prueba de iluminació­n. Adelaide le dijo con entusiasmo a Gilfillen que su exposición navideña era “lo mejor de todo el mundo”, lo que, según él, hace que todo el trabajo que conlleva la exposición merezca la pena.

“Es tan divertido y mágico”, dijo Kristin Rossillo. “Nos encanta venir cada día cuando acompaño a Adelaida a casa desde la escuela y ver los progresos que está haciendo. Es muy especial y los niños se emocionan mucho”.

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NELVIN C. CEPEDA U-T Bill Gilfillen, de 83 años, dio un recorrido por su tradiciona­l instalació­n de luces en San Marcos a los vecinos Adelaide Rossillo, de 5 años, y su hermano, Remington Rossillo, de 2.

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