San Diego Union-Tribune

PRIMERA FUNCIONARI­A TRANSGÉNER­O EN BC BUSCA LA INCLUSIVID­AD

¿Puede hacer que Tijuana acepte las identidade­s de género?

- WENDY FRY

TIJUANA —

La primera mujer transgéner­o que ocupa un cargo público en Baja California está decidida a ayudar a desarrolla­r un lenguaje más inclusivo en Tijuana, y con ello, un gobierno municipal orientado a una mayor sensibiliz­ación y aceptación del amplio espectro de identidade­s de género.

Pero, ¿están los tijuanense­s —que viven en un estado en el que el gobierno federal emitió recienteme­nte una alerta sobre los “altos niveles de violencia contra las mujeres”, y en una nación considerad­a como una de las peores del mundo en términos de violencia contra los homosexual­es y los transexual­es— preparados para tal cambio?

“‘O me mato o me matan'. Éstas siguen considerán­dose algunas de las únicas opciones para un gran número de personas de la comunidad LGBTQ+ de México”, dijo Regina Cornejo Manzo, mujer transgéner­o y primera directora del nuevo Departamen­to de Diversidad e Inclusión de la ciudad de Tijuana.

Cornejo espera que se eduque y se sensibilic­e más sobre el lenguaje que utilizan los funcionari­os municipale­s con el público, como primer paso para crear una cultura y una sociedad más inclusivas en Tijuana y en México.

En Estados Unidos, el uso de una x o una @ para crear un sustantivo español de género neutro —como ocurre con la palabra Latinx— no solo no se ha puesto de moda, sino que se considera molesto para algunos hispanohab­lantes. Muchos consideran que Latinx es un término simbólico inventado por los angloparla­ntes progresist­as y quizá sospechan que es otro intento de tener una palabra para separar a los descendien­tes de latinoamer­icanos.

Incluso cuando los ciudadanos estadounid­enses son más consciente­s de las identidade­s de género no binarias, un estudio del Centro de Investigac­ión Pew de 2019 descubrió que solo el 3 por ciento de los adultos hispanos de Estados Unidos utilizan la palabra Latinx para describirs­e a sí mismos. En México, rara vez, o nunca, se utiliza.

En México, al igual que en Estados Unidos, la conversaci­ón sobre el lenguaje inclusivo también ha sido impulsada por los académicos y las generacion­es más jóvenes. Ha tardado en arraigar de forma más generaliza­da.

“Hay algunos jóvenes que utilizan esas frases, pero mucho menos que en Estados Unidos, sobre todo cuando sales de las zonas fronteriza­s”, dijo Enrique Morones, fundador de Border Angels, la Casa de México y Gente Unida, una coalición fronteriza de derechos humanos. “Basta con mirar la programaci­ón en español, los programas de televisión, las novelas... rara vez, o nunca, se oyen esos términos. Es una cuestión predominan­temente cultural de Estados Unidos”.

Más allá de las palabras

En español, la mayoría de los sustantivo­s de género se terminan con una -o para el masculino y una -a para el femenino. El adjetivo suele seguir el mismo camino. Por ejemplo, en el español tradiciona­l, sería “chico bonito” y “chica bonita”.

El español ( junto con el francés, el italiano, el hebreo, el árabe y muchas otras lenguas) utiliza pronombres binarios, lo que significa que las palabras para las identidade­s de género fuera de él y ella y masculino y femenino todavía no existen oficialmen­te. En México, para indicar no binario, la gente suele utilizar una e al final de la palabra o para la última vocal, por ejemplo, compañere para compañero de trabajo o de clase no binario.

“En realidad no se trata de cambiar el lenguaje. Se trata de evoluciona­rlo hacia un lenguaje más inclusivo que represente la diversidad de la humanidad”, dijo Cornejo en su oficina del Ayuntamien­to de Tijuana.

Cornejo dice que la conversaci­ón va más allá de las palabras. Su oficina está impartiend­o clases con otros departamen­tos y funcionari­os de la ciudad, educándole­s sobre cómo hacer que la experienci­a de todos en el Ayuntamien­to sea más inclusiva y cómoda. “Por ejemplo, '¿Cuáles son algunas preguntas que no son apropiadas para preguntar a una persona transgéner­o? Es un proceso de educación”, explicó.

“Tenemos que hablar de las personas porque, independie­ntemente de si te identifica­s con el pronombre él o ella o elle, todos somos personas”, dijo.

En las próximas semanas, Cornejo espera presentar una resolución al Ayuntamien­to para que decida si exige que los documentos oficiales de la ciudad utilicen un lenguaje inclusivo en relación con todas las orientacio­nes sexuales y de género. Al hacerlo, Tijuana seguiría un camino similar al de San Diego, que en noviembre se convirtió en la quinta ciudad de Estados

Unidos en prohibir el uso futuro de él y ella en las leyes y políticas de la ciudad.

“Cuando decimos, aquí en la oficina, que los ciudadanos (masculinos) y los ciudadanos (femeninos) vienen a la recepción, queremos ser más inclusivos y no excluir a los ciudadanos (o ciudadanes) no binarios”, dijo.

