En Uvalde y en todas partes, más armas no deben ser la respuesta
Todos seguimos mortificados por la trágica masacre que ocurrió en la escuela primaria en Uvalde, Texas el 24 de mayo, cuando un joven de 18 años mató a 19 niños, dos maestros e hirió a muchos más. Sin embargo, ha quedado más claro que las acciones de la policía probablemente le dieron al agresor más tiempo para cometer la masacre.
Después de estos terribles eventos, se nos dice repetidamente que la solución a los delitos violentos es poner más policías y, en el caso de las escuelas, tener personal armado en los planteles. Los funcionarios electos son tan rápidos en reiterar este punto que se ha convertido en un mantra para desviar cualquier responsabilidad por su fracaso en reducir la pérdida de vidas.
En una entrevista con MSNBC, el Senador Cruz declaró: “Sabemos por experiencias pasadas que la herramienta más efectiva para mantener seguros a los niños es la aplicación de la ley armada en el campus”. El fiscal general de Texas, Ken Paxton, verbalizó declaraciones similares a otro medio de comunicación: “Preferiría tener ciudadanos respetuosos de la ley armados, entrenados para que puedan responder cuando algo así sucede porque no será la última vez”.
No sorprende que incluso el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien ha estado en una cruzada personal para demonizar a personas migrantes con una presencia policial fuertemente militarizada en la frontera, se haya centrado en la “salud mental” como una prioridad sin querer abordar cómo el acceso a las armas de fuego contribuyen a estas atrocidades.
Para el año fiscal 2020, la ciudad de Uvalde reservó alrededor del 40 por ciento de su presupuesto de 10.3 millones de dólares para policía y control de animales. La Escuela Primaria Robb tenía asignado un oficial de policía armado, pero ese oficial no estaba en el lugar cuando llegó el
agresor. No hubo intercambio de disparos con el oficial de policía, lo que contradijo las declaraciones originales que la policía local hizo al público.
La ciudad de Uvalde y el distrito escolar de Uvalde ya estaban bien equipados y financiados para hacer frente a un tiroteo en la escuela. El plan de seguridad del distrito escolar incluía su propia fuerza policial y un sistema de vigilancia y amenazas en las redes sociales para proteger a los estudiantes.
Ahora se han publicado videos de padres llorando y rogando a los oficiales que apresuren la entrada al salón de clases cuando escucharon disparos. La policía no entró al edificio hasta al menos 60 minutos después. De hecho, algunos esperaron en el pasillo justo afuera del salón de clases donde estaba ocurriendo la masacre. Esto hace que esta historia sea aún más trágica. Más importante aún, socava el argumento de que más personas con armas, ya sean maestros u oficiales, habrían cambiado el curso de los acontecimientos.
Fueron las maestras Eva Mireles e Irma García quienes fallecieron tratando de proteger a los niños en sus aulas. Con todos, desde la policía local hasta la Patrulla Fronteriza, armados hasta los dientes, ¿por qué este pistolero no fue detenido a tiempo para evitar la masacre?
Es necesario promover políticas de seguridad pública con sentido común para reducir la violencia. Estas pueden incluir: hacer cumplir la verificación de antecedentes en todas las ventas de armas, establecer periodos de espera cuando se compra un arma, y prohibir la venta de armas de asalto. También podrían incluir la exigencia de capacitaciones de seguridad para quienes deseen comprar armas y para los propietarios actuales de armas, aumentar sustancialmente los recursos para los programas de salud mental y financiar programas de prevención de la violencia para reducir de manera proactiva la posibilidad de que ocurran delitos violentos. Las soluciones basadas en evidencia, sin la necesidad de más personas con armas, pueden marcar una diferencia importante en la reducción de la violencia armada. Es la voluntad política, generalmente influenciada por el cabildeo de los fabricantes de armas, lo que dicta que el statu quo probablemente seguirá siendo el mismo.
Al momento de escribir este artículo, los funcionarios electos se reúnen en una conferencia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en Houston, Texas, a cuatro horas y media en automóvil desde Uvalde. Cientos de personas se han reunido afuera para protestar por la reunión anual de la NRA.
Esperemos que esta vez sea realmente diferente, esperemos que los políticos realmente se comprometan a proteger a los más pequeños de la atroz violencia que ha plagado a nuestro país durante demasiado tiempo.