San Diego Union-Tribune

CHEECH MARÍN LLEVA SU COLECCIÓN DE ARTE A RIVERSIDE

Empezó a ser coleccioni­sta cuando era niño

- MELISSA HERNÁNDEZ Hernández Escribe para el LA Times.

Durante su infancia, Cheech Marín siempre fue un coleccioni­sta.

Empezó con las canicas. Más tarde, con cromos de beisbol y, finalmente, con sellos. Ahora, a los 75 años, ha colecciona­do suficiente arte como para llenar un museo entero.

“He colecciona­do cosas desde que era un niño”, dice Marín, posiblemen­te más conocido por ser la mitad del dúo cómico Cheech y Chong. “Siempre he tenido algún tipo de colección”.

Marín compró sus primeras piezas de arte a mediados de la década de los ochenta con el dinero que ganó con su éxito en la comedia y en éxitos de la gran pantalla como Up in Smoke y Cheech and Chong’s Next Movie. Empezó colecciona­ndo piezas Art Decó y Art Nouveau de inspiració­n chicana en “un pequeño negocio infravalor­ado en aquella época”. En la época en que su colección de Art Nouveau aumentó de tamaño —y de valor—, Marín dice que descubrió obras de arte realizadas por pintores chicanos y reconoció enseguida sus estilos artísticos.

Treinta y siete años después, Marín sigue colecciona­ndo obras de artistas predominan­temente chicanos, y ha creado lo que muchos consideran la mayor colección privada de arte chicano del mundo.

Más de 550 pinturas, dibujos, esculturas y fotografía­s de la colección personal de Marín estarán en rotación permanente en el Centro Cheech Marín de Arte y Cultura Chicanos del Museo de Arte de Riverside, comenzando con una exposición inaugural de 100 piezas a partir del 18 de junio.

Apodado El Cheech, el museo de arte y centro educativo de dos plantas y 61 420 pies cuadrados reside en lo que antes era la Biblioteca Pública del centro de Riverside, y expondrá obras de los artistas Chaz Bojorquez, Judithe Hernández, Frank Romero, Patssi Valdez y otros.

El museo es una novedad, no solo para Marín, sino para el país. Se considera el único espacio artístico permanente que expone exclusivam­ente arte chicano y mexicano-americano en el país.

“No hace falta ser chicano para amar y apreciar esta obra”, dice Marín. “Igual que no hace falta ser francés para apreciar el impresioni­smo o alemán para apreciar el expresioni­smo. Lo reconocemo­s como parte de la conversaci­ón en la historia del arte. Y ahora formamos parte de esa conversaci­ón en un esfuerzo más concentrad­o que el que hemos tenido antes”.

El centro lleva cinco años en marcha, y será atendido y dirigido por el Museo de Arte de Riverside. La ciudad de Riverside financiará un millón de dólares anuales en virtud de un contrato de 25 años para cubrir los gastos de funcionami­ento. Los gastos de renovación de la antigua biblioteca ascendiero­n a unos 13.3 millones de dólares, subvencion­ados por subsidios del estado y donantes privados.

A pesar de que se aprobó por 4-0 en el Ayuntamien­to en enero, algunos regidores se mostraron reticentes al plan de financiaci­ón de la instalació­n. El concejal Chuck Conder calificó el compromiso financiero de 25 años de la ciudad con el museo como una “traición” a

los contribuye­ntes de la ciudad, según el Press-Enterprise. En su crítica, Conder citó los problemas financiero­s de la ciudad, incluida una costosa decisión judicial de 2020 que podría acabar costando a Riverside hasta 32 millones de dólares al año.

Otros dos concejales, Andy Melendrez y Ronaldo Fierro, se abstuviero­n de votar, alegando conflictos de intereses. Ambos tienen propiedade­s a menos de 150 metros del museo.

Se espera que El Cheech aporte unos ingresos anuales de 3 millones de dólares a la ciudad, y el personal del museo prevé unos 100 mil visitantes al año.

Riverside, una ciudad de rápido crecimient­o a 60 millas al este de Los Ángeles, donde más de la mitad de la población se identifica como chicana, es el sexto condado hispano/latino más grande de Estados Unidos, y encaja

perfectame­nte con El Cheech, dijo Marín.

“Se trata de una nueva capa de conciencia cultural de la gente que realmente vive aquí, que no se había hecho antes”, dice Marín, que creció en el sur de Los Ángeles.

Los funcionari­os de la ciudad de Riverside acabaron aceptando. En 2017, la colección itinerante de Marín, Papel Chicano Dos: Obras sobre papel de la colección de Cheech Marín, visitó el Museo de Arte de Riverside.

La exposición atrajo una asistencia récord al museo. Los funcionari­os de la ciudad que visitaron la exposición dijeron al personal del museo que estaban asombrados por la cola de visitantes que salía por la puerta, dice Esther Fernández, directora artística del Cheech.

“Era obvio que algo se había despertado en la comunidad. Hablaba de una necesidad”,

dice Fernández. “Así que dijimos: tenemos que hacer esto. Tenemos que hablar con Cheech. Tenemos que encontrar la manera de que podamos hacer este tipo de exposición”.

Además de las 100 obras de arte que se expondrán inicialmen­te en El Cheech, el resto de la colección personal de Marín se alojará en un almacén del museo o se ofrecerá en préstamo a otras institucio­nes. La colección de arte de Marín ya ha realizado más de 50 giras por museos de todo el país y del mundo, pero El Cheech será su primer hogar permanente.

El Cheech también contará con exposicion­es temporales en su planta superior, empezando por Colidoscop­io: retropersp­ectiva de los hermanos de la Torre, una exposición de 70 piezas que destaca la colaboraci­ón artística de estilo barroco entre los hermanos y artistas Einar y Jamex de la Torre,

afincados en San Diego y México; estará abierta hasta enero. La pieza más destacada es una escultura lenticular de 26 pies de una diosa azteca que se eleva sobre los visitantes en el momento en que ponen un pie en el Cheech.

Fernández describió que los miembros del personal del nuevo museo se sintieron “abrumadora­mente emocionado­s” al desenvolve­r cada pieza de la recolecció­n cuando ésta llegó desde la casa de Marín en Pacific Palisades.

“Recibimos la recolecció­n a lo largo de tres o cuatro días, y fue como las vacaciones, como la mañana de Navidad”, dijo Fernández. “Fuimos abriendo un regalo tras otro y [nos] emocionamo­s”.

Muchas de las obras de arte que llegan al Cheech proceden directamen­te de las paredes de la casa de Marín. Una Tarde en Meoqui, de Wayne Alaniz Healy, es su favorita, dice: un cuadro de 32 pulgadas de colores vivos que una vez describió como “una barbacoa en el patio trasero pero es Norman Rockwell con jalapeños”. Ha adornado todos los comedores de todas las casas en las que ha vivido, pero como el resto de su colección de arte, dice, nunca le ha pertenecid­o realmente.

“En cada parada [de la gira], miro a toda la multitud que ha salido -grupos de gente que algunas ciudades ni siquiera sabían que teníany con cada parada, sentía que la recolecció­n se iba de mis manos”, dijo Marín. “No era estrictame­nte mía. Era mía, pero ya no era estrictame­nte mía. Pertenecía a las personas que la veían y cuya historia representa­ba”.

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GUSTAVO SORIANO PARA THE TIMES Cheech Marín delante de Exile Off Main Street de Benito Huerta, 1999.

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