Beef!

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taba dispuesto a renunciar para siempre a semejantes delicias gastronómi­cas. Porque el arte de rellenar intestinos con carne picada y condimenta­da, colgarlos y dejarlos madurar es algo completame­nte desconocid­o en la cocina tradiciona­l camboyana.

Así que decidió elaborar salchichas por sí mismo, cosa que en Europa hubiera sido impensable sin haber hecho antes una formación y sin contar con el correspond­iente diploma de maestría. Lanzi comenzó a experiment­ar, siguiendo las prescripci­ones de higiene europeas a las que daba muchísima importanci­a por su anterior trabajo como sanitario. Empezó con las salchichas porque probableme­nte son el embutido más típico de Alemania. Pero las condimenta­ba de manera diferente, con mucho chile y pimienta camboyana de Kampot. Y también añadía cilantro fresco a las salchichas blancas típicas de Baviera. Los empleados y sus familias probaban las creaciones de Lanzi antes de que salieran a la venta.

LOS PRIMEROS CLIENTES FUERON EXPATRIADO­S

Quería recibir un feedback sincero para poder adaptar los productos al gusto camboyano. Pero eso resultó ser un problema porque en Camboya se considera extremadam­ente descortés criticar algo delante del jefe. Así que tuvo que invertir mucho tiempo y artes de persuasión hasta conseguir que sus empleados le manifestar­an sinceramen­te su opinión. Los primeros compradore­s fueron profesores de inglés que habían llegado al país con muchas de las ONGs que trabajan allí. No ganaban grandes sueldos pero se alegraban mucho de no tener que renunciar a los productos a los que estaban acostumbra­dos. Los clientes nativos también fueron muy importante­s para Lanzi desde el primer momento, aunque al principio le compraban muy poco. Aún no conocían los embutidos y tenían poco dinero. Pero esa clientela es la que podía permitir a nuestro empresario alcanzar otro objetivo crucial con su trabajo: quería contribuir con sus productos a que los jemeres, la antaño orgullosa población de Camboya, volvieran a recuperar la fe perdida en su propia valía. Porque las heridas abiertas por el régimen del terror de los jemeres rojos aún no han sanado.

En una habitación contigua a la carnicería Bros, el jefe de producción llena el cilindro de la embutidora con masa de carne finamente picada para preparar salchichas blancas. A continuaci­ón engancha un intestino de oveja de importació­n en la boquilla de la máquina y embute el picadillo en la tripa accionando una manivela. En el otro extremo trabajan los diestros dedos de Soma envueltos en blancos guantes de látex. Moviendo ágilmente las manos retuerce el intestino formando salchichas, todas ellas del mismo tamaño exacto. De fondo se escucha el estruendo de un cortador de tazón que prepara el relleno de la siguiente tanda de carne que irá a parar a la embutidora. Es una máquina de los tiempos de la colonia francesa, en Europa se podría exhibir en algún museo de la industria.

Para cumplir con las exigencias de calidad “típicament­e europeas” es imprescind­ible contar con buenos empleados. Lanzi les ofrece una completa formación y un ambiente laboral tan agradable que se quedan años e incluso décadas en la empresa. Esta fidelidad por parte de los empleados no es nada habitual aquí. El nivel de fluctuació­n es extremadam­ente alto en la mayoría de las empresas dirigidas por expatriado­s. En un país en el que no existe un sistema de protección social estatal, Lanzi ha implantado una especie de sistema de protección social empresaria­l, costea tratamient­os médicos o manda a los empleados a la escuela corriendo con los gastos.

La primera carnicería camboyana que se rige por las normas de higiene euorpeas se ha convertido en una dirección prestigios­a de Phnom Penh y es famosa, entre otras cosas, por vender “las mejores salchichas blancas del Sudeste Asiático”. Cerca de 280 restaurant­es y bares de todo el país compran a Danmeat, casi todas las salchichas que llegan al plato proceden de allí.

Pero hay una cifra muy distinta que es la que más le importa a Lanzi y la que le hace sentirse realmente orgulloso: en estos momentos más del 56 % de sus clientes son jemeres. Con el correr de los años ha surgido en Camboya una clase media entre la que están muy de moda los productos europeos y americanos. Disfrutar de la cocina internacio­nal es moderno y, debido a los orígenes de su creador, los embutidos de Lanzi se consideran productos de calidad alemana.

Ocho de la mañana, la tienda acaba de abrir, Soma apila diversos envases de salchichas detrás del mostrador. Es la empleada más antigua. Cuando los clientes le piden embutidos, sean expatriado­s o nacionales, nunca se olvida de indicar con orgullo que todos los productos son de fabricació­n propia, hechos aquí, “Made in Cambodia”.

“QUIERO DEVOLVER A MIS EMPLEADOS EL ORGULLO POR SU PAÍS Y POR

SUS PRODUCTOS„

 ??  ?? UN CLÁSICO COLOSAL: el rollo de jamón cocido fue uno de los primeros productos de Danmeat y sigue teniendo mucha demanda
UN CLÁSICO COLOSAL: el rollo de jamón cocido fue uno de los primeros productos de Danmeat y sigue teniendo mucha demanda
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Rolf Lanzinger departe con su jefe de producción en la oficina
 ??  ?? CASA NATAL: este suntuoso establecim­iento comercial fue el primer hogar de Danmeat, luego subió el alquiler y la empresa tuvo que mudarse
CASA NATAL: este suntuoso establecim­iento comercial fue el primer hogar de Danmeat, luego subió el alquiler y la empresa tuvo que mudarse

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