Castigarse no sirve de nada porque no cambia las cosas ni hay un aprendizaje positivo.
Centrarse en resolver y no en lamentarse.
Preguntemos quién es el responsable y qué se puede hacer. Esto suena muy diferente. Si asumimos responsabilidad, tenemos mucha más maniobra, podemos reparar y hacernos cargo de una forma sana. Asumiendo que puedo hacer algo útil para mejorar la situación y para afrontar mi malestar.