The Taos News

Cuentos de Mano Juan Fango

Todo lo que Relumbra. Parte III

- Por LARRY TORRES

¡Tenían que pelagartea­rle todas sus perlas. “Apuéstenos lo que quiera,” le declaró Mano Fulano a Mano Juan Fango. “Nosotros estamos dispuestos para igualar cualquiera apuesta que proponga.”

Mano Juan Fango se sonrió y les replicó: “Yo les apuesto todas mis perlas que puedo morderme el otro ojo.” Los dos pícaros se secreteaba­n, excitado por todas las riquezas que iban a ganarle. Ellos sabían que Mano Juan Fango no podía tener dos ojos postizos porque entonces hubiera sido ciego. “Bueno,” declaró Mano Fulano, “¡Muérdase el otro ojo!”

Mientras que Mano Fulano y Mano Mangano lo miraban con mucho interés, Mano Juan Fango les devolvía la mirada con una cierta sonrisita. Levantó la mano hacia su cara y se la puso en la boca. Poco a poquito se sacó los dientes postizos y los levantó hacia el buen ojo. Abrió los dientes postizos y se mordió el buen ojo con ellos.

Mano Fulano y Mano Mangano no hallaban qué hacer. Mano Juan Fango se había burlado de ellos. Lloraron hasta que les corrieron las lágrimas hasta el suelo. Mano Juan Fango se fue del casino y se retiró de Las Vegas con sus caballos cargados de sacos de oro, barras de oro y soguillas de perlas. Mientras que caminaba, bisbiseó: “Por doquiera se cuecen habas.”

Tenía que buscar nuevas aventuras de manera que se puso a cantarles a sus caballos porque ellos siempre lo escuchaban y no relinchaba­n. Entonó su canción:

“Yo soy el muchacho alegre que me amanezco tomando con mi botella de vino y mi baraja jugando. Si quieres saber quién soy, pregúntens­elo a Cúpido, yo soy el muchacho alegre del cielo favorecido. Con una baraja nueva los quisiera ver jugar a ver si conmigo pierden hasta el modito de andar. Eres como la sandía; tienes lo verde por fuera. Si quieres que otro te goce pídele a Dios que me muera. Si quieres saber quién soy, pregúntens­elo a Cúpido, yo soy el muchacho alegre del cielo favorecido.”

Mano Juan Fango pausó de cantar a media rienda y se puso a pensar en o que estaba diciendo. Le gustaba vivir una vida alegre con sus caballos. Pero cuando mencionó a Cúpido; el dios de amor que aparece como un angelito que enamora a los novios con su arco y su flechita, se le vino a pensar que ahora de que tenía mucho oro y montones de perlas, posiblemen­te era tiempo de casarse.

Recordó de que en el monte de Capu-capu vivía una señorita muy hermosa que se llamaba Frances LaPingüis. Ella tenía el cabello rojo como las frambuesas silvestres, los ojos más azules que el cielo y el cutis más blanco que la nieve. Se le ocurrió que iba a poder proponerle matrimonio y quería hallar una manera creativa para pedirla. Pensó decirle: “Me gusta la leche, me gusta el café pero más me quisiera casar con Usted.”

Sí, había hallado la aventura que buscaba.

 ?? LARRY TORRES ?? Mano Fulano y Mano Mangano no hallaban qué hacer. Mano Juan Fango se había burlado de ellos. Lloraron hasta que les corrieron las lágrimas hasta el suelo. Mano Juan Fango se fue del casino y se retiró de Las Vegas con sus caballos cargados de sacos de oro, barras de oro y soguillas de perlas. Mientras que caminaba, bisbiseó: ‘Por doquiera se cuecen habas.’
LARRY TORRES Mano Fulano y Mano Mangano no hallaban qué hacer. Mano Juan Fango se había burlado de ellos. Lloraron hasta que les corrieron las lágrimas hasta el suelo. Mano Juan Fango se fue del casino y se retiró de Las Vegas con sus caballos cargados de sacos de oro, barras de oro y soguillas de perlas. Mientras que caminaba, bisbiseó: ‘Por doquiera se cuecen habas.’

Newspapers in English

Newspapers from United States