Comer para darte una recompensa
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LaLa comida y cómo nos alimentamos es uno de los temas que más me apasionan. Confieso, aunque muchas ya lo sabéis porque lo he comentado en mis libros y entrevistas, que cada vez me gusta comer mejor. He realizado mi propio cambio conmigo mismo y, por tanto, con mi alimentación. En el arte de cuidarse, incluimos todo. Cabeza y cuerpo. Ya lo decían los sabios, mens sana in corpore sano.
Es un reflejo que viene de la infancia
Todos, absolutamente todos, tenemos manías, preferencias, estilos de cocinar, de comer y de relacionarnos con la comida, y todos hemos aprendido desde niños a comer y todos sus rituales.
Lo que empieza siendo, y es, una necesidad a veces se transforma en un mecanismo de compensación, en una herramienta para manejar emociones, y entonces es un problema. Muchas veces las personas usamos la comida como premio, incluso desde que somos críos esto se va instaurando. ¿Quién no ha recibido una piruleta o una chocolatina por portarse bien o por hacer algo especial?
Mejor un elogio que una piruleta
Creo realmente que hubiese sido muchísimo mejor recibir un elogio, un reconocimiento o un abrazo. ¿Por qué? Porque se aprende que la comida basura es premio, y no lo es. La comida es necesidad, es premio cuando es comida sana, y siempre siempre, el premio es cuidarse. Igual que estamos hartos de ver en las pelis cómo la protagonista se queda sentada en el sofá llorando mientras come una gran tarrina de helado –otro ejemplo de comida basura como consuelo–, también lo estamos de todo lo que lleva al otro extremo: dietas radicales, plan bikini… y demás chorradas que solo llevan a empeorar el concepto de alimentación y de uno mismo.
Educarnos con la comida y la gestión emocional
Creo que cualquier momento, ahora mismo, es el mejor minuto para reeducarse con la comida y con la propia gestión emocional. Créeme, te sentará increíblemente mejor comunicarte con los demás, aprender a regular las emociones y los pensamientos y alimentarte bien, que cualquier producto de bollería que puedas tomar. Digo comida, pero en realidad es azúcar y otros ingredientes adictivos por un tubo. Hasta la fecha, no he visto a nadie consolarse con una lechuga. Empieza sacando de casa todo lo que no sea un buen alimento, uno nutritivo, y compra solo buenos alimentos.
Ese mal llamado premio o pseudoplacer mini dura unos cuantos minutos y ya está. Muy poco, lo que se tarda en comerlo, ya ves. Es un error
Nadie se “consuela” con lechuga, sino con el azúcar y los aditivos de la comida basura.
buscar en la comida consuelo, placer, compensación… Mucha gente, cuando come por necesidad emocional, come mal, muy mal. Tiene forma de dulce, pero es como ir a meter la cabeza en el mismo cubo de la basura.
Lo que propongo es aumentar ese placer, esa recompensa real, por una vía muchísimo más sana y eficaz, como el deporte. Verás cómo si cambias tus hábitos y empiezas a disfrutar de tu cuerpo de verdad, te alimentarás bien, y disfrutarás con la comida, claro está.
Cuidarte te va a dar más placer
Estoy convencido de que la industria alimentaria, como industria, busca clientes y fidelizar, de ahí los componentes adictivos de muchos productos. Por eso creo que es necesario un giro vital, una apertura de mente y cuerpo hacia el cuidado, el bienestar, la felicidad, abrazando los buenos hábitos y experimentando lo que sucede realmente cuando uno decide cuidarse de verdad. Si tienes dudas, ve a un especialista en alimentación. La
¿Cómo lo hago?
Muévete: haz deporte, baila, camina, ¡usa tu cuerpo!
Bebe sano.
de tu despensa todo lo que no sea alimento del bueno. regulación emocional con comida –ya sea porque estás fatal y te lanzas al chocolate sin contemplaciones o ya sea porque has tenido una buena noticia y te lanzas a los fritos y procesados como si no hubiese un mañana– es de personas que se tratan muy muy muy regular a mi modo de ver. Si estás contenta, compártelo; si estás triste, compártelo también y actívate: sal, contacta con la naturaleza, sé paciente y comprensiva contigo. Y si necesitas apoyo y guía, ve a terapia. Resuelve, aprende ¡y vive feliz, bien!