The Taos News

Diario de un Vaquero

El ermitaño parte de Council Grove, Kan.

- Por LARRY TORRES Para Taos News

Al día siguiente, cuando iban luchando para salir de Council Grove, Kan., el Señor Juan-Lucas y Santiago, todavía se iban sonriendo con gusto de la amable recepción que habían recibido en su primera visita a la casita de mala reputación. Habían quedado asombrados por la inventiva del espíritu humano cuando le faltaban sus necesidade­s humanas básicas. El ser humano era un animal social que dependía en el acompañami­ento de otra persona para ayudarle a pasar el día. Unos cuantos dólares les habían comprado un poco consuelo sin ninguna responsibi­lidad.

Hallaron que Council Grove apenas había sido fundado en 1840 después de que sus comisionad­os negociaron un tratado con los Indios Osages en 1825. En ruta, los jinetes casi se topetearon con una gruta rocosa que había sido el hogar de un místico religioso de Italia. El poblado local le llamaba “Don Francisco,” tal vez porque había sido un fraile Franciscan­o.

Su apodo había sido “Mateo Boccalini.”

Santiago Duval pensaba que quizás era un apodo inventado para disfrazar su identidad a través de sus viajes. Esperaba a que siguiera el jinete de más experienci­a.

“Los que verdaderam­ente lo conocían, le llamaban ‘Juan María Augustini-Justiniani,’” le dijo por fin. “Había nacido en la Piamonte en la parte norte de Italia en 1801. En Italia, había quedado desanimado por los sacerdotes Jesuitas que desaprobar­on su nombramien­to como Secretario al Papa Pío VII. En América, él había viajado de una tribu a otra, administrá­ndoles los sacramento­s y ensenándol­es el evangelio en ruta. Se creía que nunca comía nada más que unos cuantos granos de maíz seco y que tenía un talento especial para curar a los enfermos y, hasta para resusitar a los muertos.

“El ermitaño se guardaba más o menos solo, prefiriend­o la fortaleza que brota de un soledad impuesta a sí mismo,” Jean-Luc continuó. “Era medio gordito a pesar de que nadien lo había visto comer. Desdeñaba la compañía y su manera de vivir era decididame­nte diferente a cómo vivían los otros señores que rebuscaban la belleza humana del burdel local. Su único compañero era un rosario que llevaba pendido cerca de su corazón. El verdad, la castidad para él era una manera de vivir. La soledad espiritual era una bendición de Dios, para él.”

Santiago Duval estaba investigan­do la cuevita, escarpada del ermitaño. El Señor Juan-Lucas continuó con su observació­n. “Más algunos lo considerab­an ser el eslabón perdido en la gran only comrade was a rosary that he carried hanging next to his heart. He certainly made chastity seem to be a preferable way of life. For him, spiritual oneness was a blessing from God.”

Jacques Duval was taking a closer look into the hermit’s small, steep cave as Jean-Luc went on with his observatio­n. “Yet, some people considered him to be the link that was missing from the great chain of being.

“Before he left Council Grove in 1863, to follow the Santa Fe Trail, he had spoken to another adventurer, named Don Eugenio Romero, on cadena de ser.”

Añadió el Señor Juan-Lucas. “Antes de partir de Council Grove en 1863, para seguir la Senda de Santa Fe, había hablado a otro aventurero llamado Don Eugenio Romero.”

Santiago Duval esperó a que continuase, con respiració­n contenida, “De manera que en la tarde, cuando la caravana estaba para partir, en secreto le confió a él que estaba dispuesto a caminar a pie para hacer la larga jornada al territorio de Nuevo México. Le reveló que la carga que llevaba, era una carga con que ningún caballo podía lidiar. board the wagon train. He quietly confided to him that he was willing to make the long trek into the New Mexico territory, but he would have to make it on foot. He told him that he was carrying a burden that no horse could support.”

“I think I know enough about animals,” Jacques Duval responded, “and unless a man fills both his pockets with solid rocks, he couldn’t possibly be too heavy for a horse to carry him.” He paused for a moment before adding: “Did he have a sackful of gold that he was hiding somehow from Don Eugenio Romero?”

“Don Eugenio Romero había pensado la misma cosa,” dijo el Señor Juan-Lucas, “de manera que en la tarde cuando la caravana esta lista para salir, él escoltó al ermitaño a un área aislada y le ayudó a montar una de sus propias mulas. El animal tropezó lentamente en adelante, temblando. De repente sus piernas se doblaron abruptamen­te, y se cayó, no queriendo seguir más en adelante.”

Santiago Duval levantó las cejas, sorprendid­o y esperó a que el Señor Juan-Lucas continuase.

“La carga que llevaba era una tarea espiritual,” el Señor JuanLucas dijo, persignánd­ose.

“Don Eugenio Romero thought the same thing,” Jean-Luc replied, “so in the afternoon that the wagon trail caravan was to start, he escorted the hermit on an isolated area and helped the holy man to get on one of his own mules. The animal stumbled slowly forward shakily. Suddenly, it’s legs folded, and it fell down, refusing to go forward.”

Jacques Duval raised his eyebrows in surprise and waited again for Jean-Luc to go on.

“The heavy burden that he was carrying, was a spiritual one,” JeanLuc stated as he made the sign of the cross.

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