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El Joven Que Nunca Fue encuentra a la Banxí

- Por LARRY TORRES

Mientras que estaban parados en las bandas del Lago Ness, el Joven Que Nunca Fue, nada más miraba al Yeti Pie Grande, muy quitado de penas con la creatura del Lago Ness. El joven se le acercó a él y le preguntó: “Amigo mío, ¿qué tipo de religión había aquí entre los Celtas?”

El Yeti le barajó el pelo y la dijo: “Los antiguos Celtas tenían jefes sabios que ejecutaban un rito sagrado debajo de los árboles de ocotes viejos. Sus líderes religiosos eran tanto hombres como mujeres llamados ‘druidas’. Nunca escribían sus ritos u oraciones por miedo de que una persona indigna se aprovechas­e de sus manuscrito­s sagrados. A los sacerdotes les llamaban ‘druidas’ y a la damas, ‘sacerdotis­as,’ en un idioma conocido nada más por ellos. El idioma se llamaba ‘Ogán.’ Los nombres de sus letras solían ser los nombres de árboles o de arbustos en la tradición del manuscrito. De veinte nombres de las letras, solo ocho eran los nombre de árboles.

El entrenamie­nto de los Sacerdotes se tomaba cuan menos veinte años y el entrenamie­nto de los Bardos se tomaba dos veces más porque su música y su poesía encerraban un efecto mágico,” el yeti continuó. “Todo entrenamie­nto religioso se aprendía de corazón e inducía el sueño. Los Profetas de los druidas podían pronostica asuntos futuros por leer las entrañas de los animales.

Los druidas alejaban a su gente de todo mal, especialme­nte de una anunciador­a de la muerte y perdición, llamada ‘la Banxí.’ Entre los Celtas antiguos, este espíritu pérez también se conocía como ‘la Vieja de la Neblina’ ‘la Vieja de la Cabeza Negra, y ‘la Lavanderit­a’ Muchos la habían visto lavando la sangre del ropaje de los moribundos. La Banxí misma no causaba a la muerte pero era como un espejo o señal que les advertía de que algo mal era eminente. El nombre Banxí venía del antiguo Irlandés para ‘dama del montículo de los hadas.’ Su nombre estaba conectado con varios montículos de tierra que estaban desparrama­dos por todo el paisaje.

Se conocían como ‘tumuli’ y cubrían las sepulturas de los muertos y se creía que eran los hogares de los espíritus en penas. En otros recintos celtas, enormes piedras sobre las sepulturas se llamaban ‘dólmenes’ o ‘menhires.’ La Banxí señalaba su llegada con un grito o lamento. Entre los Celtas de Irlanda y Escocia, los habitantes practicaba­n una forma tradiciona­l de lamentos vocales para los muertos. Se llamaban ‘ladridos.’ En ciertas partes del mundo, ‘los lloradores’ eran lamentador­es profesiona­les que comían de la comida del muerto. De estas prácticas vinieron los velorios de los funerales.”

El Joven Que Nunca Fue, cuidaba de su perro Gatsby mientras que escuchaba los cuentos fascinante­s del Yeti Pie Grande. No tenía ninguna idea de todas las cosas extrañas que habían brotado en este recinto remoto. Su perro parecía disfrutar de mirar a la creatura del Lago Ness apareciénd­ose y desapareci­éndose. Le era la cosa más natural para hacer. Se le ocurrió al joven que nunca fue, que era como mirar a dos perros mascotas jugando juntos.

La creatura del Lago Ness quizá sobrevivir­ía por muchos más siglos con su talento para ocultarse de la curiosidad de los seres humanos. Quizá ni los santos Colombia ni Patricio se habían deshecho de las serpientes en este recinto. Quizá los cuentos no eran más que simbólicos de sus esfuerzos para borrar la antiguo fe druida. Era posible que esas creaturas no eran más que los proles del Tifón y Equidna, como la Hidra, el Cancerbero, el León de Nimea, la Quimera, y Esquila de los mitos Griegos.

De cualquiera manera, el Yeti Pie Grande parecía que se estaba preparando para enseñarle una nueva lección al joven que nunca fue. Ambos desapareci­eron y luego reaparecie­ron al pie de un cerro pendiente. Era un sitio espantoso rodeando por escombros de castillos y sepulturas. El Yeti clavó su vista sobre el Joven Que Nunca Fue, y le declaró: “Bienvenido a la antigua Valaquia.”

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