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Cuentos de Mano Juan Fango

Los Ogros Navideños: Parte II

- Por LARRY TORRES

“Pues, Nicolás,” le replicó Mano Juan Fango, “¿Qué no reconoces a tu hermano español? Si tú vivieras aquí con nosotros en Nuevo México, así te parecieras tú también. Para comprender la Navidad en Nuevo México,” continuó Mano Juan Fango, “primero es necesario visitar a muchos lugares y tiempos. Sígueme.”

Mano Juan Fango se subió en el caballo blanco con the cabeza color café y Santo Clós se subió en el caballo color café con la cabeza blanca y más rápido que puede cantar un gallo, se hallaron ambos arriba en una alta pirámide. Cuando aterrizaro­n, Mano Juan Fango iba cantando “De Cielo bajó, del Cielo bajó, triumfante y ufana. A Juan Diego habló, a Juan Diego habló la Guadalupan­a, la Guadalupan­a.” El Santo Clós nomás lo miraba atónito y se detuvo.

“Estamos en un tiempo pasado. Es el año 1531,” le dijo Mano Juan Fango. “Estamos en México. En los días antes que vinieran los Españoles al Nuevo Mundo, los Indios de México hacían sacrificio a los dioses indígenas de México. Sus dioses eran sedientos de sangre. ¿Ves a aquella señora parada sobre la pirámide de los dioses con el joven mirándola? Aquí comienza la Navidad para nosotros.”

“Ándale Juanito,” le pidió el Santo Clós, “cuéntame la historia.”

“Pues, una mañana hermosa,” comenzó Mano Juan Fango, “una Indita se apareció sobre la pirámide. Era más brillante de la sol y tenía a luna debajo de sus pies. Por allí iba pasando un joven indio, Juan Diego por nombre. Ella lo vio allí le dijo: ‘Me llama Guadalupe. Yo soy la Madre del Dios Verdadero y la protectora de todos los indios aquí. Ve dile a la gente que han de dejar de adorar a los dioses sedientos de México y creer solo en la bondad de mi Hijo’.

Ella causó que crecieran unas rosas hermosas en la cima del cerro de Tepeyac aunque era el medio invierno. Con sus propias manos, las depositó en la tilma de Juan Diego. Sin más ni más, él se fue a decirle a la gente lo que había visto. Cuando por fin abrió su tilma para enseñarles las rosas hermosas que habían crecido entre la espinas del desierto, ellos vieron que había ocurrido una cosa milagrosa: Las rosas se habían formado en la imagen de la indita doncella, estampada en la tilma del indio. Así es cómo los Mexicanos comenzaron a creer en el Dios Verdadero. Éste es el momento cuando comenzó la Navidad para la gente del desierto.”

“¡Qué maravilla!” exclamó el Santo Clós. “¿Cuándo pasó todo esto?”

“Pasó el día doce de diciembre de 1531,” replicó Mano Juan Fango. “Para nosotros, le Navidad comienza en este día. En esta fecha despiertan los Agüelos de su sueño y bajan de las cuevas, atraídos por las luminarias, donde se calientan sus huesitos. Cada uno de ellos es un espíritu de una Navidad de años pasados. Nace uno nuevo cada año. Hasta el día, hay más que 500 ogros navideños en el mundo. Nos enseñan a cantar las canciones y bailes antiguos como ‘la Paloma y el Jorundundú’. A veces hasta nos pidan presentar los dramas antiguos.”

“¿Dramas? ¿Cuáles dramas?” le preguntó el Santo Clós.

“Hay muchos,” le respondió Mano Juan Fango. “En uno que se llama ‘Los Pastores’, una familia de pastores está cuidando a su ganado por la noche estrellada hasta muy tarde. Entre ellos, está un pastor perezozo llamado ‘Bartolo’ que no quiere rezar porque tiene mucho sueño.

También hay un ermitaño que reza para que todos los pastores pasen una buena noche. Cuando se van a acostar, los pastores ven a una estrella más brillante que las demás. Sin embargo, también el Espíritu Malo, llamado Luzbel, la ha visto y viene entre los pastores para distraerle­s de este prodigio. No quiere que los pastores la sigan.”

Luzbel visita al campo de los pastores y trata de confundirl­os. Mientras que anda sembrando mentiras entre los pastores, San Miguel Arcángel llega a desecharlo de allí.

Este cuento en inglés está por la página B7.

 ?? LARRY TORRES ?? Ella causó que crecieran unas rosas hermosas en la cima del cerro de Tepeyac aunque era el medio invierno. Con sus propias manos, las depositó en la tilma de Juan Diego. Sin más ni más, él se fue a decirle a la gente lo que había visto.
LARRY TORRES Ella causó que crecieran unas rosas hermosas en la cima del cerro de Tepeyac aunque era el medio invierno. Con sus propias manos, las depositó en la tilma de Juan Diego. Sin más ni más, él se fue a decirle a la gente lo que había visto.

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