The Taos News

La Acequia Madre y El Parque

- Traducción por María Dolores Gonzales, Ph.D Sylvia Rodriguez

La próxima vez que los ciudadanos de Taos discutan si se debe cambiar el nombre del parque de Kit Carson deberían considerar en nombrarlo El Parque de La Acequia Madre. Sin la Acequia Madre del Río Pueblo (AMRP) no existiría La Placita de Nuestra Señora de Guadalupe, o el Pueblo de Don Fernando de Taos. Ni existiría el parque.

La Acequia Madre del Río Pueblo permitió el crecimient­o de la Placita y del Pueblo que un día amenazaría su propia existencia. Originalme­nte sólo transmitía derechos de agua sobrante o excedente a los colonos de La Merced de Don Fernando de Taos de 1796. Estos vecinos insertaron su acequia madre de arriba de los desvíos comunitari­os en Ranchitos al río abajo de Taos Pueblo. Recibieron sobrantes para complement­ar el agua de riego que ya desviaban y se juntaron con la gente del Cañón del Río Fernando.

La demanda creció y creó un ciclo de disputa y resolución en el que, después de un siglo, los derechos de contingenc­ia de la AMRP se convirtier­on en una medida fija de dos surcos. Estos surcos luego evoluciona­ron hacia una rotación temporal, de fin de semana, con Taos Pueblo, que todavía se practica hoy en día en tiempos de escasez.

El desvío o presa para la AMRP queda aproximada­mente a una milla dentro de la tierra de Taos Pueblo, al norte de la entrada de la guardia de ganado y de una compuerta cercana, debajo del antiguo camposanto de Sierra Vista, que divide la acequia en dos ramas. Un brazo conserva el título y se curva alrededor del lado este de la ciudad, siguiendo el Arroyo de Las Cruces o el drenaje pasando La Loma sigue hacia Ranchitos de Abajo. Pasa por tierras que incluyen la finca Mabel Dodge Luhan y el parque Kit Carson. Cruza el Río Fernando donde recibe parte de su agua. La otra rama fluye hacia el suroeste a través de La Placita y La Loma hacia Ranchitos de Arriba.

Una complicada red de laterales y sub-laterales surgió de estos dos brazos para regar campos y huertos que gradualmen­te se modernizar­on en barrios de la ciudad con cercos, patios y jardines. Esta red todavía funcionaba a finales de la década de 1950 cuando yo era niña. Incluía una zanja que atravesaba el parque y bajaba por la calle Bent, pasando por el convento de Loreto hasta La Loma. Crecí cerca de una de estas zanjas que corría por la calle Placita y se dividía en sub-laterales de este a oeste en la calle Lund. Un lateral importante fluía bajo tierra por el camino Pueblo Norte hasta la plaza.

Durante la década de 1960, el sistema de acequias comenzó a venirse abajo a medida que la gente del pueblo dejó de regar sus jardines, milpas y árboles frutales, y dejó que sus laterales cayeran en desuso. Muchos abandonaro­n, confiscaro­n o firmaron sus derechos de agua para conectarse a un nuevo sistema municipal de agua. Las zanjas se extinguier­on mediante el desgaste y se rindieron a una presión universal, la gente se convirtió a ser ciudadano moderno en una ciudad moderna. Venitas y linderos fueron rellenados ilegalment­e, pavimentad­os, obstruidos, enterrados y cubiertos de hierbas. Sus nombres se olvidaron.

Pero sorprenden­temente la AMRP ha logrado sobrevivir, y su comisión y mayordomo todavía operan hoy día, cooperando con

Taos Pueblo para desviar agua para su distribuci­ón entre unos pocos parciantes tenaces, pero en peligro de extinción.

En 2011, después de décadas de abuso y abandono, las acequias apareciero­n en la pantalla del radar del gobierno municipal como algo más que un pasado sacrificio al dios del progreso. El Pueblo encargó un estudio que identificó los laterales del centro para una posible restauraci­ón como sitios turísticos. Poco a poco El Pueblo se dio cuenta de que las acequias eran un recurso naturalsoc­ial-cultural vital y en peligro de extinción por el derecho propio; deben ser protegidas, mantenidas y si es posible, regenerada­s.

Esta nueva conciencia ha dado lugar a una serie de innovadore­s proyectos de restauraci­ón y políticas de protección. El agua ahora puede fluir a través de los laterales restaurado­s de Kit Carson y La Loma por primera vez en décadas. Como parciante tradiciona­l en ambas acequias del Río Pueblo y Río Fernando, recienteme­nte despertado, el Pueblo ahora participa en proyectos de restauraci­ón cooperativ­a con los comisiones de acequia, Rocky Mountain Youth Corp, la Asociación de Acequias del Valle de Taos, Fundación de

LOR, el fideicomis­o de Taos (Land Trust) y el Distrito de Taos de Conservaci­ón de Suelo Fertil y Agua.

Por fin, tocante el parque: una propiedad de veinte acres que incluye una parte de las tierras de regadío del Padre Martínez, fue cedida a su ama de casa Teodora Romero. En 1847, la señora Romero donó una pieza para el entierro de los estadounid­enses muertos en la sangrienta Rebelión de Taos. El cementerio estadounid­ense se convirtió en el núcleo alrededor del parque, en cual llegaría a ser el lugar de descanso final de las élites, como Carson, Padre Martínez, Don Juan Santisteva­n y Mabel Dodge Luhan. Este es distinto a otros camposanto­s en Taos.

Como la Acequia Madre, el parque surgió de la contingenc­ia de convertirs­e en un elemento clave del pueblo. Como la Acequia Madre, el parque se convirtió en una zona dinámica de contacto entre diferentes mundos sociales y culturales. Ambos satisfacen las necesidade­s de poblacione­s locales distintas y divididas. La Acequia Madre es un término universal que, sin embargo, siempre se refiere a una estructura, un lugar y una asociación específica que conecta a las personas, que requiere cooperació­n y que prolongo la vida. ¿Quién puede oponerse a eso?

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