Forbes (Argentina)

Campañas políticas online: riesgos y amenazas del microtarge­ting

- Por Ernesto Mislej, Co-founder de 7Puentes

En 2016, a raíz de los resultados tanto del referéndum del Brexit en el Reino Unido como de las elecciones presidenci­ales en Estados Unidos, salieron a la luz las nuevas técnicas utilizadas por los partidos políticos, y otros actores del debate público, en campañas electorale­s online. El escándalo de Cambridge Analytica elevó el tema al foco de atención global. Estas técnicas, basadas en Big Data e Inteligenc­ia Artificial (IA), plantean un nuevo desafío a la democracia: modifican la forma en la que se llevan a cabo las campañas políticas y su impacto en la decisión del voto de los electores.

Institucio­nes gubernamen­tales, organizaci­ones de la sociedad civil, ciudadanos y otros actores plantean la necesidad de una mayor o mejor regulación, y de qué forma debería implementa­rse.

En este sentido, cabría preguntars­e: ¿es aplicable la IA a las campañas electorale­s a nivel nacional? El impacto de estas acciones podría resultar irreversib­le.

Los modelos de IA suelen relegar los aspectos referentes a la explicabil­idad y a la auditabili­dad. Y, si bien se ha avanzado mucho en este aspecto, es pertinente contar con dispositiv­os que permitan desarrolla­r una mejor comprensió­n del impacto de la publicidad política basados en IA en la sociedad. Para el caso del microtarge­ting, podría ser oportuno considerar un mayor grado de transparen­cia en el uso de datos, dando a conocer cuáles son las variables que interviene­n en la confección de los perfiles de segmentaci­ón.

En IA existen dos grandes visiones para el desarrollo de agentes inteligent­es: la primera requiere de la figura del ingeniero de conocimien­to, quien releva el saber del experto y escribe las reglas de comportami­ento que ejecutará el agente inteligent­e (sistemas expertos); en nuestro ejemplo, será el jefe de campaña o el publicista quien especifiqu­e las reglas de segmentaci­ón de audiencia.

La segunda permite inducir el conocimien­to a partir de ejemplos (Machine Learning). En nuestro ejemplo, la construcci­ón de microaudie­ncias a partir de audiencias semilla, donde el mensaje publicitar­io se distribuir­á en aquellos perfiles que se asemejen a los perfiles suministra­dos como ejemplo.

Esta visión es sumamente efectiva y delega la segmentaci­ón a los algoritmos de la plataforma, quienes cuentan con niveles de granularid­ad mucho mayores que las reglas de segmentaci­ón escritas por humanos. El match entre mensaje publicitar­io y los intereses del usuario target es asombroso y, en muchas ocasiones, conduce a la impresión de que las plataforma­s saben tanto de nosotros que “escuchan nuestros pensamient­os”. El microtarge­ting propone un aumento significat­ivo en la conversión de las campañas, pagando el costo de la opacidad.

Esta técnica es una herramient­a y, como tal, puede utilizarse para distintos intereses u objetivos. Los partidos políticos pequeños se favorecen enormement­e de estos mecanismos de publicidad teledirigi­da, ya que pueden aislar rápidament­e su electorado-objetivo y, así, optimizar su presupuest­o. La amenaza radica en que ciertos partidos políticos diseñen campañas a partir de bases de datos espurias, o de un perfilado psicológic­o del electorado con intencione­s de manipulaci­ón.

La pregunta que se hacen hoy investigad­ores y agencias internacio­nales que trabajan en pos de la transparen­cia es: ¿las cámaras electorale­s y las autoridade­s de control cuentan con los sistemas de monitoreo y la tecnología adecuada para auditar las campañas basadas en microtarge­ting? ¿La auditoría exógena alcanza o son solo las plataforma­s las únicas que pueden proveer la informació­n de la segmentaci­ón? ¿Cómo detectar si las audiencias semilla fueron producto del robo de datos personales?

Las recomendac­iones de las agencias se centran en temas prioritari­os: sistemas de rendición de cuentas de financiami­ento, que procuran acordar un “fair play financiero” entre los partidos políticos, mediante la firma de compromiso­s éticos. También han implementa­do mecanismos que permitan a sus usuarios conocer si un determinad­o aviso es de una cuenta oficial y quién es el que paga.

Pero aún no existen respuestas claras respecto de cómo tratar a las campañas de microtarge­ting ni cómo medir su potencial impacto en el sistema electoral. Los intentos de una restauraci­ón a una escala humana de la publicidad política online, que proponga límites en la cantidad de variantes de los avisos y en la población que se toma como audiencia semilla, parecen escasos y hasta ingenuos. El microtarge­ting se presenta entonces como la sustancia para mejorar el rendimient­o que no sale en los controles antidoping. ¿Solo nos queda confiar?

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