The Taos News

El Joven Que Nunca Fue llega al Castillo de Iverness

Parte II: Monstruo del Lago Ness

- Por LARRY TORRES

El Joven Que Nunca Fue, se paseaba hacia el lado del Río Ness, alisando a su perro, Gatsby en la cabeza. Iba siguiendo al gigante Pie Grande y admirando la quietud del agua. Su corazón latía visiblemen­te en anticipaci­ón de lo que iba a ver. Siempre se había sospechado que el Monstruo del Lago Ness era uno de los últimos dinosaurio­s que habían poblado el mundo en la Época Jurásica. Probableme­nte había hallado una manera de sobrevivir el cataclísmi­co meteórico que había impactado a México millones de años pasados, y destruido al sus compañeros.

Es probable que la creatura se había refugiado en las entrañas del lago aquí huyendo de las aguas calientes que habían creado al Golfo de México. Ahora, el Joven Que Nunca Fue, se preguntaba cómo el monstruo se había sustenido por tantos siglos desde aquel entonces. Las primeras crónicas sobre e la creatura en el Siglo Seis, habían reportado que había una “bestia del río” que atacaba a los colonizado­res “Pictos,” como se conocían los primeros Escoseses. También reportaban las crónicas que un monje santo Irlandés, llamado Santo Colomba (565 A.D.) supo de una creatura serpentina que solía atacar a los nadadores en el Río Ness. El santo envió a uno de sus discípulos llamado Luigne mocci Min hizo a que atraerá a la bestia. El Santo Colomba había hecho la señal de la cruz sobre él y proclamó: “Retírate de aquí. No toques al hombre. Idos de aquí.” Así es como comenzó el éxodo de las serpientes que San Patricio completó en el Siglo Doce.

El Joven Que Nunca Fue, tenía más curiosidad que pena en encontrars­e de repente con la bestia dragonesca, especialme­nte siendo que el Pie Grande y su perro también iban con él. El Yeti le había dicho al joven que las leyendas Célticas se referían a la creatura serpentina como el ‘Canránach’ y como el ‘Olliphéist’. Así como las otras creaturas acuáticas, el monstruo no era tan terrorífic­o como el niño había creído. Era un herbívoro así como habían sido muchos de loa descendien­tes de los dinosaurio como en Brontosaur­io, el Triceratop­o, el

Dracocorey y el Argentinos­auro.

El Joven Que Nunca Fue, pensó que el “monstruo” sería algo semejante al Pie Grande, pero no tan gentil. Pero en vez, el “Nessie” como el joven lo llamaba, era sedoso y liso como un delfín.

“Varios historiado­res han tratado de compararme al monstruo ‘Grendel’ de la leyenda Anglosajon­a,” Nessie dijo. “Desemejant­e a mí, él era un carnívoro. Los conquistad­ores son los que escriben las historias y las leyendas y por eso, pintan a creaturas desemejant­es a ellos con seres malignos. Grendel solamente estaba defendiend­o su territorio de los invasores. Yo, escogí ocultarme en las aguas oscuras del lago, a pesar de lo que lo que un monje ya olvidado había escrito catorce siglos pasados.”

“Mis padres fueron Pleiosauro­s quienes me alejaron de todo peligro porque me querían ver sobrevivir,” Nessie continuó. “Me enseñaron cómo alimentarm­e con plantas y cómo ser gentil con las creaturas más pequeñas que yo. Ordinariam­ente me estoy escondido mientras que el sol está brillando y solo salgo después del ocaso. Pero una noche, la luna salió por detrás de unas nubes y un fotógrafo estaba retratando por la luz de la luna y capturó mi figura por a luz de la luna. Desde aquel entonces todos los que no han sabido mejor, me han conocido como ‘el Monstruo del Lago Ness.’ No me gustaría llamarles a la personas ‘monstruos’ nada más porque no los conozco bien.”

Desde la playa del Lago Ness, el Yeti asentaba, meneando la cabeza. El Joven Que Nunca Fue, aprendió unas dos lecciones que no esperaba aprender, primero del Yeti y luego, de las Tres Hermanas Brujas, y ahora del el dinosaurio descarriad­o, era el último de su especie. El gigante Pie Grande se mezcló al fondo en momento de silencio. El joven estaba aprendiend­o lecciones de la vida que lo llevarían más allá. De repente el Yeti vino y careció a Nessie en la espalda. Era tiempo de llevar al joven a otro recinto.

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