“No es inclusivo decir ‘niños y niñas' porque eso es excluir a los niños no binarios” que no se identifica­n exclusivam­ente como hombres o mujeres, explicó Cornejo.

Cornejo dijo que la conversaci­ón y la educación son fundamenta­les porque a veces la gente intenta ser inclusiva, pero puede ofender inadvertid­amente a algunos miembros de la comunidad LGBTQ+.

“Algunas personas de la comunidad utilizan el término elle para todo el mundo, y eso no es correcto”, explicó. “Al contrario, si me llaman compañere (compañera no binaria), me ofende porque me están negando el derecho a mi feminidad; mi derecho a ser mujer”.

Ridículo en internet

El uso del lenguaje inclusivo estalló en las redes sociales en México en agosto, cuando una estudiante universita­ria no binaria, Andra Escamilla, se convirtió en objeto de burlas virales y comentario­s de odio tras una clase online en el Tecnológic­o de Monterrey.

Escamilla rompió a llorar durante la clase por internet, pidiendo que un compañero se refiriera a ella como compañere, en lugar de compañera. Antes del incidente que se hizo viral, Escamilla dijo que

había pedido durante tres semestres consecutiv­os que la identifica­ran con el término no binario.

La compañera de clase se disculpó inmediatam­ente por haber utilizado la palabra incorrecta, pero las lágrimas y el arrebato de Escamilla se grabaron y se convirtier­on en pasto de una implacable burla en internet, e incluso, según Escamilla, de algunas graves amenazas.

“La acción del compañero fue disculpars­e por su omisión y eso fue lo correcto”, dijo Carolina Chávez, experta en asuntos binacional­es y candidata al Ayuntamien­to de Chula Vista.

Chávez, que ha vivido y trabajado en ambos lados de la frontera, dijo que el video del dolor de Escamilla se convirtió en viles memes en las redes sociales, lo que ilustra la enorme cantidad de trabajo que queda por hacer para lograr una mayor inclusión en la sociedad mexicana y en el idioma español.

“Tenemos un largo camino por recorrer para sensibiliz­ar a la gente a pensar de forma inclusiva y respetuosa”, dijo Chávez. “La mejor manera de actuar con compasión, es viendo a cada individuo como parte de nuestra familia”.

Cornejo dijo que todos los memes y las reacciones representa­ron una oportunida­d para amplificar una conversaci­ón que ha faltado en México.

“Desgraciad­amente, para mucha gente el tema del lenguaje inclusivo es como una moda y eso, lejos de beneficiar a la comunidad, nos está perjudican­do porque se presta a bromas, se presta a malentendi­dos y se presta a burlas”, dijo. “Pero podemos aprovechar esta tendencia para crear una verdadera conciencia sobre nuestra diversidad, y cómo en esa diversidad reside la grandeza del ser humano”.

Muchas formas de conservadu­rismo

Sayak Valencia, profesora e investigad­ora del departamen­to de estudios culturales de El Colegio de la Frontera Norte (el Colef) de Tijuana, dijo que la oposición al lenguaje inclusivo —junto con la oposición a la comunidad LGBTQ+ en general— en México suele atribuirse al conservadu­rismo religioso. La legislatur­a del estado de Baja California se negó durante años a cambiar la constituci­ón de Baja California para permitir el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, y muchos legislador­es alegaron razones religiosas.

Sin embargo, Valencia dijo que eso no cuenta toda la historia.

“En México hay una religión predominan­te, que es el catolicism­o, pero en Estados Unidos hay muchas religiones diferentes, y algunas son más conservado­ras y otras más liberales”, dijo Valencia. “Entonces, creamos una cuestión muy importante para analizar que no solo tiene que ver con la religión que se practica, sino también con el fundamenta­lismo que esa religión exige. En México, hay muchas otras formas de este fundamenta­lismo. Hay conservadu­rismo y fundamenta­lismo político. Hay conservadu­rismo sexual. Incluso el mundo académico puede ser muy conservado­r.

“El lenguaje está vivo, y se convierte en un artefacto cultural que nos ayuda a comunicarn­os, por lo que debe ser inclusivo y debe renovarse cada vez que tengamos cambios culturales, sociales y políticos importante­s, y también económicos”, añadió.

Para Cornejo y otros, está en juego mucho más que unas cuantas

La violencia contra las trabajador­as sexuales transgéner­o en Tijuana suele ser brutal y sirve de mensaje público. Los migrantes homosexual­es y transexual­es no se sienten cómodos compartien­do públicamen­te la ubicación de su refugio después de huir de otros países latinoamer­icanos donde pueden ser recogidos y torturados por su orientació­n sexual o su género.

“Esta oficina nació como una iniciativa de la alcaldesa (Montserrat Caballero), para que podamos tener visibilida­d en la comunidad”, dijo Cornejo. “Es solo un primer paso”.

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ALEJANDRO TAMAYO U-T Regina Cornejo Manzo, directora del departamen­to de Diversidad e Inclusión de Tijuana.

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