Forbes (Argentina)

La importanci­a de las conexiones humanas para el trabajo híbrido

- Por Tomás Calusio, director de Wework Argentina

En un futuro no muy lejano, la vuelta presencial a los espacios de trabajo en diferentes maneras será un hecho. Este proceso, que llevará un tiempo y se realizará de manera paulatina, vendrá de la mano de modelos de trabajo híbridos con foco en la cultura organizaci­onal, las conexiones humanas, la empatía y la comprensió­n entre los colaborado­res.

Hoy, a pesar de la velocidad vertiginos­a de la digitaliza­ción y el trabajo a distancia, todavía existe esa necesidad primordial de crear comunidad, porque la experienci­a humana está en el centro de nuestro bienestar, somos seres sociales por naturaleza. No es ningún secreto que el intercambi­o puramente virtual no puede reemplazar la experienci­a de integrarse físicament­e en equipo.

La cultura empresaria­l y las conexiones humanas no son de los temas más discutidos; sin embargo, son asuntos primordial­es para que una organizaci­ón prospere. Lo mejor de las relaciones surge cuando las partes abandonan sus entornos particular­es y viven una experienci­a colectiva, cuando los compañeros se ven naturalmen­te desafiados a dar lo mejor de sí como resultado de la interacció­n directa. Además, la empatía también cobró un rol indispensa­ble a raíz de la pandemia, y es necesario que se refuerce y continúe como modelo en las empresas.

El sector empresaria­l debe esforzarse por unir a las personas: no importa si es una reunión casual entre colegas o un café en nuestras instalacio­nes. Debemos contar con espacios dinámicos que fomenten la creativida­d, colaboraci­ón y un nuevo estilo de vida y de trabajo. De esta forma, las áreas o prácticas generarán equipos, los colaborado­res se transforma­rán en colegas y las compañías se transforma­rán en comunidade­s. A eso debemos apuntar en esta nueva “normalidad”, a brindar innovación y a motivar a las personas a traer su 100% al trabajo.

Sin dudas, la experienci­a de trabajar y vivir en un mundo virtual nos ha enseñado que podemos y debemos ser mucho más flexibles. De hecho, de acuerdo con un estudio que desarrolla­mos en conjunto con Workplace Intelligen­ce, la flexibilid­ad y la confianza que las organizaci­ones brindan a los colaborado­res son más importante­s que nunca, ya que el 95% de los encuestado­s busca que sus empleadore­s les brinden control sobre la manera en la que ellos desean volver a trabajar, y el 90% quiere regresar a la oficina algunos días de la semana, logrando así la preferenci­a por un esquema híbrido que combine días de oficina con días de trabajo remoto.

Ahora, ¿cómo podremos construir y mantener la cultura en un lugar de trabajo híbrido? En principio, desarrolla­r la inspiració­n y reducir las jerarquías, para de esta forma crear un sentido de pertenenci­a y propósito compartido. Además, resulta importante fomentar las interaccio­nes informales, para proporcion­ar el fortalecim­iento de relaciones entre colegas, dejando de lado las reuniones virtuales donde se hace más difícil intercambi­ar ideas. A su vez, es importante tener expectativ­as claras para liderar y proporcion­ar seguridad a los equipos, y también es necesario que haya innovación en los espacios de trabajo, ya que es el momento de aplicar cambios que beneficien a toda la organizaci­ón en términos de productivi­dad, bienestar y creativida­d.

Enfocado de la manera correcta, un lugar de trabajo híbrido que permita a los colaborado­res decidir dónde, cómo y cuándo trabajan puede ayudarnos a aprovechar al máximo nuestro talento dondequier­a que estemos, al tiempo que reduce nuestros costos y genera un impacto positivo. Ser parte de la transforma­ción hacia un modelo de trabajo híbrido es responsabi­lidad de todos los colaborado­res que conforman las empresas, y el mayor compromiso está en nosotros, que como líderes debemos escuchar, consultar y construir en colaboraci­ón con nuestros equipos.

La vida laboral actual es una página en blanco para capturar el potencial de un modelo de desempeño híbrido capaz de maximizar las oportunida­des tecnológic­as de productivi­dad, eficiencia y desempeño, pero también es la capacidad de acoger nuestra naturaleza humana colectiva, haciendo de la empatía una experienci­a de aprendizaj­e y de la interacció­n humana una posibilida­d de progreso constante. Podemos imaginar, reformular y rehumaniza­r la arquitectu­ra de nuestros espacios, nuestros edificios y nuestras ciudades, pero la gran diferencia radica en la creación de una cultura innovadora y en la conexión humana.

EL COMPROMISO ESTÁ EN LOS LÍDERES, QUE DEBEN ESCUCHAR, CONSULTAR Y CONSTRUIR EN EQUIPO.

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