¿POR QUÉ LA COMIDA TE "ENGANCHA"?
Abres un paquete de galletas o de patatas chips ¡y no puedes parar! Cuando no controlas el impulso de comer hay que buscar la causa. Te mostramos por qué ocurre y cómo puedes ponerle freno.
Estás de bajón, tienes estrés, falta de concentración, te sientes cansada y, de repente, piensas: "Necesito comer algo". Vas en busca de algo que picotear a la despensa y te das un homenaje. Mientras comes te sientes mejor, pero enseguida te arrepientes. Si esto se va repitiendo una y otra vez puede que estés atrapada en una adicción que afecta a tu salud y dificulta la pérdida de peso.
POR QUÉ NO PUEDO DEJAR DE COMER
Algunos alimentos, como los dulces, producen en el cerebro un aumento de la dopamina y otras sustancias –endorfinas y opioides–, que generan bienestar e incluso a veces una sensación de euforia. Sin embargo, si los consumes repetidamente, el cerebro acaba acostumbrándose a ellos y no producen el mismo efecto. En este punto es donde ya se ha desarrollado la tolerancia al azúcar, te has "enganchado" a él, y cada vez necesitas consumir más para conseguir el mismo placer.
LAS TRES FUENTES DEL PLACER
Además del azúcar, encontramos dos "enemigos públicos número uno" en la sal y las grasas. Estos tres ingredientes son potenciadores del sabor, olor y textura de los alimentos, haciéndolos más apetecibles y sabrosos y, por tanto, "adictivos". Pero en realidad cualquier alimento que nos produzca satisfacción o lo asociemos a una experiencia agradable puede acabar enganchándonos, ya que esos momentos de placer quedan grabados en el centro de gratificación del cerebro.
Por ello, si estás estresada o con ansiedad crece el impulso de tomar estos alimentos para buscar alivio. Con ellos buscamos el valor de "recompensa" que nos producen, aunque esta conducta nos lleva a comer de más y ganar peso.