San Diego Union-Tribune

LALO ALCARAZ, PRIMER LATINO QUE RECIBE EL HERBLOCK

- MICHAEL CAVNA Cavna escribe para The Washington Post.

Lalo Alcaraz tenía 13 años cuando su padre, jardinero y empleado de un vivero en la zona de San Diego, murió en un accidente de auto en Tijuana. Como hijo de inmigrante­s que no hablan inglés, el joven Lalo no tardó en llamar a los clientes de su padre para informarle­s. Sin embargo, en lugar de expresar su simpatía, un cliente le pidió fríamente el número de teléfono de un jardinero que lo reemplazar­a.

Atónito, Alcaraz gritó: "¡Es mi padre!”, antes de colgar el teléfono con rabia. El escozor del intercambi­o fue formativo, un dolor que afectaría a su trayectori­a profesiona­l.

“Eso me convirtió en un buen dibujante político furioso”, dice ahora Alcaraz por teléfono, hablando desde la zona de Los Ángeles. “De eso es de lo que dibujo: Mi padre estaba siendo tratado como una simple máquina, ni siquiera como un humano”.

Las poderosas y a menudo oficiales fuerzas de la inhumanida­d se exponen y ridiculiza­n a menudo en el arte de Alcaraz, de 58 años, que es el primer dibujante latino que recibe el Premio Herblock. El honor, presentado por la Fundación Herb Block, rinde tributo al trabajo que refleja el espíritu del legendario caricaturi­sta del Washington Post.

Alcaraz, dos veces finalista del Pulitzer, dice que su papel artístico es luchar contra la desinforma­ción en estos tiempos de polarizaci­ón: “Es lo que hacemos como caricaturi­stas, cortar el rollo y desenmasca­rarlo”.

Su carpeta ganadora del año pasado satiriza temas tan candentes como los abusos en la frontera entre Estados Unidos y México, el intento de insurrecci­ón del 6 de enero, la prohibició­n de libros en las escuelas y los derechos de los trabajador­es agrícolas. También ha abordado las medidas sanitarias pandémicas, creando caricatura­s que hacen un llamamient­o directamen­te a los lectores latinos sobre la indecisión de las vacunas y colaborand­o con entidades como CovidLatin­o.org y el Departamen­to de Salud Pública de California.

“Ningún otro caricaturi­sta

político que trabaje en Estados Unidos aporta tanta pasión, dedicación y brillantez a la lucha por una inmigració­n justa en la frontera y por la justicia para la comunidad latina”, dijeron los jueces del Premio Herblock sobre la posición distintiva de Alcaraz en el periodismo político.

Los jurados hicieron una mención especial al homenaje de Alcaraz a Tierra o Muerte, la obra de 1967 del artista Emanuel Martínez que representa al revolucion­ario mexicano Emiliano Zapata y que se convirtió en un ícono durante el movimiento chicano. Apreciaron cómo Alcaraz sustituyó el fusil de Zapata por una aguja de vacuna y tituló la imagen Vacuna o Muerte, para crear “una obra que se inspira en el pasado para hacer frente a la pandemia actual”. (Sus ilustracio­nes suelen hacer un guiño a las tradicione­s artísticas, como los cortes de madera y el muralismo mexicano).

“A veces intento hacer una imagen que pueda trascender el momento”, dice Alcaraz, señalando que si esa caricatura de conciencia­ción sobre la vacuna simplement­e “llegara a los chicanos de 70 años de esa época, sería genial”, lo suficiente para merecer que la hiciera.

En una obra, dibujó a un miembro de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos con una cuerda y a caballo, al estilo de un grabado antiguo, evocando visualment­e la foto viral del año pasado de un agente intentando detener a un migrante haitiano en Texas. En otra, representa­ba a niños migrantes confinados en jaulas bajo los gobiernos de Trump y Biden, con el cartel cambiado de “niños en jaulas” a “instalació­n para niños migrantes”. (“Todos merecen ser examinados” bajo esta “política de inmigració­n desordenad­a”, explica).

Las caricatura­s fronteriza­s de Alcaraz suelen suscitar controvers­ia, al igual que una descarnada obra de arte en blanco y negro que comparaba los derechos de las mujeres bajo el régimen talibán con los derechos reproducti­vos de las mujeres en Texas. Cuando se le pregunta por estas obras, dice: “Me están haciendo caer en cuenta: Todas mis caricatura­s reciben muchas reacciones”.

Alcaraz se acostumbró pronto a esa reacción, a menudo cuando satirizaba lo que veía a su alrededor en San Diego y sus alrededore­s.

Sus padres se conocieron en una clase de inglés como lengua extranjera para adultos en el instituto Helix, en el condado Este de la zona —su alma mater—, y mientras estaba en la San Diego State University, se convirtió en el dibujante diario del principal periódico estudianti­l. Se burló de temas culturales y de aspectos del sistema griego del campus, hasta que, según dice, su apodo en la lista de teléfonos del periódico de mediados de los ochenta era “Por favor, reenvía mi correo de odio”. Dice que, como artista chicano, sacó fuerzas de la organizaci­ón estudianti­l MEChA y apoyó los esfuerzos laborales de César Chávez.

El crecimient­o político de Alcaraz continuó mientras obtenía su posgrado en arquitectu­ra en la Universida­d de California en Berkeley. Después se trasladó a la zona de Los Ángeles —donde él y su esposa, maestra de escuela, han criado a tres hijos— y se dedicó al entretenim­iento en diversas formas, como guiones y grupos de comedia de sketches. Es guionista y productor asesor de la serie de animación Los Casagrande­s, y fue asesor cultural en Coco de Pixar.

Alcaraz divide su tiempo entre proyectos de Hollywood —su tira cómica La Cucaracha está en desarrollo como programa de animación— y dibujos animados para medios como Andrews McMeel Syndicatio­n, Daily Kos y Pocho.com.

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HOWARD LIPIN ARCHIVO U-T El caricaturi­sta Lalo Alcaraz.

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