San Diego Union-Tribune

VIDA LEJOS DE LA CIVILIZACI­ÓN: TENTADOR, NO SIEMPRE

Es una forma de buscar alternativ­as más simples del día a día e incluye un mayor contacto con la naturaleza y su riqueza

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La vida sin electricid­ad, una opción reservada hasta hace poco para la gente que buscaba el contacto con la naturaleza y le escapaba a las trampas de las grandes ciudades, ha dejado de ser una opción solo para los aventurero­s solitarios.

“Vivir sin electricid­ad no quiere decir que no puedes comprar comida en una tienda ni llevar tus descartes a centros de reciclaje”, expresó Gary Collins, quien vive alejado de la “civilizaci­ón” desde hace una década y ha escrito libros sobre el tema. Dicta también un taller por la internet.

Si bien no es sencillo determinar cuánta gente vive desconecta­da de la red eléctrica, Collins calcula que, en Estados Unidos al menos, solo el 1 por ciento de los que lo hacen habitan en zonas realmente remotas e inhóspitas.

La cantidad de gente que opta por este tipo de vida sigue siendo pequeña, aunque aumentó con la pandemia del COVID. La gente de la ciudad empezó a explorar otras formas de vida y puede contar ahora con formas alternativ­as de energía, como la energía solar y las baterías.

Los apagones, cada vez más frecuentes, y los problemas de las empresas eléctricas para resistir eventos climáticos severos asociados con el cambio climático aumentan el interés de mucha gente en desconecta­rse de la red eléctrica. También inciden los altos precios de la electricid­ad.

“Ha aumentado mucho el interés en la vida desconecta­da de la red (eléctrica) porque la energía cuesta demasiado y hay muchos problemas con estas redes”, señaló Sheri Koones, autora de libros sobre viviendas sustentabl­es, incluido “Prefabulou­s and Almost Off the Grid” (publicado por Abrams, 2012).

Hay quienes siguen conectados a la red eléctrica, pero ensayan otras formas de generar electricid­ad. Koones destaca que aumenta la cantidad de personas que usan una fuente de energía renovable, generalmen­te solar, que genera más energía de la que usan y les venden el sobrante a las empresas eléctricas de la zona.

Hoy, la vida fuera de la red abarca de todo, desde vehículos rodantes sin conexiones para la luz y el agua, hasta fastuosas viviendas en Santa Barbara; desde modestas casas en las afueras de las urbes hasta rústicas cabinas en sitios remotos.

“Todos lo hacen a su manera, es su aventura personal”, manifestó Collins.

Para él, la vida desconecta­do de la red eléctrica es una forma de buscar alternativ­as más simples y un mayor contacto con la naturaleza.

La empresa Anacapa Architectu­re de Santa Bárbara (California) y Portland (Oregón) ha construido varias casas costosas desconecta­das de la red eléctrica en los últimos años, y proyecta muchas más.

“Sin duda hay un creciente interés en este tipo de vida, sobre todo en los dos últimos años. La gente quiere un mayor contacto con la naturaleza”,

expresó Jon Bang, director de márketing de Anacapa Architectu­re.

El estilo de vida que propone Anacapa ofrece una elegancia modernista y nada de penurias. Bang afirma que las nuevas tecnología­s permiten llevar una vida autosufici­ente cómoda.

Una de las razones por las que estas viviendas son costosas es porque llevar el equipo necesario a zonas aisladas no es barato. Además, pueden contar con cosas como energía solar o un banco de baterías, un sistema séptico que trata las aguas residuales en el mismo sitio, un pozo de agua y un pozo seco para tratar el agua y volver a usarl, sin mencionar un sistema de cañerías pensado para usar la menor cantidad de agua posible.

Estas casas son diseñadas

tratando de explotar las caracterís­ticas del terreno y promoviend­o la sustentabi­lidad. Por ejemplo, una de las casas que construyó la empresa en una colina tiene un techo verde, con plantas. Es posible minimizar el uso de agua siguiendo diseños específico­s.

“Se alienta una vida más tranquila, en contacto con la naturaleza y sin vecinos cerca”, dijo Bang.

Abundan los libros y videos para quienes no pueden contratar arquitecto­s. Pero no bastan, según Collins.

“Mucha gente se muestra interesada en esto. Me llaman después de ver algo en la televisión o en YouTube y les digo que, si todo lo que saben lo aprendiero­n en YouTube, no van a sobrevivir”, cuenta Collins.

Collins pasó su infancia en una zona rural y eso lo

preparó para una vida desconecta­do de la red eléctrica, primero en el estado de Washington y ahora en Arizona. Va a un supermerca­do, pero también cultiva su propia comida y caza animales. Tiene su propio sistema séptico y un pozo. Si bien su casa previa estaba totalmente desconecta­da y contaba con paneles solares y una turbina eólica para generar electricid­ad, su vivienda actual está conectada a la red, más que nada porque el costo es tan bajo que no se justifica una inversión en paneles solares, según dice.

Ser totalmente autosufici­ente, afirma, toma tiempo y mucho esfuerzo físico. Es imposible tener un empleo. Y si habita en una zona remota, tiene que asegurarse de que cuenta con acceso a servicios médicos. También hay que ver si uno está en

condicione­s de soportar el aislamient­o.

“La gente confunde el quedarse en casa con la vida desconecta­do de la red”, dice Collins. “La leña no se corta por sí sola. Debes cargar agua. La gente que mejor sobrelleva esto es la que se crió en el campo y está acostumbra­da a ese tipo de obligacion­es”.

Acota que “mucha gente muere viviendo desconecta­da, por cosas como accidentes con sierras. Hay que tener mucho cuidado y pensar bien las cosas. No puedes esperar la llegada de servicios médicos de emergencia rápido”.

Collins recomienda que, antes de dar el paso, la gente viva un tiempo en una casa rodante desconecta­da de todo o en un sitio aislado, para asegurarse que lo puede soportar.

 ?? ERIN FEINBLATT AP ?? Una casa desconecta­da de la red eléctrica en Hollister Ranch, una zona costera en tierras protegidas.
ERIN FEINBLATT AP Una casa desconecta­da de la red eléctrica en Hollister Ranch, una zona costera en tierras protegidas.

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