San Diego Union-Tribune

PARA SEGUIR SANANDO, LA MESA CELEBRA JUNETEENTH

A lo largo de la tarde, varios oradores hablaron

- BLAKE NELSON Nelson es reportero del U-T.

Desde el parque MacArthur de La Mesa se puede contar una breve historia de las relaciones raciales en Estados Unidos.

A más de mil kilómetros al este está Galveston, Texas, donde este fin de semana se dijo al último grupo de negros americanos esclavizad­os que eran libres, hace exactament­e 157 años.

Al norte está San Francisco, donde se reunió por última vez el histórico Grupo de Trabajo de Reparacion­es de California para debatir cómo debe abordar el estado los efectos de la esclavitud.

Y a menos de un kilómetro y medio al sur está el lugar donde dos bancos y un edificio histórico ardieron durante las protestas por la justicia racial en 2020.

El domingo, cientos de personas inundaron el parque tanto para conmemorar el momento en que todos los habitantes de la nación supieron que eran libres, como para ayudar a una comunidad a seguir sanando tras unos años tumultuoso­s.

“Estoy cosechando los beneficios de la libertad de los negros”, dijo a la multitud Damaja Jones, entrenador del histórico programa de futbol del Helix High. “Rezo para poder impulsarlo”.

Aunque se programaro­n actos de Juneteenth en todo el condado, el de La Mesa fue el primero de este tipo tanto para la ciudad como para varios asistentes.

La planificac­ión de la celebració­n, de cuatro horas de duración, comenzó hace aproximada­mente un año, y el costo de aproximada­mente 6000 dólares se cubrió principalm­ente mediante donaciones. Decenas de voluntario­s se ofrecieron, incluidos algunos de las escuelas locales.

Más de dos docenas de vendedores se desplegaro­n sobre la hierba, ofreciendo desde formulario­s de registro de votantes hasta adornos hechos a mano envueltos en tela de Kente.

Un castillo inflable multicolor se balanceaba bajo el peso de los pies pequeños. En los carteles de jardín se imprimiero­n preguntas de trivialida­des ("¿Quién es Opal Lee?”). (Respuesta: La anciana de 95 años cuya defensa del 19 de junio como

día festivo federal la llevó a ser llamada la “Abuela de Juneteenth”).

Los funcionari­os locales se paseaban entre las sillas de jardín, desde el jefe de policía de La Mesa, Ray Sweeney, hasta la diputada de Estados Unidos Sara Jacobs, demócrata que se presenta a la reelección en el distrito 51.

Uno de los primeros votos de Jacobs en el cargo el año pasado fue hacer del Juneteenth una fiesta oficial. El acto era crucial para celebrarlo, en parte porque ayudaba a todos a “recordar todo

el trabajo que queda por hacer”, dijo Jacobs en una breve entrevista.

A lo largo de la tarde, un flujo de oradores tomó el micrófono en una colina. El Coro de Martin Luther King Jr. entonó canciones espiritual­es, mientras que Avery Caldwell, profesor adjunto de diseño gráfico en la San Diego State University, señaló que el Día del Padre era un momento adecuado para reflexiona­r sobre la bondad y la aceptación.

El alcalde de La Mesa, Mark Arapostath­is, leyó las palabras pronunciad­as en Galveston tras el final de la Guerra Civil: “Se informa al pueblo de Texas que, de acuerdo con una proclamaci­ón del ejecutivo de los Estados Unidos, todos los esclavos son libres”.

Cuando Caldwell volvió a leer la orden en voz alta, una mujer del público dijo en voz baja: “Gracias, Señor”.

Todo el mundo se puso en pie para cantar Lift Every Voice and Sing, a menudo conocido como el Himno Nacional Negro, y The StarSpangl­ed Banner.

Esta última debía ser cantada por un grupo de amigos, entre ellos Ken Mills, veterano de la Marina y productor musical. Pero todos los colaborado­res de Mills habían desistido en el último momento, uno de ellos por una inesperada operación de pie.

Por suerte, Mills tenía refuerzos: Su hijo Kenneth, de 22 años, y su hija Ari, de 18. Sus voces cortaron el aire en una sorprenden­te armonía a tres voces.

Al terminar los himnos, el regidor local Jack Shu comentó: “La Mesa necesitaba esto”.

En una pista de baile, tres alumnos del equipo de step de la escuela preparator­ia Monte Miguel construyer­on un ritmo con las palmas y las piernas.

El baile tiene sus raíces en Sudáfrica, donde los mineros golpeaban sus botas y sus muslos para crear sonidos sorprenden­tes. Aunque la escuela ya tenía step hace años, este equipo solo empezó en marzo.

La entrenador­a, Jasmine Eaddy, quería que su primera actuación fuera una celebració­n de Juneteenth, así que buscó en Google eventos cercanos.

“Las mariposas se fueron, ¿verdad?” preguntó Eaddy a los alumnos después.

Amiyah Morgan, estudiante de último año, asintió. “Me duelen las manos”, añadió.

El equipo también fue abrazado por Patricia Dillard, una de las principale­s organizado­ras del evento.

En una entrevista, Dillard dijo que no se había preocupado de que las cosas salieran bien. Simplement­e había muchos voluntario­s que habían dedicado mucho tiempo.

“Hemos superado nuestras expectativ­as”, dijo Dillard, mirando hacia el parque. “El año que viene será aún mejor”.

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SANDY HUFFAKER PARA EL U-T Arie y su hermana Malia juegan con una pistola de burbujas en un quiosco de fotos el domingo 19.

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