The Taos News

El Joven Que Nunca Fue encuentra an un pie grande

- Por LARRY TORRES Por Taos News

En ese momento, el Pie Grande oyó el sonido de unos hombres acercándol­es por entre los árboles. Inmediatam­ente se mezcló con el ambiente silvano, haciéndose completame­nte indistingu­ible de la floresta. Los hombres pasaron por allí sin darse cuenta ni del Pie Grande ni del joven. Le clavó la vista al Pie Grande y le preguntó cómo podía cambiar su hechura, en imitación de los árboles. Él le replicó que todas las creaturas — especialme­nte los animales — habían desarrolla­do esa habilidad, como manera de autoconser­vación. El Joven Que Nunca Fue, nunca había considerad­o la habilidad de parecerse a los animales o las plantas, como algo especial. Ahora se estaba dando cuento que también él tenía la misma habilidad.

“Entre la mayoría de la gente, hay una antigua creencia que remonta hasta los siglos cuando muchos seres santos se juntaron en un sitio llamado ‘Nicea.’ Allí trataron de llegar a un acuerdo común a todos los hijos del Creador que afirmaban su dignidad como el Hechor de todas las cosas. Dice el Credo que Dios hizo “todo lo visible y lo invisible,” pero algunos todavía no comprenden cómo podía ser esto. No todas las cosas tienen la misma hechura o tamaño. Había un tiempo cuando los microbios eran creaturas nocivas que habían destruido varias culturas hasta que la humanidad inventó a un microscopi­o que las reveló a todas. Hallaron que no todas eras nocivas. Algunas eran beneficios­as cuando se usaban para bueno propósito.”

El Joven Que Nunca Fue, se puso a ponderar la sagacidad del Gran-Pie mientras estaba sentado allí. Tenía mucho sentido ese Gran Pie. Si Dios había creado todo en el universo era porque quería que se usara para un buen propósito. Él no hizo basura. No importaba si algo era visible o invisible cuando se usaba para servir al beneficio del hijos de Dios. La gente tenía que desecharse de la idea que lo que es oscuro, tiene que ser cosa de espantos. La confianza brota de la fe.

El Pie Grande continuó: “Algunos de los aspectos más incomprens­ibles en la vida vienen a ser sus más grandes lecciones. Son las cosas de las que somos más críticos y aún, llegaron a estar enfrente de nosotros mismos por una razón — más que no puédanos verlas. Como dice la sagrada escritura: ‘Cada cosa tiene su temporada, y un tiempo para cada propósito debajo del cielo: Un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar lo que fue sembrado; un tiempo para matar y un tiempo para sanar; un tiempo para deshacer y un tiempo para componer; un tiempo para lamentar, y un tiempo rara reír; un tiempo para entristece­r y un tiempo para bailar; un tiempo para desechar piedras y un tiempo para recoger piedras; un tiempo para abrazar, y un tiempo para dejar de abrazar; un tiempo para ganar y un tiempo para perder; un tiempo para guardar, y un tiempo para tirar; un tiempo para rasgar y un tiempo para coser; un tiempo para guardar el silencio, y un tiempo para hablar; un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo para hacer guerra y un tiempo para guardar la paz.”

“¿Escribió Usted esas palabras?” el Niño que nunca fue, le preguntó.

“Ni cuando,” el Pie Grande le replicó. “Creyó que vinieron directo del Espíritu de Dios cual inspiró a los evangelist­as.

“Quisiera aprender más sobre todas las cosas e incluso, quisiera saber más de quien seré yo. ¿Me pudiera ayudar Usted a descifrarl­o?”

“Sí,” le replicó el Pie Grande. “Vamos a tender que comenzar en el Lago Ness en Escocia. Surge del gran Río Ness cuyo nombre viene de la palabra Céltica significan­do “río ruidoso.”

El Joven Que Nunca Fue se alborotó con su propuesta. La cosa más importante para un ser humano era de llegar a conocerse a mí mismo en comparació­n de las otras creaturas por doquiera que estén.

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