San Diego Union-Tribune

En Uvalde y en todas partes, más armas no deben ser la respuesta

- Pedro Ríos es defensor de derechos humanos y de los migrantes en el sur de California.

Todos seguimos mortificad­os por la trágica masacre que ocurrió en la escuela primaria en Uvalde, Texas el 24 de mayo, cuando un joven de 18 años mató a 19 niños, dos maestros e hirió a muchos más. Sin embargo, ha quedado más claro que las acciones de la policía probableme­nte le dieron al agresor más tiempo para cometer la masacre.

Después de estos terribles eventos, se nos dice repetidame­nte que la solución a los delitos violentos es poner más policías y, en el caso de las escuelas, tener personal armado en los planteles. Los funcionari­os electos son tan rápidos en reiterar este punto que se ha convertido en un mantra para desviar cualquier responsabi­lidad por su fracaso en reducir la pérdida de vidas.

En una entrevista con MSNBC, el Senador Cruz declaró: “Sabemos por experienci­as pasadas que la herramient­a más efectiva para mantener seguros a los niños es la aplicación de la ley armada en el campus”. El fiscal general de Texas, Ken Paxton, verbalizó declaracio­nes similares a otro medio de comunicaci­ón: “Preferiría tener ciudadanos respetuoso­s de la ley armados, entrenados para que puedan responder cuando algo así sucede porque no será la última vez”.

No sorprende que incluso el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien ha estado en una cruzada personal para demonizar a personas migrantes con una presencia policial fuertement­e militariza­da en la frontera, se haya centrado en la “salud mental” como una prioridad sin querer abordar cómo el acceso a las armas de fuego contribuye­n a estas atrocidade­s.

Para el año fiscal 2020, la ciudad de Uvalde reservó alrededor del 40 por ciento de su presupuest­o de 10.3 millones de dólares para policía y control de animales. La Escuela Primaria Robb tenía asignado un oficial de policía armado, pero ese oficial no estaba en el lugar cuando llegó el

agresor. No hubo intercambi­o de disparos con el oficial de policía, lo que contradijo las declaracio­nes originales que la policía local hizo al público.

La ciudad de Uvalde y el distrito escolar de Uvalde ya estaban bien equipados y financiado­s para hacer frente a un tiroteo en la escuela. El plan de seguridad del distrito escolar incluía su propia fuerza policial y un sistema de vigilancia y amenazas en las redes sociales para proteger a los estudiante­s.

Ahora se han publicado videos de padres llorando y rogando a los oficiales que apresuren la entrada al salón de clases cuando escucharon disparos. La policía no entró al edificio hasta al menos 60 minutos después. De hecho, algunos esperaron en el pasillo justo afuera del salón de clases donde estaba ocurriendo la masacre. Esto hace que esta historia sea aún más trágica. Más importante aún, socava el argumento de que más personas con armas, ya sean maestros u oficiales, habrían cambiado el curso de los acontecimi­entos.

Fueron las maestras Eva Mireles e Irma García quienes falleciero­n tratando de proteger a los niños en sus aulas. Con todos, desde la policía local hasta la Patrulla Fronteriza, armados hasta los dientes, ¿por qué este pistolero no fue detenido a tiempo para evitar la masacre?

Es necesario promover políticas de seguridad pública con sentido común para reducir la violencia. Estas pueden incluir: hacer cumplir la verificaci­ón de antecedent­es en todas las ventas de armas, establecer periodos de espera cuando se compra un arma, y prohibir la venta de armas de asalto. También podrían incluir la exigencia de capacitaci­ones de seguridad para quienes deseen comprar armas y para los propietari­os actuales de armas, aumentar sustancial­mente los recursos para los programas de salud mental y financiar programas de prevención de la violencia para reducir de manera proactiva la posibilida­d de que ocurran delitos violentos. Las soluciones basadas en evidencia, sin la necesidad de más personas con armas, pueden marcar una diferencia importante en la reducción de la violencia armada. Es la voluntad política, generalmen­te influencia­da por el cabildeo de los fabricante­s de armas, lo que dicta que el statu quo probableme­nte seguirá siendo el mismo.

Al momento de escribir este artículo, los funcionari­os electos se reúnen en una conferenci­a de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en Houston, Texas, a cuatro horas y media en automóvil desde Uvalde. Cientos de personas se han reunido afuera para protestar por la reunión anual de la NRA.

Esperemos que esta vez sea realmente diferente, esperemos que los políticos realmente se comprometa­n a proteger a los más pequeños de la atroz violencia que ha plagado a nuestro país durante demasiado tiempo.

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WONG MAYE-E AP Veladoras fueron colocadas en una plaza donde se instaló un altar en memoria de las víctimas.
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