The Taos News

Los Hijos de La Monja Azul

Capítulo XXA: Todo lo del Antiguo Testamento se cumple en el Nuevo

- Por LARRY TORRES

Ya Sor María había dejado de resollar. No se podía mover pero todavía oía lo que estaba pasando alrededor de ella.

El sentido del auditorio era el último que se cerra después de morir. Sus hermanas monjas estaban llorando por ella. El sacerdote acudió a doblar la campana para anunciarle al mundo que ella ya había fallecido. Sor María Ágreda de Jesús estaba descansand­o en paz mientras que el rigor de la muerte tomaba posesión de su cuerpo.

La voz de la Virgen María la contactó en el tono inaudito que usan dos corazones que se comunican sin hablar. “¿En qué estáis pensando, en este momento, hija?” le preguntó.

“Estoy aguardando a que llegue San José para romper mi sueño y levantarme hacia Vos, Señora Madre,” Sor María le replicó. “Estaba recordando que en un tiempo muy lejano, en el Antiguo Testamento sucedió que un joven llamado José; uno de los 12 hijos de Jacobo, fue vendido por sus hermanos celosos a una caravana de Ismaelitas. Lo envidiaban porque su padre le había regalado un traje magnífico de muchos colores.

“Este joven listo carecía solo en la cárcel egipcia esperando a que cambiase su destino. Allí donde estaba, interpretó el sueño del copero del faraón, positivame­nte. Mientras que estaba allí encarcelad­o, oyó de un sueño que turbaba al faraón de Egipto.

“En su sueño, el faraón vio a siete vacas gordas salir del Río Nilo. Después de ellas salieron siete vacas flacas y se comieron a las siete vacas gordas. El sueño le arrebataba la paz nocturna al faraón. Pronto se le fue sugerido al faraón por su copero, que había un joven en la cárcel que podía interpreta­r sueños muy bien.

“El joven José fue llamado a la presencia del faraón. Cuando el faraón le presentó su sueño, José supo revelarle la verdad de los símbolos sonámbulos. Le habló al faraón diciéndole que las siete

vacas gordas representa­ban a siete años de abundancia agrícola donde habría mucho para comer. Las siete vacas flacas que las devoraron representa­ban a siete años de fámina por el Egipto.

“Le avisó al faraón que tenía que recoger grano en abundancia los primeros años para tener con qué sostener a sus súbitos en los siete años de escasez. Inmediatam­ente el faraón puso a José a cargo de ese proyecto.

“Siglos después en el Nuevo Testamento, San José oyó la voz del ángel de Dios que le dijo que se llevase a la sagrada familia de

Belén y refugiarse del Rey Herodes, en Egipto. Así es como el niño Jesús pudo crecer a la edad adolescent­e, sin peligro del Rey Herodes. Me parece que el primer José preparó el camino para el segundo José.”

“Está bien que entretengá­is tales pensamient­os en este momento, hija,” le respondió la Virgen María. “Todo lo que se predice en el Antiguo Testamento se anticipa y se cumple en el Nuevo Testamento. Toda la vida de Jesús es un resumen del Antiguo Testamento.”

“Ha de ser que cuando Moisés

y Elías se reúnen con Jesús sobre el Monte Tabor durante La Transfigur­ación, es el punto exacto cuando se junta el Antiguo Testamento con el Nuevo,” dijo Sor María. “Moisés representa la ley y Elías representa a los profetas del Antiguo Testamento. Jesús representa la nueva ley de ambos.”

“El traje multicolor­ado que Jacobo le dio a José es un símbolo de la promesa que Dios padre les da a los que hacen su voluntad. Su habilidad de interpreta­r sueños se desarrolla con San José para quien el sueño y la realidad son idénticos,” dijo la Virgen.

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FOTO DE CORTESÍA Ya Sor María había dejado de resollar. No se podía mover pero todavía oía lo que estaba pasando alrededor de ella. El sentido del auditorio era el último que se cerra después de morir. Sus hermanas monjas estaban llorando por ella.

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